WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 265 – 17 de Junio de 2012       

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Peleas nunca más

 

Hélio y Alan, compañeros de clase, estaban teniendo muchos problemas en la escuela. No se entendían y vivían siempre discutiendo. Acababan peleando y quedando sin hablar por muchos días. Después, el malestar pasaba y ellos hacían las paces. Luego, sin embargo, se incomprendían de nuevo y el problema continuaba.
 

Un día, la discusión fue tan fea, que Alan perdió el control, estaba muy enfadado y, como anduviera con un tirachinas, amenazó:

— ¡Hélio me lo pagas! ¡Él va a ver sólo!

Y, cogiendo una piedra pequeña en el suelo, la tiró sobre el compañero.

Hélio sintió un golpe en la cabeza e, inmediatamente, llevó la mano a la cabeza, alcanzada por la piedra, soltó un grito de dolor y se puso a llorar:

— ¡Ay! ¡Mía cabeza!...

Al ver el amigo con la cabeza ensangrentada, Alan se arrepintió. En verdad, él no había pensado que podría herir al amigo. Al sentirse herido, Hélio se quedó con rabia y fue detrás de él, dándole un empujón.
 

Alan cayó de mala forma y no consiguió levantarse, también gritando de dolor:

— Ay! ¡Mi pierna!...

Era hora del recreo y la encargada, al ver la pelea, fue inmediatamente a llamar a la profesora, que preguntó a Alan lo que había ocurrido.

— ¡Hélio me empujó, profesora! — el niño respondió llorando.

— ¿Y dónde está el Hélio?

— Él se fue, profesora, pero anda con la cabeza herida – informó una de las alumnas, contando lo que había ocurrido.   

La profesora, muy contrariada por el comportamiento de los dos alumnos, decidió:

— Después voy a tener una conversación con ellos. Ahora, es preciso atender a Alan.

Ella se bajó y examinó la pierna de Alan, que continuaba en el suelo, sin conseguir levantarse. Decidió llevarlo al hospital más próximo para que fuera examinado por un médico.   
 

Examinando al chico, el médico constató que la pierna había sufrido una fractura y tendría que ser enyesada. Así, después de los cuidados necesarios, Alan fue llevado para su casa, donde la madre, al verlo enyesado, quedó muy afligida

La profesora aclaró a la madre, diciendo que había sido un desencuentro entre compañeros, pero que ella iba a tomar cuidados. Dejando el alumno en casa, la profesora se fue, después de entregar la receta y transmitir las recomendaciones del médico.

Como Alan anduviera con dolor, fue llevado para el

cuarto. Allí, acostado en su cama, Alan permaneció pensativo.

Cariñosa, la madre le trajo una comida que a él le gustaba mucho, sin embargo el niño no quiso comer. Al día siguiente, él continuaba del mismo modo. Al verlo tan callado y triste, la madre preguntó:

— ¿Por qué está así, hijo mío? ¡Eso no fue nada, luego tu pierna va a quedar buena de nuevo!

— Mamá, no estoy consiguiendo hacer oración.

La madre llegó cerca de él y lo abrazó:

— ¿Quieres decirme lo que está ocurriendo?

Y el chico, con lágrimas, confesó:

— Mamá, yo no consigo perdonarme. Fui yo que comencé la pelea y, andaba con tanta rabia con Hélio que cogí mi tirachinas y tiré una piedra a él. ¡Al verlo con la cabeza herida, derramando sangre, me arrepentí de lo que había hecho, pero no tenía cómo rectificar!

Y fue ahí que él te empujó, que caíste y te rompiste la pierna.

— Eso mismo.    

La madre quedó pensativa por algunos segundos, después consideró:

— Sabes, hijo mío, tú no consigues hacer oración porque no te perdonas por lo que le hiciste a tu compañero. Jesús enseña que, antes de orar, es preciso hacer las paces con aquel hermano que tiene algo contra nosotros. Porque sólo así nuestra conciencia quedará en paz y conseguiremos hacer una oración verdadera.  

Alan balanceó la cabeza, concordando.

Al día siguiente, Alan quiso ir a la escuela y la madre lo llevó. Entrando en la sala, los compañeros y la profesora quedaron admirados por verlo allí, con muletas. Muy serio, Alan dije:

— Profesora, ¿puedo decir algunas palabras?

— Claro, Alan.

Él pareció pensar un poco, mientras pasaba los ojos por todo el grupo, después comenzó:

— Quiero pedir perdón a Hélio por haberle tirado una piedra a él y herido su cabeza. Entiendo que la reacción de él fue una respuesta a mi actitud. Hélio, ambos podríamos habernos causado mucho mal, por eso te pido perdón por mi actitud. Quiero que seamos amigos. Nada justifica que estemos peleando por cosas pequeñas, cuando podemos conversar y entendernos, pues una agresión genera otra, otra y otra más, y no tendrá fin, a menos que pongamos punto final a las peleas, pasando a ser amigos de verdad.

Quiero que seamos amigos. Nada justifica que estemos peleando.

Hélio, que oía emocionado las palabras de Alan, se levantó y dijo:

— También tengo que pedirte perdón, Alan. ¡Finalmente, tú estás con muletas por mi causa! Pero yo siempre te quise bien, a pesar de nuestras desavenencias. Que todo eso quede en el pasado.    

Ambos intercambiaron un abrazo sellando la amistad que prometía ser fuerte y duradera, iniciando una nueva fase de paz y entendimiento.

La clase entera conmemoró, aliviada, tocando las palmas de alegría.


                                                                
MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo, em Rolândia-PR, em 16/4/2012.)



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita