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Editorial Português   Inglês    
Año 6 264 – 10 de Junio de 2012 


 

Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 


Como ocurre la evolución
de los planetas


En esta época en que se habla tanto en transformación del globo en un mundo de regeneración, es interesante recordarnos como se da la evolución de los mundos, porque hay quien lo entienda – mismo en nuestro medio – que el progreso de un planeta como la Tierra depende tan solamente del deseo del Creador.

Luego, la evolución de un planeta – sea en el campo intelectual, sea en el campo moral – es consecuencia directa del progreso individual de aquellos que en él habitan. Si dependiese de la voluntad de Dios, es obvio que la Tierra estaría en una etapa evolutiva mucho más destacada.

Acrece aún recordar que el llamado progreso individual  no consiste apenas en el desarrollo  de la inteligencia o en la adquisición de determinados conocimientos. Tal no es sino una parte del progreso, que no conduce necesariamente al bien, una vez que se ve hombres instruidos que hacen mucho mal uso  de su saber.

El progreso de una persona consiste, fundamentalmente, en su perfeccionamiento moral, en la depuración de su Espíritu, en la extirpación de la mala índole que en ella existe. Y es ese el progreso capaz de asegurar la felicidad de la Humanidad, por cuanto es, en esencia, la propia negación del mal. El hombre más avanzado en inteligencia puede hacer mucho mal; aquél que es avanzado moralmente no hace sino el bien. He aquí por qué existe interés para todos en el progreso moral de la Humanidad.

Los actos de corrupción y malversación de recursos públicos, que han sido denunciados y averiguados en nuestro País en los últimos 20 años, no fueron y no son practicados por individuos analfabetos. Por el contrario, muchos de ellos son personas que cursaron el nivel de enseñanza superior y no son pocos los que alcanzaron proyección en su área de actuación profesional.

Es indispensable, por lo tanto, que al conocimiento y a la técnica se alíe el esfuerzo de moralización del individuo y de las costumbres, no siendo difícil comprender que la fe en la vida futura, enseñada por el Espiritismo, puede contribuir de manera efectiva para que eso ocurra.

En efecto, convencido de que existe un futuro para todos nosotros y que nuestra vida no se restringe al mediocre momento en lo cual vivimos, el círculo de las ideas necesariamente se alarga y el progreso espiritual pasa a tener un objetivo, una utilidad efectiva, naciendo de allí, de manera natural, el sentimiento de solidaridad y de fraternidad.

Enterados de lo que arriba fue dicho, no nos es difícil comprender que nuestras actitudes y nuestro comportamiento en los más diferentes momentos de la vida son importantes – y mismo fundamentales – en la evolución del planeta en lo cual vivimos, evolución esa que es naturalmente lenta porque también es lenta la madurez de los Espíritus.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita