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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 221 – 7 de Agosto de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 13)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Experimentan los Espíritus las necesidades y los sufrimientos que afrontan los hombres?

B. ¿Es correcto afirmar que el Espíritu, antes de reencarnar, escoge el tipo de pruebas que desea sufrir?

C. Si el Espíritu escoge las pruebas de su existencia corporal, ¿cómo puede suceder esto en sus primeras encarnaciones, cuando es simple, ignorante e inexperto?

D. ¿Puede un Espíritu bueno reencarnar entre salvajes?

E. ¿Existe entre los Espíritus subordinación y autoridad?

Texto para la lectura 

150. Las percepciones son atributos del Espíritu, pero puede sustraerse a ellas, es decir, puede ver y oír sólo lo que quiere, sobre todo si es un Espíritu elevado, porque los imperfectos oyen y ven a menudo, quieran o no, aquello que puede ser útil a su perfeccionamiento. (L.E., 250)

151. La música de la Tierra es a la música celeste como el canto del salvaje es a una suave melodía. La música celeste, que es todo cuanto la imaginación espiritual puede concebir de lo más bello y más suave, tiene encantos infinitos para los Espíritus debido a sus cualidades sensitivas muy desarrolladas. (L.E., 251) 

152. Hay Espíritus que toman, desde el comienzo, un camino que los libra de muchas pruebas. Pero aquél que se deja llevar por el mal camino corre todos los peligros que éste ofrece. Un Espíritu por ejemplo, puede pedir la riqueza y serle concedida; entonces, según su carácter, podrá volverse avaro o pródigo, egoísta o generoso, o bien entregarse a todos los placeres de la sensualidad. (L.E., 261) 

153. Todos los Espíritus dicen que en el estado errante buscan, estudian, observan, para hacer su elección. El Espíritu puede, por lo tanto, escoger la prueba más ruda y, en consecuencia, la existencia más penosa, con la esperanza de llegar más pronto a un estado mejor, como el enfermo escoge el remedio más desagradable para curarse más pronto. (L.E., 266) 

154. Hasta que llegue al estado de pureza perfecta, el Espíritu tiene que pasar constantemente por pruebas, que no constituyen siempre tribulaciones materiales. Al llegar a cierto grado, aún sin ser perfecto, el Espíritu no tiene que sufrir más, pero tiene deberes que lo ayudan a perfeccionarse y que no son penosos para él, como la tarea de ayudar a otros a perfeccionarse. (L.E., 268)

155. La vocación y la voluntad de seguir una carrera en vez de otra son la consecuencia de la elección de las pruebas y del progreso realizado anteriormente. (L.E., 270) 

156. Hay mundos donde el embrutecimiento y la ferocidad exceden todo lo que existe en la Tierra. La evolución es lenta y gradual. Nadie puede superar de un salto la distancia que separa la barbarie de la civilización. (L.E., 271)  

157. Un hombre que pertenece a una raza civilizada puede, por expiación, reencarnar en una raza salvaje, pero eso depende del género de expiación. Un amo que haya sido duro con sus esclavos, podrá convertirse a su vez en esclavo y sufrir los malos tratos que infligió a otros. Puede también suceder que un Espíritu bueno escoja nacer entre esos pueblos para hacerlos adelantar, y en este caso constituirá una misión. (L.E., 273) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

A. ¿Experimentan los Espíritus las necesidades y los sufrimientos que afrontan los hombres?

Ellos los conocen porque los sufrieron, pero no los experimentan materialmente, como los seres encarnados. Cuando ciertos Espíritus se quejan porque sufren frío o calor, el hecho procede del recuerdo de lo que padecieron durante la vida corporal, reminiscencia no tan aflictiva como la realidad. (El Libro de los Espíritus, preguntas 253, 254, 255, 256 y 257.)

B. ¿Es correcto afirmar que el Espíritu, antes de reencarnar, escoge el tipo de pruebas que desea sufrir?

Sí. Antes de reencarnar, escoge el género de las pruebas por las que pasará y en eso consiste su libre albedrío. Al dar al Espíritu la libertad de elegir, Dios le deja toda la responsabilidad de sus actos y de las consecuencias que éstos tuvieran. Nada estorba su futuro; ante él se abren de esta manera, tanto el camino del bien como el del mal. Si sucumbe, le quedará el consuelo de que no todo ha concluido para él y que la bondad divina le concede la libertad de reiniciar lo que ha hecho mal. (Obra citada, preguntas 258, 258-a, 259, 260, 264 y 266.)

C. Si el Espíritu escoge las pruebas de su existencia corporal, ¿cómo puede suceder esto en sus primeras encarnaciones, cuando es simple, ignorante e inexperto?

Durante esta etapa, Dios suple su inexperiencia trazándole el camino que debe seguir, como lo hacen los padres con sus niños. El Creador lo deja, poco a poco, a medida que su libre albedrío se desarrolla, dueño de escoger y es sólo entonces cuando a menudo se extravía, tomando el mal camino por desatender los consejos de los Espíritus buenos. (Obra citada, preguntas 262 y 262-a.)

D. ¿Puede un Espíritu bueno reencarnar entre salvajes?

Sí. Un hombre perteneciente a una raza civilizada puede, por expiación, reencarnar en el seno de un pueblo todavía salvaje, pero esto depende del género de expiación. También puede suceder que un Espíritu bueno elija nacer entre esos pueblos para hacerlos adelantar, y esto será una misión. (Obra citada, pregunta 273)   

E. ¿Existe entre los Espíritus subordinación y autoridad?

Sí. Los Espíritus tienen, unos sobre otros, la autoridad correspondiente al grado de superioridad que hayan alcanzado, autoridad que ejercen por un ascendiente moral irresistible. (Obra citada, preguntas 274, 274-a, 275, 275-a, 276 y 277.)

 

 

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita