WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 256 – 15 de Abril de 2012  

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Pimpão, el perro juguetón

 

Breno tenía muchas ganas de tener un animalito de compañía. Sin embargo, sus padres no lo permitían. La madre, al verle la expresión de tristeza, explicó:

— ¡Hijo mío, tú aún no cuidas ni de tus cosas! ¿Cómo tendrás condición de tener un animalito? ¡En ese caso, nosotros tendremos que cuidar de él para ti! No es justo. Entonces, nosotros te daremos uno de regalo cuando cumplas diez años, desde que aprendas a cuidar de lo que es tuyo durante ese periodo.  

El chico concordó, aunque a disgusto. Y a partir de ese día pasó a arreglar su cuarto, guardar los juguetes y no dejaba la ropa tirada en el suelo. Mientras eso, aguardaba ansiosamente el tiempo pasar.

El día de su décimo aniversario, Breno despertó contento. ¡Mal podía esperar para ver su regalo!

Al colocar los pies en el suelo vio, con sorpresa, al lado de la cama, una caja forrada con tejido y, dentro de ella, un lindo perrito que dormía. ¡Al verlo, sus ojos brillaron de entusiasmo! Lo cogió en los brazos sintiendo el olorcito de él y la suavidad de su pelo.  

Los padres, que esperaban ansiosos para ver la reacción del niño, entraron en la habitación:

— ¡Felicidades, hijo mío! ¡Este es un gran día!... — saludó el padre, satisfecho.

— ¿Entonces, Breno? ¿Te gustó tu regalo? — preguntó la madre sonriente, abrazándolo.

Y el chico, con una enorme sonrisa, agradeció:

— ¡Gracias, papá y mamá! ¡Él es lindo! ¡Me encanta! ¡Voy a llamarlo Pimpão!

De aquel día en delante, Breno sólo vivía para su perrito. Le daba comida y agua, jugueteaba con él, lo llevaba para pasear, finalmente, cuidaba de él con todo cariño.

Pimpão fue creciendo y mostraba ser un perro de temperamento juguetón, alegre y muy apegado a su dueño.

Breno, sin embargo, ya no se interesaba tanto por él, cansado de las responsabilidades. Percibiendo el cambio en la actitud del hijo, el padre lo alertó:

— Breno, no te olvides. ¡Pimpão es tuyo y, por lo tanto, la responsabilidad de cuidar de él es tuya! Él no es un juguete que tú, cuando te cansas, puedes tirar fuera. ¡Cuidado! ¡Ve bien lo que estás haciendo!            
   

— ¡Yo sé, padre! No te preocupes.

Cierto día, la madre percibió que había algo malo con el cachorro y quedó preocupada:

— Breno, Pimpão está triste y no me parece bien. ¿Tienes certeza de que nada te falta?

— ¡Relaxaje, madre! Él está así porque ahora tengo muchas actividades en la escuela.

Sin embargo, los padres notaban que Pimpão estaba cada vez más apático, adelgazó y vivía por los rincones. No corría más por el patio, alegre y bien dispuesto.

Algunos días después, Breno llegó de la escuela y notó a los padres muy serios.

— Breno, Pimpão amaneció muy mal y tuvimos que llevarlo al veterinario. Él está enfermo.

— ¿Es grave? — el niño preguntó asustado.

— Puede ser grave, sí. Pimpão está muy enflaquecido. Dice el veterinario que él pasó mucha hambre y sed. En virtud de eso, su estado de salud quedó debilitado.  
 

En aquel momento, Breno bajó la cabeza, avergonzado. Se sentía culpable por el estado de su amigo Pimpão. Intentó desculparse:

— ¡Papá! ¡Mamá! ¡Vosotros sabéis que ahora tengo muchos deberes de escuela para hacer, además del deporte, que me lleva tiempo! ¡Sólo algunas veces me olvidé de darle comida y agua!...

La madre puso sus manos en la cintura y preguntó seria:

— ¡Ah!...“¿Sólo algunas veces”? ¿Tú crees que poco? ¿Por casualidad, Breno, tú te olvidas de tomar tu desayuno cuando despiertas? ¿Olvidas de almorzar cuando llegas de la escuela? De tomar tu merienda de la tarde, de cenar? ¡No! ¡Nunca!... ¡Y tú vives hambriento, hijo mío! ¿Será que Pimpão tampoco no siente hambre y sed?

Delante de las palabras de la madre, Breno bajó la cabeza, llevando las manos al rostro y se puso a llorar:

— ¡Yo sé que actué mal, pero me gusta mucho Pimpão! ¡No quería que él quedara enfermo por mi causa! ¿Y ahora?...

El niño mostraba un arrepentimiento tan grande que la madre se condolió de él y lo tranquilizó:

— No te preocupes, hijo mío. Tu perro quedará bien. El veterinario dijo que Pimpão va a quedarse algunos días en recuperación, después volverá para casa.

Breno limpió las lágrimas, ya más aliviado:

— ¡Menos mal, mamá! No soportaría saber que causé algún mal a mi amigo. Voy a orar mucho pidiendo a Jesús que lo

ampare y que él pueda volver inmediatamente para nuestra casa. Y te prometo mamá que, cuando él vuelva, cuidaré de él con mucho amor y responsabilidad.

A partir de ese día, Breno nunca más se descuidó de su perro. Le colocaba la comida y cambiaba el agua. Siempre que era necesario le daba un buen baño y peinaba su pelo suave. Y todos los días, por la tarde, cuando el sol quedaba más suave, lo llevaba para pasear. Finalmente, cuidaba de Pimpão con mucho amor.   

Breno se sentía contento consigo mismo. Aprendió algo muy importante: la lección de la responsabilidad, que le valdría en cualquier situación y para la toda vida, pasando a guiar sus acciones en el futuro.
 

                                                                  MEIMEI
 

(Recebida por Célia X. de Camargo, em Rolândia-PR, em 26/3/2012.)




                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita