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Año 5 230 – 9 de Octubre de 2011 

JOSÉ LOURENÇO DE SOUSA NETO

lourencobh@gmail.com

Belo Horizonte, MG (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

La importancia de la planificación para las instituciones espíritas
 

 

– Usted podría decirme, por gentileza, ¿cómo yo hago para salir de aquí?

– Eso depende mucho de para dónde usted pretende ir – dijo el Gato.

– Para mí es igual para dondequiera que sea... – respondió Alice.

– Entonces, poco importa el camino que usted tome – dijo el Gato.

–... con tal de que yo llegue a algún lugar... – añadió Alice, explicándose mejor.

– Ah, entonces usted llegará allá si continua andando bastante... – respondió el Gato.

 

(Alice no País das Maravilhas; Lewis Carroll.)

 

Introducción


En nuestras actividades, tanto dentro de empresas como en la docencia, encontramos varias alegaciones para no adoptar la práctica de la planificación. Todas ellas refutables, unas más fácilmente que otras. En el contexto de las instituciones espíritas, y, creemos, no es privilegio
del medio kardecista, eso se acentúa con el prejuicio contra ciertos términos, no interpretados adecuadamente o no “traducidos” para el argot del medio.


Nuestro propósito, aquí, es analizar, sucintamente, algunas de esas alegaciones e intentar apuntar el otro lado, incentivando instituciones y sus dirigentes a mirar con más complacencia para un recurso que puede ayudarlos inmensamente.


Sobre las dificultades para planificar


Siempre que se habla de planificación, una serie de faltas es levantada. Más o menos comunes a todas las instituciones/organizaciones, ocurren especialmente entre las de pequeño porte. Creemos que eso ocurre por las propias características del pequeño
emprendimiento. Estructura enjuta, número limitado de colaboradores, recursos reducidos acaban por sobrecargar al dueño o dirigente, que debe ser el principal interesado y conductor del proceso de planificar. Sin embargo, aún en un análisis ligero y superficial, tales contrapuntos traen, en sí, sus refutaciones. Analicemos algunos.


Falta de tiempo
– una de las alegaciones más comunes, la escasez del tiempo alcanza a todos, independientemente del tamaño. Tal vez en el pequeño negocio eso sea más agudo, por la concentración de la multiplicidad de tareas con el dueño/dirigente, como es expuesto  arriba. El recurso más escaso es, sin embargo, lo que más demanda planificación. La prioridad de actividades es fundamental, y a veces vital, para que las providencias importantes no dejen de ser tomadas. Y no se hace eso, de forma correcta, sin una agenda adecuada. Y esa agenda, de ser bien estructurada, está dentro de un contexto mayor de planificación.


La falta de esa agenda – de la distribución correcta del tiempo –, lleva al engaño de tomarse la agitación, el movimiento y carreras de un lado para el otro como siendo realización, lo que, definitivamente, no es. Mucha energía, y mismo tiempo y dinero, es gastado en tareas fuera de prioridad o sin conexión con el propósito principal.


Falta de conocimiento técnico
– esa alegación viene acompañada de la idea equivocada de que toda planificación sólo puede ser hecha por profesionales especializados, envolviendo, a veces, consultoras, prácticas, sistemas sofisticados y caros. Eso forma parte, probablemente, de la mística que reviste algunas prácticas administrativas, que buscan mucho más a una cierta “reserva de mercado”  que atender a una realidad.


Existe planificación y planificación. Tratándose de un gran proyecto, envolviendo grandes volúmenes de dinero y otros recursos (equipamientos, instalaciones, personas etc.), alto nivel de complejidad (científica y tecnológica), evidentemente que la planificación
exigirá una preparación tal que escapa de las condiciones del individuo no especializado. Pero, en la mayoría de las veces, no es de eso que se trata. Pequeños proyectos, aunque alcancen, en su realización, un gran número de interesados, no demandan más que el conocimiento de unas pocas informaciones, obtenidas en incontables libros y artículos a la disposición de quién se interese.


Dentro de las casas espíritas, en el cuerpo de participantes y voluntarios, no es común encontrar personas que tienen conocimiento y práctica de planificación. Aún entre laicos absolutos, se puede hallar colaboradores que, con un poco de esfuerzo y buena voluntad, aprendan sobre
conceptos y técnicas adecuadas y las puedan implantar en sus instituciones. En ese sentido, falta mucho más interés en aprender, porque no deja de ser una tarea que demanda esfuerzo, más que realmente “conocimiento técnico”.


Planear es cosa para grandes organizaciones, que tienen muchos trabajadores y dinero para contratar agencia especializada
– es hecho que las grandes organizaciones invierten en planificación, con personal propio y/o contratado. Tal vez por eso aún sean grandes. Pero es engañoso defender que sólo ellas pueden hacer eso. Tratándose de conocimiento, ya lo abordamos arriba. Refiriéndose a recursos reducidos (sea allá lo que sea que se entienda por recursos), no es difícil entender que, si es importante planear el uso de lo que es (o parece ser) abundante, mucho más lo es que es poco (o parece poco).

Siguiendo la línea de raciocinio arriba, es fácil de entender que mientras más escasas las condiciones, recursos, oportunidades etc., más criterio e inteligencia deben ser empleados en su utilización. Y eso no se hace sin planificación. En ese aspecto, muchas veces falta capacidad creativa, de improvisación, del dueño/dirigente. Para hacer una investigación de mercado, por ejemplo, la organización que tiene caja suficiente puede contratar una empresa especializada, que existen varias. El pequeño emprendedor, con el auxilio de un guión básico que puede ser cogido de libros de fácil acceso, artículos y sugerencias en internet, o apoyo de entidades como el SEBRAE, puede elaborar un pequeño cuestionario y, de papel y bolígrafo en la mano, ponerse en campo para conseguir las informaciones que le interesan.


Es inútil planear – las incertidumbres siempre ocurren y tiran por tierra todo esfuerzo en ese sentido.
– No tenemos recelo de afirmar lo opuesto – exactamente a causa de las incertidumbres, planear es fundamental. Si con tanto viento contrario es difícil alcanzar el norte, sin brújula, timón, remadores, velas adecuadas, es imposible (a menos que se cuente con el factor suerte, pero nadie, equilibrado, se lanza al mar contando sólo con esto). Mientras más inciertas, o adversas las circunstancias, más se demanda planificación. Amir Klink dejó relatos ricos sobre el tiempo y la complejidad de la planificación realizada antes de cualquiera de sus tareas.


La planificación no evita, o anula, las situaciones desfavorables, pero ayuda, y mucho, a enfrentarlas. La creación de escenarios (una de las herramientas del proceso de planear) puede dejar la organización mejor preparada para dirigirlas, si y cuando ocurran.


Ivan R. Franzolim, alertando para el hecho de que planear “es la parte generalmente de más negligencia, determinando gran pérdida de tiempo en el futuro”, añade: “La planificación es lo opuesto de la improvisación. Ningún trabajo debería ser hecho sin
preparación, utilizándose de los medios inmediatamente disponibles, pues eso contribuye para el aumento de deficiencias que acarrearán insatisfacción (de quienes hace y de quienes usa), pérdida de tiempo y resultados por debajo de lo posible, llevando, por su parte, a la necesidad de hacerse nuevamente esto es, al trabajo, aumentándose los perjuicios”. (FRANZOLIM, 2011)


Sea por la amonestación de Séneca – “Cuando se navega sin destino, ningún viento es favorable” –, sea por la respuesta del Gato a Alice, de un modo o de otro, va a darse en algún lugar. Resta saber si es a ese lugar que se pretende llegar.

El obstáculo “espírita”


Otras justificaciones contrarias a la planificación pueden ser tenidas, además de las de arriba, pero igualmente refutadas. Nos Gustaría, sin embargo, de tejer algunos comentarios sobre una, típica del medio espírita (colocamos espírita entre comillas, en el subtítulo, porque no se trata de
un obstáculo sostenido doctrinariamente, pero sí de la posición de espíritas, sin, según entendemos, un estudio más sensato del asunto). Se trata del usado llavón: “¡Necesitamos confiar en la Espiritualidad!” – y sus variantes: “es preciso tener fe”; “entramos con la buena voluntad y dejamos el resto por cuenta de los Espíritus”; “somos meros servidores – la planificación es del Plano Mayor”, etc.


No debe haber duda en cuanto a la importancia de contar con el auxilio de los Espíritus, pero eso no implica esperar que ellos hagan el trabajo que toca a los encarnados. Si en el Plano Mayor, las acciones y direcciones de los recursos son planeadas sensatamente, en el plano
físico, el mismo cuidado es esperado, para providencias adecuadas y el uso correcto de los recursos aportados. No importa el tamaño de la tarea, frente a todo lo propuesto por lo Alto. No se entiende que los Espíritus esperen de los hombres un comportamiento mecánico, robotizado. Ya porque conocimiento implica responsabilidad, y una respuesta adecuada a un emprendimiento propuesto de arriba exige reflexión y planificación.


Dinero, por ejemplo, es siempre recurso escaso, por su propia naturaleza. A menos que se crea que la espiritualidad lo “fabrique” (¡y ahí estaríamos hablando de falsificación!, o emplee prestidigitación, quitando monedas de donde ellas no existen), y el buen sentido refuta
ambas posibilidades, a la misma espiritualidad se debe hacer la pregunta tan terrena:  “– ¿Dónde y cómo invertir?”. Y es difícil creer que (y aquí, tal vez, haya una posición personal de este autor) ella dirija recursos para grupos o instituciones no preparadas o inconsecuentes (no nos referimos a propósitos educativos que se pueda tener en vista, que no es el asunto de estas consideraciones).


Otro ejemplo: trabajadores, voluntarios o no, que pueden ser mucho mejor buscados, atraídos y colocados, cuando se sabe lo que se quiere y lo que debe ser hecho para alcanzar el objetivo. Así como la mano de obra ya interna, que puede ser más bien aprovechada y motivada. El ejercicio de liderazgo queda más fácil, o menos difícil, como se quiera, si hay un plan, un mapa que oriente sobre rumbos y medidas que tomar. Tal vez quepa aquí una alerta: una buena preparación, consciente, responsable y que busque inspiración superior, vía oración y otros medios conocidos de los espíritas, hacen la casa más preparada para contribuir con la Espiritualidad Mayor y, por tanto, posible destinataria de recursos para buenos emprendimientos. Pero la no preparación, la irresponsabilidad y el espíritu aventurero o temerario pueden, también, predisponer a otro tipo de “asistencia”, abriendo camino para obsesiones y mistificaciones, lo que no debe ser del interés de ninguna institución que se precie.


La planificación y la Gestión Estratégica


Diferente de las demás formas de planificación, que tienen foco limitado a una u otra tarea o propósito muy específico, “la planificación estratégica significa pensar la organización como un todo en su relación con el ambiente en una perspectiva de futuro; es ver el todo
antes de las partes. Crear una visión de futuro y los medios de alcanzarlo” (disponible en http://www.idisc.net/en/Publication .323.html, accedido en 13/06/2011; autor no informado; paréntesis nuestro).


Por su alcance, tanto el tiempo (no se hace planificación estratégica para corto plazo), como por contemplar todos los aspectos del emprendimiento (propósitos, recursos etc.), la Planificación Estratégica implica una visión sistémica y lleva a la búsqueda de acciones
integradas y sinérgicas. Considerando conceptos importantes, como visión, misión y valores, análisis SWOT (o FOFA: fuerzas/flaquezas, oportunidades/amenazas), establecimiento de objetivos y elaboración de estrategias, tácticas y planes de acción, la Planificación Estratégica envuelve toda la Organización.

Es también camino para que se avance para una dirección más amplia y sofisticada, la Gestión Estratégica, más sintonizada con la complejidad de los tiempos actuales. En el decir de Mauro Calixta Tavares (2000, pg. 22), la “gestión estratégica se diferenció por el abordaje integro y equilibrado de todos los recursos de la organización para la consecución de sus fines”.


La Gestión se distingue de la Planificación Estratégica, aunque sean mutuamente dependientes: “El concepto de gestión estratégica es mucho más amplio que el de planificación estratégica. Engloba desde las evaluaciones de diagnósticos y de prontitud, la estructuración del
proceso de planear y formular un propósito compartido para la organización, la elección de estrategias, la fijación de metas y desafíos, hasta la atribución de responsabilidades para el detalle de los planes y proyectos y para conducir y acompañar las etapas de su implantación”. (COSTA, 2003, pg. 54)


El abordaje estratégico puede hacer el futuro menos incógnito, al permitir alguna forma de participar de su creación, por lo menos parcialmente. Como puntuó Ackoff (1981, pg. 15), “la planificación se basa en la creencia de que el futuro puede ser mejorado por una intervención
activa en el presente”, reforzado por Vasconcellos Fº. y Pagnoncelli (2001, pg. 31): “es un proceso que moviliza la empresa para escoger y construir su futuro”.


En el ámbito de las instituciones espíritas, creemos que el abordaje estratégico – planificación y gestión – puede ser de gran utilidad. Considerando la vasta cantidad de aspectos que necesitan ser dirigidos, conforme catalogados en el guión “Orientación al
Centro Espírita”, de la FEB, la filosofía de trabajo propuesta puede facilitar bastante la vida y misión de los dirigentes y líderes en general, y está en consonancia con la recomendación de Kardec: "(...) Para hacer algo serio, es necesario someterse a la necesidades impuestas por las costumbres de la época en que se vive; esas necesidades son bien diferentes de aquellas de los tiempos de vida patriarcal y el propio interés del Espiritismo exige que se calculen los medios de acción, a fin de que el camino no se interrumpa por la mitad. Hagamos, por lo tanto, nuestros cálculos, ya que vivimos un siglo en que es necesario saber contar". ALLAN KARDEC (Testamento Filosófico – 1868; Acerca de la nueva organización de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, El Libro de los Médiums.) (Citado en “Orientación al Centro Espírita”, FEB, 2007, pg. 81.)


En la cuestión del trabajo voluntario, aún tan mal comprendida y abordada, puede suministrar medios para un mejor aprovechamiento, dirección y motivación de esa mano de obra. Teniendo varias dimensiones, además de la satisfacción personal (SAMPAIO, 2010, pg. 210), la gestión del
trabajo voluntario puede tropezar en escollos (selección y afectación inadecuada de estos colaboradores) y trampas (voluntario “voluntarioso”, que entiende de trabajar a “su forma”, a veces en franca oposición a la normas de la institución, sólo porque no es remunerado). Estos aspectos, entre otros, pueden ser más bien tratados estratégicamente.


Jesús fue juicioso en cuanto a la importancia de la planificación: “¿Pues cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a hacer las cuentas de los gastos, para ver si tiene con qué a acabar? Para que no ocurra que, después de haber puesto los cimientos, y no pudiéndolos acabar, todos los que lo vieron comenzaron a burlándose de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no puede acabar.” (Lc 14:28-30)


... Y en cuanto a nuestra responsabilidad: “Llamándolo, le dijo: ¿Qué es eso que oigo a tu respecto? Presta cuentas de tú administración…” (Lc 16:2)


Conclusión


Creemos que las instituciones espíritas pueden apropiarse, más de lo que ya lo hacen, de herramientas del medio empresarial. Debidamente adaptadas, calibradas por la óptica doctrinaria y evangélica, tales herramientas pueden ser de gran ayuda en la dirección de las casas espíritas. De todos los tamaños y con los más variados propósitos, pueden todas beneficiarse.


El abordaje estratégico – planificación y gestión – tal vez sea uno de los más ricos, por su amplitud y por la implicación de todos – sectores, personas – que propicia (hasta, exige).


Si cabe una reseña, llamamos la atención para la transposición de algunos términos comunes en el medio empresarial para un “lenguaje espírita” (si podemos expresarnos así), para evitar rechazos mucho más de preconceptos que fundamentados. En nuestra experiencia
encontramos dificultad en llevar a algunos compañeros de la doctrina conceptos como “negocio”, entre otros, buscando por ellos cómo siendo únicamente el intercambio comercial, financiero.


La sustitución de citas de libros técnicos por equivalentes de la doctrina, capturados en Kardec, Emmanuel, André Luiz, Joanna de Ângelis y tantos otros, además de la Biblia, puede aceptar ese proceso de comunicación, que aún constituye, infelizmente, gran barrera entre los trabajadores.



Bibliografia:


ACKOFF, Russel L. Planejamento Empresarial. Rio de Janeiro: Livros Técnicos e Científicos, 1981.

COSTA, Eliezer Arantes da. Gestão Estratégica. São Paulo: Saraiva, 2003.

FEB e Conselho Federativo Nacional. Orientação ao Centro Espírita. Rio de Janeiro: FEB, 2007.

FRANZOLIM, Ivan René. Como administrar melhor o Centro Espírita. Disponível em http://www.espirito.org.br/portal/artigos/diversos/movimento/como-administrar-melhor.html; acessado em 12/06/2011.

SAMPAIO, Jáder dos Reis. Voluntários: um estudo sobre a motivação de pessoas e a cultura em uma organização do terceiro setor. Franca/SP: Unifran, 2010.

TAVARES, Mauro Calixta. Gestão Estratégica. São Paulo: Atlas, 2000.

VASCONCELOS Fº., Paulo de e PAGNONCELLI, Dernizo. Construindo Estratégias Para Vencer! Rio de Janeiro: Campus, 2001.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita