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Año 6 263 – 3 de Junio de 2012         
GERSON SIMÕES MONTEIRO      
gerson@radioriodejaneiro.am.br   
Rio de Janeiro, RJ (Brasil) 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 


Gerson Simões Monteiro

Las profecías y El Libro de los Espíritus 

2012: fecha inventada por Hollywood. Las palabras proféticas de Jesús. La pregunta 1.019 de El Libro de los Espíritus


La película producida en 2008, en Estados Unidos, intentando reactivar el tema catastrófico – 2012 – El DÍA DEL JUÍCIO FINAL – es en verdad un intento más de crearse una onda de terrorismo psicológico de que el mundo va a acabar en el 2012, explorando sin fundamento las profecías relativas a la transformaciones por las que la Tierra pasará para ingresar en una nueva era. Según supimos, los productores de esa película usaron las profecías Mayas e intentaron cristianizarlas, pero se olvidaron de que, cuando ella fue concebida, aquel pueblo ni había oído hablar de Jesús, y mucho menos pensaban en creer en un único Dios.

Según Emmanuel, en el capítulo VI de la segunda parte, titulado “Alboradas del reino del Señor”, del libro Hace dos mil años, psicografiado por Chico Xavier, Jesús, cuando recibían en el mundo espiritual un grupo de mártires sacrificados en el circo romano, profetizó acerca de lo que la humanidad pasaría en los días actuales. En esas profecías encontramos de qué forma se dará la transición de nuestro mundo de expiaciones y pruebas para un mundo de regeneración.

Lo que va a ocurrir sin fecha marcada

He ahí las palabras del Maestro:

"Cuando la oscuridad se haga más profunda en los corazones de la Tierra, determinando la utilización de todos los progresos humanos para el exterminio, para la miseria y para la muerte, derramaré mi luz sobre toda la carne, y todos los que vibrarán con mi Reino y confíen en mis promesas, oirán nuestras voces y apelos santificantes.

Un soplo poderoso de verdad y vida barrerá toda la Tierra, que pagará, entonces, a la evolución de sus instituciones, los más pesados tributos de sufrimientos y de sangre... Exhausto de recibir los fluidos venenosos de la ignominia y de la iniquidad de sus habitantes, el propio planeta protestará contra la impenitencia de los hombres, rasgando las entrañas en dolorosos cataclismos. Las impiedades terrestres formarán pesadas nubes de dolor que reventarán, en el instante oportuno, en tempestades de lágrimas en la faz oscura de la Tierra y, entonces, de las claridades de mi misericordia, contemplaré mi rebaño desdichado y diré como mis emisarios: Oh Jerusalén, oh Jerusalén…

Trabajaremos con amor, en el taller de los siglos venideros, reorganizaremos todos los elementos destruidos, examinaremos con detenimiento todas las ruinas buscando el material posible de nuevo aprovechamiento y, renovadoras de la vida planetaria, organizaremos para el mundo un nuevo ciclo evolutivo, consolidando, con las divinas verdades del Consolador, los progresos definitivos del hombre espiritual.”

 “Para las montañas”

En el Nuevo Testamento, vamos a encontrar en Mateo, en los capítulo 24 (profecía de la ruina de Jerusalén) y 25 (señales del fin del mundo), el mismo sentido de las palabras de Jesús anotadas por Emmanuel en el romance mediúmnico, acerca del momento de transición por el cual la Tierra está pasando.  

Me gustaría destacar, aún, el versículo 16, del capítulo 24, de las palabras proféticas de Jesús, cuando aconseja: "Entonces, los que estén en Judea, huyan para las montañas", y para entender el significado de ese consejo, nos vamos a valer de la interpretación de Emmanuel, en el capítulo 140, de la obra Camino, Verdad y Vida, que es el siguiente:

‘Refiriéndose a los instantes dolorosos que señalarían la renovación planetaria, aconsejó el Maestro a los que estuvieran en Judea buscar las montañas, la advertencia es profunda, porque, por el término "Judea", debemos tomar la región "espiritual" de cuantos, por las aspiraciones íntimas, si aproximen al Maestro para la suprema iluminación.

Y la actualidad de la Tierra es de los más fuertes cuadro
s en ese género. En todos los rincones, se establecen luchas y ruinas. Venenos mortíferos son inoculados por la política inconsciente en las masas populares. El descenso está repleto de nieblas tremendas. Los lugares santos permanecen llenos de tinieblas abominables.
Algunos hombres caminan a siniestra claridad de incendios. Adobaré el suelo con sangre y lágrimas, para la siembra del porvenir.

Es llegado el instante de retirarse los que permanecen en Judea para las "montañas" de las ideas superiores. Es indispensable mantenerse el discípulo del bien en las alturas espirituales, sin abandonar la cooperación elevada que el Señor ejemplificó en la Tierra; que ahí consolide su posición de colaborador fiel, invencible en la paz y en la esperanza, convencido de que, después del pasaje de los hombres de la perturbación, portadores de destrozos y lágrimas, son los hijos del trabajo que siembran la alegría, de nuevo, y reconstruyen el edificio de la vida.’

Lo que dice El Libro de los Espíritus

Delante de las profecías de Jesús acerca de ese momento que estamos viviendo en nuestro planeta, vamos a compararlas con la respuesta de los Benefactores Espirituales a la cuestión 1.019, del Libro de los Espíritus, cuando Allan Kardec indaga: “¿Podrá jamás implantarse en la Tierra el reinado del bien?”.

He ahí lo que respondió:

"El bien reinará en la Tierra cuando, entre los Espíritus que vienen a habitarla, los buenos predominarán, porque, entonces, harán que ahí reinen el amor y la justicia, fuente del bien y de la felicidad. Por medio del progreso moral y practicando las leyes de Dios es que el hombre atraerá para la Tierra los buenos Espíritus y de ella alejará a los malos. Estos, sin embargo, no lo dejarán, sino cuando de estén barridos el orgullo y el egoísmo.

Predicha fue la transformación de la Humanidad y las aproximaciones del momento en que se dará, momento cuya llegada apresuran a todos los hombres que auxilian el progreso. Esa transformación se verificará por medio de la encarnación de Espíritus mejores, que constituirán en la Tierra una generación nueva.

Entonces, los Espíritus de los malos, que la muerte va cortando día a día, y todos los que intenten detener la marcha de las cosas serán de ahí excluidos, pues que vendrían a estar desplazados entre los hombres de bien, cuya felicidad perturbarían. Irán para mundos menos adelantados, desempeñarán misiones penosas, trabajando por su propio adelantamiento, al tiempo que trabajarán por el de sus hermanos aún más atrasados. ¿En esta expulsión de Espíritus de la Tierra transformada, no percibís la sublime alegoría del Paraíso perdido y, en la venida del hombre para la Tierra en semejantes condiciones, trayendo en sí el germen de sus pasiones y los vestigios de su inferioridad primitiva, no descubrís la no menos sublime alegoría de la pecado original? Considerado de este punto de vista, el pecado original se prende a la naturaleza aún imperfecta del hombre que, así, sólo es responsable por sí mismo, por sus propias faltas y no por las de sus padres.

Todos vosotros, hombres de fe y de buena voluntad, trabajad, por lo tanto, con ánimo y celo en la gran obra de la regeneración, que acogeréis por el céntuplo el grano que hayáis sembrado.  

¡Ay de los que cierran los ojos a la luz! Preparan para sí mismos largos siglos de tinieblas y decepciones. ¡Ay de los que hacen de los bienes de este mundo la fuente de todas sus alegrías! ¡Tendrán que sufrir privaciones mucho más numerosas de los goces de que disfrutaron! ¡Ay, sobre todo, de los egoístas! No hallarán quién los ayude a cargar el fardo de sus miserias."

Conclusión

Todos esos acontecimientos relativos al periodo de transición por el que pasamos para el inicio de una nueva era fueron previstos en el Apocalipsis, palabra originaria del griego, que quiere decir revelación, pero él habla de transición, no destrucción del mundo.  

Fue Juan, uno de los discípulos de Jesús, ya bien anciano y viviendo en la Isla de Patmos, que escribió el Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento. En el, Juan presenta la descripción de las visiones proféticas presentadas por Jesús acerca de los acontecimientos por los cuales la humanidad iría a pasar en los tiempos futuros, los cuales, en verdad, ya estamos viviendo: violencia, hambre, cataclismos, guerras alimentadas por el odio. El lenguaje empleado era en diversos tramos figurado: por ejemplo, la expresión “pájaros desovando huevos de fuego” describe, en realidad, aviones expulsando bombas destructoras. Pero, tras todo eso, Jesús revela a Juan el surgimiento de una era de paz para nuestro mundo.

Es claro que ya estamos viviendo las señales que anteceden a ese nuevo tiempo para la humanidad, previstos por Cristo, cuando profetizó: “Oiréis hablar también de guerras (...) porque se verá levantarse pueblo contra pueblo y reino contra reino”. Pero, como Él mismo afirmó en el “Sermón de la Montaña”, “los blandos y pacíficos poseerán la Tierra”, o sea, después de toda esa turbulencia, el hombre pacificado vivirá la paz en el planeta.

 

 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita