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Año 6 256 – 15 de Abril de 2012  
ALESSANDRO VIANA VIEIRA DE PAULA    
vianapaula@uol.com.br         
 
Itapetininga, SP(Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 


Alessandro Viana Vieira de Paula

Conducta cristiana
(Parte 1)

El Cristo, en ninguna hipótesis, dejó de convivir como las personas, incluso aquellas que eran despreciadas en su época

 

En la actualidad, hay un grupo considerable de personas que aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida y, por consecuencia, viven por vivir, sin cualquier meta moral, unos buscando incesantemente el placer y el goce, mientras otros derrapan en el conflicto del vacío existencial, que buscan anestesiar con el uso de sustancias entorpecedoras, cuando no buscan el suicidio directo.

Con el objetivo de esclarecernos sobre esa cuestión, el eminente codificador Allan Kardec indaga a los Espíritus superiores acerca del objetivo de la encarnación y estos responden que Dios la impone con la finalidad de hacer que la criatura humana llegue a la perfección (cuestión 132 de El Libro de los Espíritus).

De esa forma, pasamos a entender que la vida en el cuerpo tiene un carácter educativo, buscando el progreso intelecto-moral, ¿pero cómo evaluar si hemos efectivamente realizado ese crecimiento espiritual?

Allan Kardec, revelando su pedagogía incomparable, explora ese punto al preguntar, en la cuestión 918 de El Libro de los Espíritus, sobre las señales por las cuales se puede sopesar el progreso real.

La segunda parte de la respuesta se refiere al progreso intelectual, que es más fácil de ser concretado, por cuanto basta la lectura para que el aprendizaje se haga casi  instantáneamente. Las obras espíritas facilitan esa comprensión de la vida espiritual, a inducirnos a la práctica de la primera parte de la respuesta, que dice respecto al progreso moral.

Ajustar o renovar nuestra conducta diaria a la práctica de la ley de Dios, cuyo mandamiento mayor es el amor, es el gran desafío de nuestras vidas.

El benefactor espiritual Camilo, por intermedio del médium Raul Teixeira, en la obra “Educación y Vivencias”, nos apunta los comportamientos cristianos a ser ejercitados en los variados segmentos de la vida humana, que derivará de nuestra auto-educación.

De contenido semejante, tenemos aún el libro “Conducta Espírita”, dictado por el Espíritu André Luiz al médium Waldo Vieira, de forma que en este artículo buscaremos explorar las notables lecciones de ambas obras, con el cincel del perfeccionamiento de nuestras conductas en las lides diarias, que deberán componer la práctica de la ley de Dios.

Notaremos que en todas las situaciones de lo cotidiano podremos actuar de este lado de lo esperado, dentro de los patrones de normalidad, o haciendo lo extraordinario, a revelar nuestro propósito cristiano, teniendo a Jesús como modelo y guía de nuestras vidas.

En la cuestión ambiental

Innegablemente, hay Espíritus que reencarnan con relevantes misiones en el campo de la ecología, a fin de llamar la atención de la criatura humana acerca de la importancia de la preservación de la naturaleza en todos sus aspectos.

Hay individuos que despiertan en sí ese compromiso con la ecología, mas hay aquellos que continuarán agrediendo el medio-ambiente, tirando desechos y objetos en los ríos y océanos, tirando papeles e basura en la vía pública, emitiendo gases e vapores que polucionan el aire.

Hay actos de grande y pequeño porte que afrontan el equilibrio ecológico. ¿Será que hemos ayudado a conservar la naturaleza? ¿Será que no hemos desperdiciado agua potable en la hora del baño o en las limpiezas de nuestras casas? ¿Será que no tiramos papel en la vía pública? ¿Hemos contribuido para el reciclaje y la reutilización de algunos productos?

El benefactor Camilo nos advierte para los contrasentidos habidos en esa área, porque hay muchos defensores de la ecología que se intoxican con bebidas alcohólicas y cigarrillos, olvidando que el cuerpo físico también es obra de Dios y merece todos los cuidados.

También hay aquellos que se abrazan a los árboles y a los animales en extinción para evitar su destrucción, pero son incapaces de abrazar al prójimo y, algunas veces, andan con las relaciones complicadas con los padres o con los hermanos consanguíneos, no teniendo coraje de abrazarlos.

Hay otros idealista de la ecología que, movidos por pasiones neuróticas, utilizan  comportamientos agresivos y chulos (quedan desnudos, por ejemplo) para promover la defensa de sus ideales.

El espíritu de Camilo aún nos habla de la polución psíquica, porque con nuestros pensamientos de mala calidad (odio, envidia, comodismo, calumnia, libido descontrolada etc.) impregnamos el ambiente en que andamos con vibraciones asquerosas y groseras, que interferirán negativamente en la vida de aquellos que conviven con nosotros y que entran en sintonía con esas energías deletéreas.

Veamos la responsabilidad que tenemos en el sentido de colaborar para el ambiente psíquico de nuestro hogar, del lugar de trabajo, del templo religioso o de otros que frecuentamos.

Educación para el trabajo:

Lamentablemente, muchos aún creen que el trabajo es un castigo por el hecho de Dios haber castigado a Adán a conseguir el sustento con el propio sudor, de tal suerte que diariamente se mueven para sus lugares de trabajo en profunda monotonía y sin alegría, lo que, obviamente, compromete la calidad del trabajo a ser ejecutados, así como la relación con los demás compañeros.

Tenemos que entender que trabajo no es sólo oportunidad de remuneración para el auto-sustento, sino busca también nuestro crecimiento espiritual y propicia el bienestar social.

Con esa visión, deberemos llevar para el ambiente profesional nuestro ideal de cooperación, la jovialidad y la gratitud, lo que contribuirá para la buena vibración del lugar. Infelizmente, tenemos patrones que exploran a los empleados porque exorbitan en los logros y los tratan con rudeza, así como tenemos empleados que fingen que trabajan, cogen licencias médicas indebidas, no cooperan con el compañero que está sobrecargado de servicio, por lo tanto, muchos de nosotros estamos haciendo lo vulgar en detrimento de lo extraordinario.

Vendemos productos que sabemos de mala calidad, hacemos servicios con el objetivo de engañar el consumidor (intercambiamos piezas sin necesidad o usurpamos piezas sin problemas, sustituyéndolas por otras defectuosas), ganamos dinero deshonestamente, no nos preocupamos con las luchas personales de los compañeros de trabajo y somos incapaces de dar un poco de nuestro tiempo para oírlos y consolarlos.

Camilo afirma que cada profesión en el mundo guarda el compromiso de forjar el bien y el progreso de los grupos humanos, gane mucho o poco, y producirá para ser útil, para la victoria de la honestidad y del bien.

Hacer lo extraordinario será trabajar con inmensa alegría y realizar lo mejor, no olvidándonos de la ayuda, en todos los sentidos, a ser dispensada en favor de aquellos que trabajan con nosotros y de las personas que frecuentan nuestro lugar de trabajo.

Hábitos nocivos:

El guía espiritual Camilo nos invita a reflexionar sobre algunos actos simples y rutinarios de la vida cotidiana, pero raramente paramos para evaluar y acabamos por cometer deslices que comprometen nuestra salud y equilibrio.

Nos habla sobre la comida, pues muchos individuos, al alimentarse, realizan otras tareas, tales como asistir a la televisión, hablar mal de los otros, subir vídeos a internet, manosear el aparato móvil u otros equipamientos modernos, de forma que estropean la digestión, habiendo el riesgo de pasar mal. Ocurriendo así, tenemos el hábito de protestar de la alimentación, diciendo que el alimento no estaba bueno o no fue debidamente preparado.

Otro hábito nocivo dice respecto a la defecación, pues muchos llevan revistas y aparatos tecnológicos modernos para el baño, siendo que esa distracción podrá generar problemas de flatulencia, vientre apretado, hemorroides y otros.

Tenemos que tener la noción de que el psiquismo influencia los procesos biológicos del cuerpo físico, de entre ellos la digestión y la defecación, de tal suerte que no deberíamos amontonar la mente con distracciones descartables, a fin de que esos fenómenos automáticos puedan darse en clima de equilibrio, bajo la influencia vibratoria saludable del Espíritu.

No podemos dejar de citar la cuestión del acto de hablar, una vez que muchas criaturas humanas se expresan verbalmente de forma descompensada, sin puntuación, no permitiendo que el otro emita su opinión.

Aquellos que así proceden se creen dueños de la verdad, desdiciendo o mofándose de las ideas ajenas, identificando defectos en todo lo que no fue elaborado por sus manos, cuando no es raro se ponen a hablar de sí, durante todo el tiempo y a cualquier pretexto.

Pensemos a ese respecto, siendo que Camilo afirma que “Son muchos los hábitos indebidos e incluso nocivos que forman parte de muchas vidas”.

Homosexualidad:

En la actualidad, vemos incontables conductas  homo-fóbicas a revelar nuestro nivel  primario. Cuántos compañeros homosexuales son víctimas de la incomprensión y de la agresividad ajena, siendo que, aún en la Casa Espírita, son alejados de los trabajos de pase y del grupo mediúmnico, demostrando que los dirigentes no comprendieron la cuestión en sí misma y el precepto evangélico de la fraternidad.

Muchos compañeros espíritas, de forma equivocada, afirman que la homosexualidad es obsesión, imperfección moral o enfermedad. En la sociedad, el homosexual es excluido y víctima de agresiones de portes variados.

Diversos artículos ya fueron escritos sobre ese tema, que solamente la reencarnación consigue explicar. Acordémonos de la frase del Espíritu de Vianna de Carvalho, en la obra “Actualidad del Pensamiento Espírita”, en el sentido de que la homosexualidad es una experiencia natural de la evolución.

No se trata de estimular la homosexualidad, sino de entender ese hecho, a fin de que nuestras actitudes en relación a los homosexuales puedan ser de respeto y de cordialidad.

Además, el problema no es de la elección sexual, sino del carácter del individuo, porque tenemos muchos heterosexuales que se comprometen con la libido descontrolada y con el descontrol de las pasiones, así como hay homosexuales que son extremadamente amorosos, educados, sin ninguna extravagancia en el acto de vestir y de arreglarse, de tal suerte que son verdaderos cristianos.

Siendo así, deberemos evitar las actitudes de prejuicio y exclusión social, demostrando nuestra vinculación con Cristo, que, en ninguna hipótesis, dejó de convivir con las personas, incluso aquellas que eran despreciadas en su época. (Este artículo será concluido en la próxima edición de esta revista.)


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita