WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 257 – 22 de Abril de 2012  

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

El valor del ejemplo

 

De todas las chicas de la escuela, Carla era la más antipática. Implicaba a todo el mundo y le gustaba crear problemas con sus compañeros de clase sólo por la satisfacción de verlos reaccionar.

Sin embargo, Carla quedaba furiosa porque había alguien que ella no conseguía ver reaccionar. Era Joaquín, que todos llamaban Quinzinho. Chico siempre sonriente, tranquilo y amigo de todos. No había nadie que no le gustara. Eso dejaba a Carla muy, muy irritada.

Cierto día, ella llegó cerca de Quinzinho y, mirándolo de la cabeza a los pies con desprecio, comentó:

— ¡Que ropa horrible, Quinzinho! Tu uniforme está todo sin botones y tiene hasta un desgarro. ¿No tienes otro para vestir?

El chico, humilde, pareciendo no incomodarse con las palabras de la compañera, sonrió y respondió:

— Tú tienes razón, Carla. Sin embargo, no tengo otro uniforme. Para que yo lo vista todo el día, así que llego

a casa, mi madre lo lava y lo pone para secar. Al otro día, ella se levanta más pronto y plancha el uniforme, que ya está seco.

Al ver que no había conseguido hacerlo reaccionar, Carla le dio la espalda y salió con la cara empinada. Se sentía tan irritada que decidió: ¡Voy a hacerlo perder la tranquila! Él va a ver!

Al día siguiente, durante el aula, Carla tuvo la oportunidad que esperaba. La profesora pidió a los alumnos para hacer una redacción; después, alguien sería escogido para leer lo que había escrito. Cuando terminaron, ella pasó los ojos por la sala y llamó a Quinzinho. Contento, él salió de su lugar y fue hasta el frente. Con la hoja en la mano, él iba a leer, cuando Carla tuvo una crisis de risa, y ella reía tan alto que la profesora extrañó:

— ¿Qué pasó, Carla? ¡¿Qué viste tan gracioso para reírte de ese modo?!...

La alumna, fingiendo estar intentando controlarse, respondió:

— ¡Ah, profesora! Son los zapatos de Quinzinho! ¡Mire! ¡Son tan grandes en los pies de él que lo hacen parecer un payazo! Quá quá quá...

La profesora reprendió a Carla por humillar a un compañero. Pero Quinzinho, con una sonrisa presionado, explicó:

— No tiene importancia, profesora. Yo sé que mis zapatos son graciosos. Es que somos muy pobres y mi madre no puede comprar un par de zapatos para mí. Entonces, para no venir descalzo, uso los de mi hermano más mayor que quedan grandes en mis pies.

Tras esa explicación que conmovió a todos en la sala, Quinzinho, con la misma serenidad, leyó la redacción que había escrito. A los compañeros les gustó mucho y aplaudieron, dejando a Carla con rabia por el éxito de él.

Y, así, por diferentes veces, la niña hizo de todo para humillar a Quinzinho delante de los compañeros, sin resultado, porque los demás continuaban gustando de él.

Cierto día había llovido, y Quinzinho llegó mojado a la escuela. Carla descendió del coche del padre, con impermeable y paraguas. Viéndolo, comenzó a reírse de la situación de él, sin notar donde estaba pisando. De repente, ella resbaló y cayó en medio de un boquete de barro.

Quinzinho, sin embargo se aproximó a la niña y la ayudó a levantase, preguntando con gentileza:

— Tú estás golpeada, Carla?

La niña se levantó, avergonzada:

— No. Estoy bien.

— ¡Ah! Estaba preocupado creyendo que podrías haberte golpeado! — exclamó él.

La campana sonó y ellos fueron para la clase. Al término de las aulas, Quinzinho estaba saliendo, cuando Carla se aproximó a él, curiosa:

— Quinzinho, ¿por qué tú me ayudaste hoy?

— Porque me gustas tú, Carla.

— ¡¿A mí?!... ¡Pero siempre te traté con desprecio y hasta te humillé ante los compañeros!

— ¡No, Carla! ¡Nunca me sentí humillado por ti! —respondió él con una sonrisa.

— ¡No entiendo! ¡Intenté de todas las maneras hacerte reaccionar y no lo conseguí! ¿Qué hace que tú mantengas esa tranquilidad?

El niño pensó un poco y respondió:

— Aprendí con mis padres a orar todos los días. Y en la plegaria que Jesús nos enseñó, el “Padre Nuestro”, tiene una frase que dice: Perdona, Señor, nuestras deudas así como perdonamos a nuestros deudores.

Quinzinho paró de hablar, miró para la niña y completó:

— Entonces, como sé que hago cosas equivocadas, y preciso del perdón de Dios, busco siempre perdonar a aquellos que también yerran contra mí. ¿Entendiste?

Carla estaba emocionada con la grandeza de alma de aquel chico que ella siempre había intentado alcanzar con sus comentarios maliciosos.  

Con los ojos húmedos, ella se aproximó más a él y dijo:

— Quinzinho, hoy tú me diste una gran lección. Gracias. Siempre fui una niña fútil, interesada sólo en cosas que el dinero puede comprar. Ahora veo que existen cosas mucho más importantes. Como la amistad, por ejemplo. Quiero que seamos amigos.

¿Aceptas?

— ¡Claro! ¡Me siento muy feliz por ser tu amigo!

— Quinzinho, ¿puedo darte un abrazo?

El niño abrió los brazos, también emocionado, y ellos intercambiaron un gran y cariñoso abrazo, sellando la bella amistad que nacía entre los dos.


                                                                 
MEIMEI
 

(Recebida por Célia Xavier de Camargo, em Rolândia-PR, em 2/4/2012.)




                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita