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Año 5 239 – 11 de Diciembre de 2011 
ANSELMO FERREIRA VASCONCELOS   
afv@uol.com.br         
São Paulo, SP (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 


Warren S. Brown

Ampliando la capacidad de discernimiento

El discernimiento es definido por el diccionario Houaiss como
 la capacidad de comprender situaciones y de separar
 lo acertado de lo equivocado

 
Los Espíritus que guían la humanidad terrena han sistemáticamente enfatizado que el progreso espiritual – objetivo fundamental de nuestro retorno a la vida corporal - sólo es alcanzado si nosotros nos desarrollamos en varias dimensiones, virtudes y capacidades. En el presente artículo vamos a discurrir sobre el discernimiento, ya que la falta de el, no es raro, lleva a graves consecuencias para el bienestar espiritual del individuo.

Puesto esto, cumple inicialmente destacar que el sustantivo discernimiento es definido por el diccionario Houaiss como la capacidad de comprender situaciones y de separar lo correcto de lo equivocado. Presupone igualmente la habilidad que un individuo tiene de evaluar las cosas con buen sentido y claridad, juicio y tino. Es también considerado sinónimo de inteligencia y perspicacia y, en recurrencia, antónimo de no discernimiento e inercia. Siendo así, luego se ve que se trata de una capacidad innegablemente básica. Sin embargo, sería un disparate afirmar que el sea encontrado en abundancia en el mundo donde vivimos.

Esclarece el científico social Warren S. Brown que discernimiento es la forma de sabiduría en ver una cuestión a través de una perspectiva singularmente inteligente, y que tiene el potencial de llevar a la solución de un problema concreto o de encuadrarlo de una manera tal que conduzca a la claridad de la cuestión.1

A su vez, el investigador Hazel C. V. Traüffer propone que discernimiento es la regulación del pensamiento de un individuo en la búsqueda de “adquisición y aplicación de conocimiento en la toma de decisiones que sean correctas, justas, y dignas”.2 A propósito, Traüffer y sus compañeros creen que, desde una perspectiva académica, discernimiento está incluido dentro de la disciplina de espiritualidad.3 Y tal afirmación nos da más tranquilidad para abordar el tema en cuestión bajo las lentes de la Doctrina Espírita.

De hecho, la capacidad de discernimiento ha sido asociada al legendario rey de Israel, Salomón, que, basado en su admirable habilidad de hacer lo correcto, justo y de tomar decisiones correctas, ha sido reverenciado, por lo menos por algunos investigadores, como el hombre más sabio que ya vivió en este mundo.4  

Cultura intelectual y perfeccionamiento moral son, según Emmanuel, imperativos de la vida

Sin embargo, cabe destacar que aunque hubiera sido un líder con acentuada capacidad de juicio, Salomón no era perfecto. Pero volviendo a la conexión de discernimiento con el campo religioso, que nos interesa examinar más particularmente, el apóstol Pablo fue enfático al clamar lo siguiente: “Y pido esto: que vuestro amor crezca más y más en ciencia y en todo el conocimiento”.5 Ahora, no es difícil de aprender que el importante misionero de Dios los impulsaba a desarrollar el amor esclarecido, sano y equilibrado.

El Espíritu Emmanuel, de manera similar, argumenta que “Cultura intelectual y perfeccionamiento moral son imperativos de la vida, posibilitándonos la manifestación del amor, en el imperio de la sublimación que nos aproxima de Dios”.6 A fin de cuentas, como él bien pondera: “… el sembrador del Cielo se ausentó de la grandeza a que se acoge y vino hasta nosotros, esparciendo las claridades de la Revelación y aumentándonos la visión y el discernimiento [...] 7. Siendo así, “Aceptar los problemas del mundo y superarlos, a costa de nuestro trabajo y de nuestra serenidad, es la fórmula justa de adquisición del discernimiento”. 8

¿Por lo tanto, en qué aspectos (problemas) podemos colocar en práctica esa capacidad? Allan Kardec nos da una pista importante cuando él indagó a los mentores espirituales lo siguiente: “¿Cómo distinguimos si un pensamiento sugerido procede de un buen Espíritu o de un Espíritu malo?” A lo que ellos prontamente le esclarecieron: “Estudiad el caso. Los buenos Espíritus sólo para el bien aconsejan. Nos compete discernir”.9 La Doctrina Espírita nos esclarece que vivimos en constante permuta mental con las entidades desencarnadas. Al analizar la naturaleza de la sugerencia que nos acuden a la mente podremos saber la polaridad espiritual del emisor invisible.

Pero podemos incluir acciones inteligentes o capacitación para, por ejemplo, observar la realidad tal cual ella es. En ese sentido, basta que observemos las catástrofes y tragedias que asolan nuestro mundo en la actualidad para concluir que algo muy serio está en curso.  

Nuestra opaca visión nos impide, muchas veces, de ver las cosas que desafían el buen sentido

Basta que reparar en la plétora de falsos profetas inmiscuidos en el seno de las religiones, de modo general, vendiendo la fe, desvirtuando las almas incautas, entre otros descalabros. Es también digna de notar la miríada de pseudo-terapeutas – verdaderos lobos humanos - que explotan la ingenuidad humana prometiendo lo que no pueden entregar.

Vale añadir igualmente la tiniebla que hay en nosotros mismos - algo siempre muy duro de admitir. De hecho, el Espíritu Emmanuel observa con sabiduría que: “El comprimido ayuda, la inyección mejora, sin embargo, nunca te olvides de que los verdaderos males proceden del corazón”.10 Sin embargo, nuestra opaca visión nos impide – muchas veces – de mirar las cosas que desafían el bueno sentido. Y es decir tan grave que, no es raro, abarca incluso las naciones como un todo. Un hecho reciente que refuerza esa percepción habla respecto a la prevalecía de la ley del Talión en la ejecución del conocido terrorista Osama Bin Laden. El triste deshecho de esa historia – totalmente divorciada de cualquier ideal cristiano – probablemente redundará en más violencia y destrucción de vidas.

Discernimiento tiene una conexión – en el sentido trascendente que nos proponemos examinar aquí – con la iniciativa de buscar entender la sabiduría divina. Puesto esto, el referido mentor nos recomienda que busquemos nuestra intimidad con sabiduría por medio del estudio y de la meditación de modo a poder captar los arbitres de Dios.11 En ese particular, vale resaltar que el evangelio es el remedio vital para que nuestra salud espiritual sea preservada. Con efecto, Jesús nos advirtió que, si quisiéramos seguirlo – y él fue el que más perfectamente captó el pensamiento divino –, que renunciáramos a nosotros mismos. Tal recomendación claramente sugiere cual es el camino para alinearnos a Dios.

Por extensión, tampoco conseguiremos progresar en nuestra capacidad de discernimiento si no combatiéramos el egocentrismo que generalmente resuma en nosotros. Relata Lucas (17:15) que Jesús curó en determinada aldea a diez leprosos ávidos por sus poderes milagrosos.

Cada uno de nosotros tiene un bagaje personal y también necesidades particulares

De hecho, aún cuando recibimos ayuda de lo más alto nos olvidamos – no raramente – de agradecer o de admitir que todo podría ser mucho más difícil. En contraste, discernimiento envuelve, por ilación, tener o mostrar disposición para el eventual sacrificio y renuncia. Sino, ¿cómo progresar espiritualmente? Por eso, Emmanuel nos incita a servir siempre. Y la caridad es indiscutiblemente un medio eficaz de colocar esa recomendación en práctica.

Discernimiento comprende la necesidad de términos tolerancia con las diferencias. Aunque seamos semejantes, no somos iguales. Cada uno de nosotros tiene un equipaje personal y necesidades particulares. El imperativo de la diversidad está presente, de hecho, en toda la creación.

Por otro lado, fallamos dolorosamente por no ejercitarnos a la autocrítica. A fin de cuentas, nosotros no somos perfectos y, por eso, presentamos aún fallos terribles de carácter, personalidad y valores adorados. Sócrates fue extremadamente inspirado al estimularnos a que nos conociéramos a nosotros mismos. Sin embargo, “Somos pródigos en argumentos para no creer y, así, no tener que cambiar”, conforme observa el Espíritu Ignacio Ferreira.12

Afirma él aunque: “Salud mental es también saber aceptarse con las propias fragilidades, sin, sin embargo, con ellas conformarse”.13 El referido mentor espiritual enfatiza - con indiscutible acierto - que el análisis del tenor de nuestros pensamientos revela nuestras reales intenciones.14 Tal ejercicio de autocrítica nos parece altamente efectivo y proficuo, especialmente cuando se objetiva atacar el centro de nuestros males, es decir, nuestra casa íntima. Vale añadir aquí el inconmensurable poder de auto-ayuda – no conocemos, de hecho, instrumento más eficaz - derivado del Evangelio. Pero, conforme observa el benefactor y las evidencias muestran que él tiene razón: “Pocos son los que buscan auscultar, en profundidad, las lecciones que se encuentran incluidas en el Evangelio”.15

Discernimiento es adquirir serenidad para aceptar vivir con base en valores espirituales

Por otro lado, admitir que no sabemos todo (es decir, que la verdad no es nuestra) nos parece una inteligente forma de expresar el discernimiento. De hecho, buscar la comprensión de las fuerzas y dinámicas que rigen la vida es imprescindible para alcanzar la madurez espiritual. El mismo raciocinio vale para no atribuirse valor a cosas de poca importancia. A fin de cuentas, ¿cómo desarrollemos el discernimiento si somos hedonistas y, en esa condición, maniatados a una vida de placeres que anestesian la mente, entorpecen la sensibilidad y endurecen el corazón?

El hombre moderno, infelizmente, ha sido pródigo en inventar nuevas formas perniciosas de distracción que lo ha llevado a los excesos y adicciones que presentan un efecto igualmente alienante a las criaturas, tal como la perversa drogadicción y el alcoholismo. Es el caso de las personas que tienen verdadera obsesión por juegos de vídeo games, redes de Internet, webs de chats, conversaciones o mensajes por el móvil etc. Superando en ancha medida los límites de lo razonable e hiriendo la noción de equilibrio, esas criaturas quedan horas y horas completamente embriagadas por distracciones paralizantes – auténticos viciados como así atestiguan los especialistas – que las impiden de volar por medio del pensamiento sano y de la meditación inspirada. Por lo tanto, discernimiento es saber priorizar el tiempo - que, por señal, anda cada vez más escaso por causa de jornadas de trabajo excesivas y crecientes obligaciones – para cosas que nos agreguen sabiduría. Como dice el Espíritu Ignacio Ferreira, “Evolucionar es promover la reeducación del espíritu”.16

En la perspectiva a que nos proponemos discurrir sobre el discernimiento, cabe una reflexión sobre la necesidad de eliminar la revuelta y la indignación con todo y con todos. No hay como negar que el mundo está lleno de imperfecciones, fallos, desajustes, injusticias e incoherencias debido a lo que somos en la intimidad. Jesús ciertamente espera nuestro esfuerzo y empeño en ser mejores. De ese modo, discernimiento es adquirir serenidad y paz interior para aceptar vivir con base en valores espirituales. Concluyendo, debemos usar los dilatados recursos que el Espiritismo nos ofrece y aplicarlos en la ampliación de nuestra cognición (es decir, percepción, juicio y comprensión) del mundo y, sobre todo, de nosotros mismos.

 

Notas bibliográficas: 

1.      BROWN, W.S. Seven pillars of the house of wisdom. In R.J. STERNBERG e J. JORDAN (Eds.), Handbook of wisdom: psychological perspectives. New York, NY: Cambridge University Press, 2005, p. 355. 

2.      TRAÜFFER, H.C.V. Towards an understanding of discernment: a 21st-century model of decision making”, unpublished doctoral dissertation, Regent University, Virginia Beach, VA, 2008, citado em TRAÜFFER, H.C.V., BEKKER, C., BOCÂRNEA, M., e WINSTON, B.E. Towards an understanding of discernment: a conceptual paper. Leadership & Organization Development Journal, Vol. 31, No. 2, 2010, p. 178.

3.      TRAÜFFER, H.C.V., BEKKER, C., BOCÂRNEA, M., e WINSTON, B.E. Towards an understanding of discernment: a conceptual paper. Leadership & Organization Development Journal, Vol. 31, No. 2, 2010, p.177.

4.      Ibidem, p. 181.

5.      Filipenses, 1: 9.

6.      XAVIER, F.C. (Pelo Espírito Emmanuel). Fonte viva. Versão digital. FEB, 2008, p. 104.

7.      Ibidem, p. 75.

8.      Ibidem, p. 121.

9.      KARDEC, A. O livro dos Espíritos. (Tradução de Guillon Ribeiro). Versão digital. FEB, 2007, p. 170, Questão 464.

10.  XAVIER, F.C. Op. cit, p. 98.

11.  Ibidem.

12.  BACELLI, C.A. (Pelo Espírito Inácio Ferreira). Saúde mental à luz do Evangelho. Uberaba, MG: Livraria Espírita Edições “Pedro e Paulo”, 2010, p. 92.

13.  Ibidem, p. 60.

14.  Ibidem, p. 35.

15.  Ibidem, p. 80.

16.  Ibidem, p. 162.
      

 


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