WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 5 223 – 21 de Agosto de 2011 

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Vavá, el venadito
desobediente

 

Cierta ocasión, en un gran bosque, nació un venadito que era toda la alegría de sus padres. Él fue creciendo y, con el tiempo, se hizo muy, pero muy curioso.  La mamá, llena de cuidados, lamiendo su pelo suave con cariño, decía:

— Hijo mío, juguetea con tus amigos aquí cerca, no vayas para lejos. ¡El bosque está lleno de peligros y tú aún eres pequeño y no sabes defenderse!  

Más allá de curioso, el...era también desobediente.

Así, un día él despertó, extendió las largas piernas y, mirando el lindo sol que brillaba allá en lo alto, decidió pasear por el bosque. Vavá tenía curiosidad de conocer otros lugares, de ver animales diferentes.

Así, él comenzó a andar por el bosque. Él miraba, admirado, los grandes árboles que parecían tocar el cielo. Habló con los pajaritos, con las mariposas, con un erizo que salía de su escondrijo, con un oso hormiguero  que estaba a la caza de hormigas y con un conejo.

De repente, sus nuevos amigos miraron asustados para un lugar, y gritaron:

— ¡Esconderos!...

Cuando él miró de nuevo, ellos habían desaparecido. Sin entender lo que había ocurrido, el venadito quedó triste. Estaba solo de nuevo.

Pero, de repente, él oyó un rugido asustador. Enseguida, un gran animal apareció. Estaba todo pintado y andaba suavemente.  

Deseando hacer amistad, el venadito hizo mención de aproximarse, pero el animal dio otro rugido, y él, aterrorizado, salió corriendo, ingresando en el bosque, con el otro en su dirección.

Tras mucho correr, cansado y con el corazón saltando, Vavá paró, escondiéndose en medio de la vegetación. En ese momento él se acordó de lo que su madre le hubo dicho: que él debería tener mucho cuidado con el lince pintado, el animal más peligroso del bosque. ¡Entonces, lo que lo perseguía era un lince!...

El venadito se puso a temblar de miedo, pensando. ¿Por qué no oí los consejos de mi madre? ¡Si hubiera escuchado, ahora no estaría allí, aterrado, temiendo ser descubierto en cualquier instante! ¿Y ahora? ¡Estoy perdido!... Si yo salgo de esta, nunca más voy a desobedecer a mi madre, ¡lo prometo!...

Como todo estaba quieto y el venadito no escuchara ruido ninguno, él se animó a salir del escondite.

Irguiendo lentamente las piernas finas y flojas, él miró de un lado y de otro, y nada vio. Entonces, más tranquilo, salió de donde estaba. De súbito, muy cerca de él, oyó un rugido terrible y vio los ojos del felino fijos en él. El lince pintado estaba bien próximo,  preparándose para saltar sobre él. Entonces, el venadito dio un salto y comenzó a correr, hasta que, exhausto, no aguantando más, paró echado al tronco de un árbol, sin fuerzas para continuar huyendo.

Con las piernas trémulas, vio al gran animal aproximarse. Sabía que no tenía más remedio. Iba a morir en las garras del lince.

De repente, él vio un enjambre de abejas que salió de un agujero en el tronco del árbol y partió por encima del lince. Picadura por doquier, el lince no tuvo otro remedio sino huir rápidamente.

El venadito aprovechó la oportunidad y corrió en sentido contrario, tomando el rumbo que lo llevaría de vuelta para casa.

La madre, al verlo llegar todo aterrado, preguntó:

— Hijo mío, ¿por qué estás así, temblando de miedo? ¿Qué ocurrió?

Y el venadito contó a la madre lo que había pasado, terminando por decir:

— ¡Ah, mamá! ¡Fui perseguido por un enorme lince pintado! Gracias a la ayuda de un enjambre de abejas, que lo atacaron, pude escapar.  

La madre lo miraba con expresión amorosa:

— ¡Gracias a Dios, hijo mío, tú volviste sano y salvo! ¿Estás viendo? Es peligroso aventurarse solo por el bosque, especialmente tú que eres muy joven aún y sin experiencia. Si no fuera por las abejas tú no habrías escapado.           

El pequeño venado, acomodado al lado de la madre, que le lamía el pelo con ternura, concordó:

— Tienes razón, mamá. Ahora yo sé que tú sabes lo que dices, y que debo ser más  obediente. Podría no haber vuelto para casa hoy... y no ver más a mi familia.

Sus ojos estaban húmedos al pensar en esa posibilidad. Después, él miró a la madre, y completó:  

— Madre, creo que todo lo que ocurrió fue importante para mi aprendizaje. Esa aventura me sirvió de lección, para que yo nunca más haga lo que no debo y corra peligros innecesarios.     

MEIMEI
 

(Recebida por Célia X. de Camargo, Rolândia (PR), em 18/7/2011.)



                                                         
                          



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita