WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 278 – 16 de Septiembre de 2012

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Pelea entre hermanos

 

Celeste, de doce años, tiene um corazón bueno, es amorosa y cumplidora de sus deberes. En la escuela, vive cercada por una banda de compañeros y tiene muchos amigos. Todos la estiman.  Sin embargo, a pesar de sus cualidades, está siempre enfrentándose con el hermano, Mateo, de diez años.
 

Al escuchar una discusión, la madre dejaba lo que estaba haciendo y corría para acudir, pues a pelea quedaba mal.

Y Celeste inmediatamente reclamaba, llorando:

— ¡Madre, Mateo estropeó mi aparato de grabar! ¡Él toca todo lo que es mío! ¡No aguanto más eso!...

Y el niño, nervioso, explicaba gritando:

— ¡Madre! No estropeé nada! Fui a buscar un libro que estaba necesitando y el aparato cayó solo del armario! Él estaba mal colocado, sólo eso!...

— ¡Mentira, madre! Él adora estropear mis cosas! ¡Yo no soporto más a este canalla! — replicaba Celeste llorando.

Y la madre quedaba en medio de los dos, intentando apaciguar la situación:

— Mis hijos, vosotros sois hermanos y necesitáis entenderos! No podéis pelear todo el tiempo!  

Pero nada adelantaba. Cuando no era por un motivo, era por otro: era la bicicleta de Celeste que Mato cogía sin pedir permiso; o el material escolar que había desaparecido de la mochila de ella; o un libro de ella que él había rasgado; o un bombón que ella había guardado y él se comió, y así por delante. Siempre había um motivo para la discusión entre los hermanos.

Cierto día, cansada de esa guerra familiar y ya sin saber qué hacer, después de otra pelea, la madre aprovechó que Mateo fue a jugar con un amigo y Celeste estaba más tranquila para resolver el problema.

Ella se aproximó y se sentó cerca de Celeste, que estaba en la sala leyendo un libro. La chica paró de leer y miró para la madre, aguardando que ella hablara.

Cariñosa, la madre dijo:

— Hija mía, nosotros no podemos continuar así. El ambiente de nuestra casa está horrible con tantos desentendimentos. No fue eso que aprendimos con Jesús.

Y la niña, triste, respondió molesta:

— Yo sé, mamá, y tampoco entiendo como las cosas ocurren. ¡Cuando yo miro, ya estamos peleando! Es más fuerte que yo. ¡La verdad es que no soporto más mi hermano!

La madre la abrazó y consideró:

— No digas más eso, hija. Cuando Dios nos coloca en una misma familia, conviviendo juntos en un hogar, es señal de que necesitamos amarnos. Si nosotros tenemos dificultades con alguien, es porque el reajuste se hace necesario. ¡La finalidad amarnos unos a los otros!

— ¡Yo sé, mamá, pero no lo consigo! ¡Mateo siempre consigue que pierda la paciencia!

La madre sonrió, añadiendo:

— Lo que significa que tú no tienes paciencia y necesitas desarrollarla en tu interior, querida.

Abrazada a la madre, la chica concordó:

— Yo sé, mamá. Pero, ¿qué puedo hacer?!...

— Celeste tú tienes más edad que Mateo. Entonces, es natural que la comprensión venga de ti. De ese modo, busca mirarlo con ojos menos críticos. Ejercita la bondad en tus actitudes, busca colocarte en el lugar de él. Así, tengo la seguridad de que tu comprensión, paciencia y tolerancia van a aumentar. ¿Qué piensas?

— Voy a intentar, mamá. No sé si lo conseguiré.

— No, hija mía. Di: ¡yo voy a conseguir! Además de eso, es preferible que resuelvas tus problemas con Mateo ahora, porque cuando no conseguimos realizar la tarea que Dios nos confió en el presente, volveremos mañana, en otra existência, com mayores dificultades, para comenzar de nuevo a realizarla.

— Tienes razón, mamá. ¡Voy a cambiar, lo prometo!

Aquel mismo día, Celeste estaba pensando en cómo aproximarse al hermano, cuando lo vio triste, sentado en el portón. Mirándolo de forma diferente, se aproximó y le preguntó a él por qué estaba triste.  

— ¡Es que no tengo qué hacer! Mi amigo prometió venir a jugar conmigo, y no vino.

— ¡Ah! ¡No te preocupes, él debe haberse atrasado! — y deseando realmente entenderse con él, lo invitó:

— ¿Mientras eso, tú quieres tomar un helado? ¡Yo pago!

El chico se levantó en el mismo instante, los ojos brillantes, lleno de animación, sin poder creer en la invitación de la hermana:

— ¡Claro que quiero!
 

Fueron juntos, conversando como amigos. En la sorveteria, Mateus escogió lo que deseaba y se sentaron para tomar el sorvete. El chico miraba a la hermana, surpreso con la nueva actitud de ella. No resistiendo, preguntó:

— Tú estás diferente conmigo, Celeste. ¿Qué ocurrió?

— Nada. Sólo me acordé de cuando tinha tu edad y de las dificuldades que enfrenté. Tú me perdonas por las peleas, ¿Mateo?
 

— Claro que perdono. ¡Pero Celeste yo juro que nunca actué mal por querer! Creo que soy atolondrado mismo, como la mamá dice. Ellos cambiaron uma mirada, y cayeron en uma carcajada.

Llegando a casa, al verlos juntos, la madre sonrió satisfecha y avisó al niño:

— Mateo, tienes un amigo esperándote!
 

El hijo salió corriendo para ver al compañero, y la madre miró para Celeste preguntando:

— Vi que tu saliste con Mateo. ¿Cómo fue, hija? 

— ¡Excelente, mamá! ¡Mucho más fácil de lo que yo imaginaba! Ahora veo que no sirve huir del problema. En el fondo, es preciso decisión de nuestra parte para resolver las

dificultades. Si hiciéramos nuestra parte, todo lo demás va entrando en los ejes! ¡Estoy muy feliz! Gracias, madre. ¡Si no fuese por ti!...


                                                                  MEIMEI


(Recebida por Célia  X. de Camargo em Rolândia-PR, em 6/8/2012.)  

 



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita