WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 270 – 22 de Julio de 2012       

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

El sueño de la riqueza

 

Marco era un niño de vida muy pobre y que le gustaba ayudar a las otras personas.

Era humilde, bueno y solicito para con todos. Dentro de sus posibilidades, siempre tenía una palabra amiga, un consejo o una sonrisa para dar.

Así, no había quién no le gustara en la escuela, en la vecindad o en las calles por donde él pasara.

Cierto día, su padre, obrero de una gran empresa, entró en casa, cansado, pero satisfecho, y contó a la familia:

— Tanto los compañeros insistieron que hoy decidí intentar la suerte participando de una loteria.

La madre, prudente, indagó preocupada:

— ¿Pero ese dinero no nos hará falta, Eurico?

— No, Flor. La cuantía es pequeña y me fue adelantada por uno de los compañeros de la empresa, para devolverle el pago.

Marco quedó con los ojos brillando y preguntó cuánto el padre recibiría el dinero, si ganara. Eurico, emocionado, respondió:

— ¡Mucho, mi hijo, tanto dinero que ni es posible imaginar!...

— ¿Daría para comprar ropa nueva?

— Claro que sí, Marco.

— ¡Ah!... ¿Y aquella bicicleta que yo tanto quería?

— También. ¡Podemos comprarla, sí!

Y el niño, al ver que el padre concordaba con todo, continuó preguntando:

— ¿Y un ordenador? ¿Una casa nueva? ¿Un coche?

— Sí, hijo mío. Si ganáramos el premio de la loteria, podremos comprar todo eso y mucho más! — respondió el padre.

El chico quedaba cada vez más entusiasmado. ¡La vida de ellos cambiaría por completo! Dejarían el barracón en la favela y pasarían a vivir en un barrio bueno, en la ciudad.

Marco no conseguía parar de pensar en el ticket de loteria.

En la escuela, él pasó a buscar al grupo de los chicos más ricos, hablándoles de su riqueza, como si ella ya existiera, y de como su vida iba a cambiar de allí en delante.

Al ser buscado por uno de los compañeros más pobres, que quería jugar con él, Marco se alejaba afirmando tener cosas más urgentes que hacer.

Si um vecino lo buscaba pidiendo ayuda para la madre que estaba enferma, Marco respondia:

— Nada tengo para dar. Además de eso, ahora estoy muy ocupado.

En pocos días, todos se alejaron de él. Los amigos pobres, porque él no les daba más atención, ni siquiera para jugar. Los amigos ricos, porque no aguantaban la conversación de Marco, siempre hablando de lo que iba a tener o de todo lo que iría a comprar.

Esa situación, sin embargo, no duro mucho.

Cierta tarde, Eurico volvió para casa com la cabeza baja. La esposa preguntó qué había ocurrido y él respondió:

— El resultado de la loteria salió hoy. ¡Perdimos!

— ¿Cómo es así, padre? — replicó el niño, incapaz de creer.

Eurico miró al hijo y a la mujer, respiró hondo y respondió emocionado:

— Gracias a Dios, no fuimos agraciados. En verdad, yo estaba preocupado con los cambios que iban a ocurrir en  nuestras  vidas.  Notaba  como  tú,  Flor,  estabas

cambiada, soñadora. Veía la alteración en nuestro hijo, que de niño bueno, amigo y gentil con todos, se volvió orgulloso e insensible. Los vecinos, compañeros y amigos, ya me llamaban ¡Rico!... Por todo eso, estoy feliz y aliviado cuando no fuimos agraciados.

La madre y el chico bajaron la cabeza, decepcionados. Sin embargo, en el fondo, sabían que el padre tenía la razón. Ahora, todo volvería a ser como siempre fue.

Marco dio un suspiro, después concordó con el padre:

— Tienes razón, padre. En el fondo, yo no estaba contento. La esperanza de cambiar de vida, el deseo de ser rico, hizo que yo cambiara por dentro, alejando a mis amigos y compañeros. ¡Estoy arrepentido, pero ahora a nadie más le gusto!

— Hijo, sé humilde y ve a buscarlos. Si ellos son realmente tus amigos te perdonarán.

Armándose de coraje, Marco salió de casa y se sentó sobre una piedra. De repente, surgió un amigo y, viéndolo triste, se aproximó.

— ¿Qué ocurrió, Marco? — preguntó, sentandose a su lado.

— Ocurrió, Zezinho, que no valoré la amistad de vosotros, y ahora estoy arrepentido.

— Ahora, tú te alejaste de nosotros, pero continuamos siendo tus amigos. ¡Ven conmigo!

Mi madre echa en falta las conversaciones que tenía contigo.

Marco sonrió y levantándose animado, dando um

abrazo al amigo.  

— Gracias, Zezinho.

Después, acompañó a Zezinho, el amigo generoso que lo perdonaba, agradeciendo a Jesús por la nueva oportunidad que le estaba siendo dada. 


                                                        MEIMEI         

(Recebida por Célia X. de Camargo, em Rolândia-PR, em 2/7/2012.)
 



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita