Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Cuál
es el papel del médium
en los fenómenos
espíritas de efectos
físicos?
B. ¿Puede
el Espíritu producir el
fenómeno sin el concurso
de un médium?
C. ¿Qué
es el llamado fluido
universal y cuál es su
estado más simple?
D. ¿Cómo
puede el Espíritu, que
es inmaterial, actuar
sobre la materia?
Texto para la lectura
71.
Cuando un objeto es
puesto en movimiento,
transportado o lanzado
al aire, no es el
Espíritu el que lo
sujeta, empuja o
levanta, como haríamos
con las manos. Él lo
satura de un fluido
combinado con el fluido
del médium, y el objeto,
momentáneamente
vivificado, actúa como
lo haría un ser viviente
y sigue, entonces, el
impulso de la voluntad
del Espíritu. (Ítem 77)
72. Hay
fenómenos espíritas
provocados y hay los que
se producen
espontáneamente, sin
participación de la
voluntad, y muy lejos de
ello, puesto que con
frecuencia se vuelven
muy inoportunos, lo que
excluye la idea de que
puedan ser un efecto de
la imaginación
sobreexcitada por las
ideas espíritas, en
vista de que ocurren en
casas de personas que
jamás oyeron hablar de
esto. Estos fenómenos,
que se podrían llamar
Espiritismo práctico
natural, son muy
importantes porque no
pueden caer en sospechas
de complicidad. (Ítem
82)
73. Al
admitirse – después de
una verificación
minuciosa - que los
fenómenos sean reales,
¿es razonable tener
miedo de ellos?
Seguramente que no,
porque en ningún caso
podría haber el menor
peligro en eso. (Ítem
84)
74. Las
manifestaciones
espíritas espontáneas no
siempre se limitan a
ruidos y golpes;
degeneran a veces en
verdaderos alborotos y
perturbaciones; muebles
y objetos diversos son
derribados, proyectiles
son lanzados desde
fuera, puertas y
ventanas son abiertas y
cerradas por manos
invisibles, los
cristales de las
ventanas son quebrados.
Pero las manifestaciones
de este género no son ni
raras ni nuevas. (Ítems
87 y 88)
75. Los
hechos de esa naturaleza
tienen con frecuencia el
carácter de una
verdadera persecución.
Conocemos seis hermanas
que vivían juntas y que
durante varios años
encontraban cada mañana
sus ropas esparcidas,
escondidas hasta en los
techos, desgarradas y
cortadas, a pesar de las
precauciones de
guardarlas bajo llave.
(Ítem 89)
76. La
explicación dada del
movimiento de los
cuerpos inertes se
aplica naturalmente a
todos los efectos
espontáneos que acabamos
de citar. Los ruidos,
aún cuando sean más
fuertes que los golpes
en la mesa, tienen la
misma causa. Se podría
preguntar dónde, en
tales circunstancias, se
encuentra el médium. Los
Espíritus nos dijeron
que en estos casos
siempre hay algún
médium, cuyo poder se
ejerce sin que él lo
sepa. Las
manifestaciones
espontáneas raramente se
producen en sitios
aislados. Se dan
generalmente en casas
habitadas, debido a la
presencia de ciertas
personas que ejercen una
influencia sin quererlo.
Son médiums naturales
y son, para los otros
médiums, como los
sonámbulos naturales son
a los sonámbulos
magnetizados. (Ítem 92)
77. La
intervención –
voluntaria o
involuntaria - de un
médium para la
producción de estos
fenómenos parece ser
necesaria en la mayoría
de los casos, aunque
haya una situación en
que el Espíritu parezca
obrar solo. Sucede que
él consigue el fluido
animalizado en otra
parte y no en la persona
que está presente. Esto
explica por qué los
Espíritus que nos rodean
no producen
perturbaciones a cada
instante. Es necesario
primero que el Espíritu
lo quiera, que tenga un
objetivo, un motivo, sin
el cual nada hará.
Luego, con frecuencia,
es necesario que
encuentre en el lugar en
que quiere actuar a una
persona apta para
secundarlo, coincidencia
que se presenta muy rara
vez. Al aparecer tal
persona, él se aprovecha
de ella. (Ítem 93)
78. A
pesar de la reunión de
circunstancias
favorables, él puede ser
impedido por una
voluntad superior que no
le permita actuar a su
gusto. Entonces, puede
que se le permita actuar
sólo dentro de ciertos
límites y si las
manifestaciones fueran
juzgadas útiles, ya sea
como medio de convicción
o bien como prueba para
la persona designada.
(Ítem 93)
79. Las
explicaciones dadas por
San Luis respecto a los
acontecimientos
ocurridos en junio de
1860 en la Calle de
Noyers, en París (vea
la “Revista Espírita” de
agosto de 1860)
muestran: 1) que las
manifestaciones fueron
provocadas por un
Espíritu que se divertía
a costa de los
habitantes del lugar; 2)
que al Espíritu
perturbador no le
gustaba el habitante del
lugar y quería
perjudicarlo y hacer que
se mude de allí; 3) que
entre los habitantes de
la casa había un médium;
de lo contrario – afirma
San Luis - el hecho no
tendría lugar; 4) que
puede haber ocasiones en
que la presencia
inmediata del médium no
es necesaria; 5) que los
objetos lanzados sobre
la casa son recogidos
allí mismo o en los
alrededores; una fuerza
que proviene del
Espíritu los lanza al
espacio y éstos caen en
el lugar designado por
el Espíritu; 6) que
cuanto más nos elevemos
moralmente, más
atraeremos a los buenos
Espíritus, alejándose
necesariamente los
malos, que son los que
provocan tales
manifestaciones. (Ítem
94)
80. Al
ser evocado el Espíritu
perturbador, dio
diversas informaciones
sobre el fenómeno: 1)
que allí, en la sociedad
espírita, no sería
posible tirar piedras
porque la institución
tenía un guardián que
velaba por el bien de
las personas; 2) que
había encontrado en la
casa un buen instrumento
y ningún Espíritu sabio
y virtuoso para
impedirlo; 3) que la
empleada era la médium;
4) que los objetos
tirados en la casa
fueron recogidos en el
patio de la casa y en
los jardines vecinos; 5)
que él podría haberlos
fabricados, pero eso
hubiera sido más
difícil; 6) que él fue
ropavejero en ese barrio
y había desencarnado
cincuenta años atrás; 7)
que todavía estaba
errante, nadie oraba por
él, nadie lo ayudaba y
tampoco trabajaba. (Ítem
95)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Cuál
es el papel del médium
en los fenómenos
espíritas de efectos
físicos?
Médium
quiere decir
intermediario. En estos
fenómenos, el fluido
propio del médium se
combina con el fluido
universal acumulado por
el Espíritu: es
necesaria la unión de
estos dos fluidos, es
decir, del fluido
animalizado del médium
con el fluido universal,
para dar vida momentánea
a la mesa o a cualquier
otro objeto. Sin
embargo, esta vida es
efímera, se extingue con
la acción y, muchas
veces, antes del fin de
la acción, cuando la
cantidad de fluido no es
suficiente para
animarla.
(El Libro
de los Médiums, ítem 74,
pregunta 14.)
B. ¿Puede
el Espíritu producir el
fenómeno sin el concurso
de un médium?
Puede
actuar sin saberlo el
médium, es decir, que
muchas personas sirven
de auxiliares a los
Espíritus para ciertos
fenómenos, sin que lo
perciban. El Espíritu
extrae de ellas, como de
una fuente, el fluido
animalizado que
necesitan; así, el
concurso de un médium no
siempre es voluntario,
lo que se da
principalmente en las
manifestaciones
espontáneas. La razón de
esto es que el fluido
vital, indispensable
para la producción de
todos los fenómenos
mediúmnicos, es un
atributo exclusivo del
encarnado y del cual,
por consiguiente, el
Espíritu que opera es
obligado a impregnarse.
(Obra
citada, ítem 74, párrafo
15, e ítem 98)
C. ¿Qué
es el llamado fluido
universal y cuál es su
estado más simple?
Creado
por Dios, el fluido
universal es el
principio elemental de
todas las cosas, con
excepción de los seres
inteligentes de la
Creación o Espíritus.
Para encontrarlo en su
simplicidad absoluta, es
necesario remontarse
hasta los Espíritus
puros. En la Tierra está
siempre más o menos
modificado para formar
la materia compacta que
nos rodea, y aquí el
estado que más se acerca
a esa simplicidad es el
fluido que, en la
terminología espírita,
llamamos fluido
magnético animal.
(Obra
citada, ítem 74.)
D. ¿Cómo
puede el Espíritu, que
es inmaterial, actuar
sobre la materia?
El
Espíritu combina una
parte del fluido
universal con el fluido
animalizado que el
médium libera, propio
para este efecto. Con
esos elementos así
combinados, el Espíritu
anima el objeto con una
vida artificial
momentánea. El Espíritu
puede, entonces, atraer
tal objeto y moverlo
bajo la influencia de su
propio fluido, irradiado
por su voluntad. En
virtud de su naturaleza
etérea, el Espíritu
propiamente dicho no
puede actuar sobre la
materia grosera sin un
intermediario, es decir,
sin un lazo que lo une a
la materia. Ese lazo,
que constituye lo que se
llama periespíritu
(cuerpo fluidico del
Espíritu), es el que da
la llave de todos los
fenómenos espíritas
materiales.
(Obra
citada, ítem 74.)
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