WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 232 – 23 de Octubre de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 24)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Con qué finalidad Dios pone al niño bajo la tutela de los padres? ¿Es la paternidad una misión?

B. ¿Progresan también los animales? ¿Existe en ellos un principio inteligente que sobrevive a la muerte corporal? ¿Cómo se llama y qué le sucede después del trance de la muerte?

C. ¿En qué momento de su existencia el Espíritu adquiere la conciencia de su futuro, la distinción del bien y del mal, y la responsabilidad de sus actos?

D. El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre ¿puede encarnar en un animal?

E. La enseñanza de que el Espíritu se elabora pasando por los diversos reinos de la Naturaleza ¿no es la confirmación de la Doctrina de la metempsicosis?

Texto para la lectura

317. ¿Puede el Espíritu fallar en su misión, por su culpa? – Sí; si no es un Espíritu superior. En ese caso, tendrá que reiniciar su tarea; en eso consiste el castigo; además, sufrirá las consecuencias del mal que haya sido causa. (L.E., 578 y 578-a)

318. ¿Sabe Dios si el Espíritu saldrá victorioso en su misión? – Él lo sabe, estad seguros, y sus planes, cuando son importantes, no dependen de aquellos que puedan abandonar la obra en medio del trabajo. Para vosotros, toda la cuestión está en el conocimiento del futuro que Dios posee, pero que no os es dado a vosotros.  (L.E., 579)

319. El Espíritu que encarna para cumplir una misión no tiene las mismas aprensiones que aquellos que lo hacen como una prueba, porque él tiene experiencia. (L.E., 580)

320. La misión de los misioneros que se equivocan y que, al lado de grandes verdades difunden grandes errores, fue falseada por ellos mismos. Están en verdad, por debajo de la tarea que emprendieron. Sin embargo, es necesario tener en cuenta las circunstancias: Los hombres de genio deben hablar según los tiempos, y una enseñanza que parece errónea o pueril para una época adelantada podría ser suficiente para su siglo. (L.E., 581)

321. El conquistador es, la mayoría de las veces, sólo un instrumento del que Dios se sirve para el cumplimiento de sus designios, y esas calamidades son muchas veces un medio de hacer progresar a un pueblo más rápido. (L.E., 584)

322. Cada uno es recompensado según sus obras, el bien que deseó hacer y la rectitud de sus intenciones. (L.E., 584-a)

323. Todo es transición en la Naturaleza, por el hecho mismo de que nada es semejante, y sin embargo, todo se relaciona. Las plantas no piensan, y por consiguiente no tienen voluntad. La ostra que se abre y todos los zoófitos no tienen pensamiento: sólo poseen un instinto natural y ciego. (L.E., 589)

324. Hay – en las plantas – una especie de instinto: eso depende de la extensión que se atribuya a esa palabra; pero es puramente mecánico. Cuando en las reacciones químicas veis unirse dos cuerpos, es que ellos se adecuan; quiere decir, que hay afinidad entre ellos, pero no lo llamáis instinto. (L.E., 590)

325. Todo es más perfecto – en los mundos superiores -: pero las plantas son siempre plantas, como los animales son siempre animales y los hombres siempre hombres. (L.E., 591)

326. El hombre es un ser aparte, que a veces desciende muy bajo, o que puede elevarse muy alto. En lo físico, el hombre es como los animales, y menos provisto que muchos de ellos; la Naturaleza les dio todo aquello que el hombre está obligado a inventar con su inteligencia para proveer a sus necesidades y su conservación. Su cuerpo se destruye como el de los animales, es cierto, pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender, porque sólo él es completamente libre. (L.E., 592)

327. Es verdad que el instinto predomina en la mayoría de los animales, pero ¿no veis que hay los que actúan con una voluntad determinada? Tienen inteligencia, pero es limitada. (…) Hay en los animales una especie de inteligencia, pero cuyo ejercicio está concentrado  con mayor precisión en los medios de satisfacer sus necesidades físicas y proveer a su conservación. (L.E., 593)

328. ¿Tienen lenguaje los animales? – Si pensáis en un lenguaje formado por palabras y sílabas, no; pero un medio de comunicarse entre ellos, sí. Se dicen muchas más cosas de las que suponéis, pero su lenguaje es limitado, como las ideas, a sus necesidades. (L.E., 594)

329. Los animales que no poseen voz, se comprenden por otros medios. (L.E., 594-a)

330. Los animales no son simples máquinas, como suponéis, pero su libertad de acción está limitada a sus necesidades, y no pude ser comparada con la del hombre. (...) Su libertad está restringida a los actos de la vida material. (L.E., 595)

331. El alma de los animales conserva, después de la muerte, su individualidad, pero no la conciencia de sí misma. La vida inteligente permanece en estado latente. (L.E., 598)

332. El alma de los animales no puede elegir la especie en la que prefiere encarnar; no posee libre albedrío. (L.E., 599)

333. Los animales progresan por la fuerza de las cosas; y por esto no existe expiación para ellos. (L.E., 602)

334. ¿Es la inteligencia un punto común entre el alma de los animales y la del hombre? – Sí, pero los animales sólo tienen la inteligencia de la vida material; en los hombres, la inteligencia genera la vida moral. (L.E., 604-a)

335. El hombre no tiene dos almas, pero el cuerpo tiene sus instintos que son el resultado de la sensación de los órganos. Hay en el hombre una naturaleza doble: La naturaleza animal y la espiritual. Por su cuerpo participa de la naturaleza de los animales y de sus instintos; por su alma, participa de la naturaleza de los Espíritus. (L.E., 605)

336. El alma del animal y la del hombre son distintas entre sí, de tal manera que la de un hombre no puede animar el cuerpo creado para el otro. (L.E., 605-a)

337. Los animales toman el principio inteligente que constituye su alma del elemento inteligente universal. De esta manera, la inteligencia del hombre y de los animales emanan de un principio único: pero en el hombre pasó por una elaboración que la eleva por encima de la de los brutos. (L.E., 606 y 606-a)

338. La Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El período de la humanidad comienza en general, en mundos todavía más inferiores. Sin embargo, ésa no es una regla absoluta, y podría suceder que un Espíritu, desde su inicio humano, fuese apto para vivir en la Tierra. Ese caso no es frecuente, y sería más bien una excepción. (L.E., 607-b)

339. Una vez en el período de la humanidad, el Espíritu conserva señales de lo que era en el período pre-humano sólo en las primeras encarnaciones humanas. Esos vestigios sin embargo, se borran con el desarrollo del libre albedrío. Nada se realiza en la Naturaleza por transición brusca. Hay siempre eslabones que unen los extremos de las cadenas de los seres. Los primeros progresos sólo se efectúan muy lentamente porque no están secundados por la voluntad. Son más rápidos a medida que el Espíritu adquiere una más perfecta conciencia de sí mismo. (L.E., 609)

340. El hombre puede ser considerado un ser aparte en la Creación, sólo en el sentido de que la especie humana es la única que Dios eligió para la encarnación de los seres que pueden conocerle. (L.E., 610)

341. Desde que el principio inteligente alcanza el grado necesario para ser Espíritu y entrar en el período de humanización, deja de tener relación con su estado primitivo y ya no es el alma de los animales, como el árbol no es la semilla. El hecho de que los seres vivos tengan un origen común no significa pues, la consagración de la metempsicosis. De animal sólo hay en el hombre el cuerpo y las pasiones que nacen de la influencia del cuerpo y del instinto de conservación inherente a la materia. Por lo tanto, la metempsicosis, como la entienden, no es verdadera. (L.E., 611)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Con qué finalidad Dios pone al niño bajo la tutela de los padres? ¿Es la paternidad una misión?

La paternidad es, sin objeción posible, una verdadera misión y, al mismo tiempo, un deber muy grande y que compromete, más de lo que el hombre piensa, su responsabilidad para el porvenir. Dios colocó al hijo bajo la tutela de los padres a fin de que estos lo guíen por la senda del bien, y les facilitó la tarea dándole a aquél una organización débil y delicada, que lo vuelve receptivo a todas las impresiones. (El Libro de los Espíritus, preguntas 582 y 583.)

B. ¿Progresan también los animales? ¿Existe en ellos un principio inteligente que sobrevive a la muerte corporal? ¿Cómo se llama y qué le sucede después del trance de la muerte?

Sí, los animales también progresan. Hay en ellos un principio independiente de la materia que sobrevive al cuerpo, al que podemos llamar alma, aunque existe entre el alma de los animales y la del hombre una distancia inmensa. Después de la muerte, las almas de los animales conservan su individualidad y viven una especie de erraticidad hasta que, después de clasificadas, vuelven a una nueva existencia corpórea. (Obra citada, preguntas 597, 598, 600 a 606.)

C. ¿En qué momento de su existencia el Espíritu adquiere la conciencia de su futuro, la distinción del bien y del mal, y la responsabilidad de sus actos?

En una serie de existencias que preceden el período que llamáis Humanidad, el principio inteligente se elabora, se individualiza poco a poco y se ensaya para la vida, en un trabajo preparatorio, como el de la germinación, a consecuencia del cual sufre una transformación y se convierte en Espíritu. Entonces, entra en el período de la humanización, en el cual comienza a tener conciencia de su futuro, capacidad de distinguir el bien del mal y la responsabilidad de sus actos. (Obra citada, preguntas 607, 607-a, 607-b y 608.)

D. El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre ¿puede encarnar en un animal?

No, pues eso sería retrogradar y el Espíritu no retrocede. (Obra citada, preguntas 612 y 613.)

E. La enseñanza de que el Espíritu se elabora pasando por los diversos reinos de la Naturaleza ¿no es la confirmación de la Doctrina de la metempsicosis?

No. Dos cosas pueden tener el mismo origen y absolutamente no asemejarse más tarde. ¿Quién reconocería al árbol con sus hojas, flores y frutos, en el germen amorfo contenido en la semilla de donde surgió? Desde que el principio inteligente alcanza el grado necesario para ser Espíritu y entrar en el período de la humanización, ya no guarda relación con su estado primitivo y ya no es el alma de los animales, como el árbol ya no es la semilla. De animal sólo hay en el hombre el cuerpo y las pasiones, que nacen de la influencia del cuerpo, y del instinto de conservación inherente a la materia. No se puede pues, decir que tal hombre es la encarnación del Espíritu de tal animal. Por consiguiente, la metempsicosis como la entienden, no es verdadera. (Obra citada, preguntas 611 a 613.) 

 

 

Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita