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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 220 – 31 de Julio de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 12)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál es la duración de los intervalos entre las diversas existencias corporales?

B. ¿Qué es un Espíritu errante? ¿También progresa cuando está en la erraticidad?

C. ¿Existen mundos destinados a los Espíritus errantes?

D. ¿Tiene el Espíritu las mismas percepciones que los hombres?

E. ¿Pueden los Espíritus ver a Dios?

Texto para la lectura

129. Pitágoras, como se sabe, no es el autor del sistema de la metempsicosis; lo tomó de los filósofos hindúes y de los egipcios, donde ésta existía desde tiempos inmemoriales. (L.E., 222)

130. La antigüedad de esta doctrina por lo tanto, en  vez de ser una objeción, sería una prueba a su favor. Sin embrago, hay entre la metempsicosis de los antiguos y la moderna doctrina de la reencarnación, la gran diferencia de que los Espíritus rechazan de la manera más absoluta la transmigración del hombre en los animales y viceversa. (L.E., 222)

131. Ciertas personas rechazan la idea de la reencarnación por el único motivo de que no les conviene. (L.E., 222)

132. Las cuestiones relativas al pasado y al futuro de los individuos pueden ser multiplicadas al infinito, porque los problemas psicológicos y morales que sólo encuentran solución en la pluralidad de las existencias, son innumerables. La doctrina de la reencarnación es pues, eminentemente moral y racional. Ahora bien, lo que es moral y racional no puede ser contrario a una religión que proclame a Dios como la bondad y la razón por excelencia. (L.E., 222)

133. El principio de la reencarnación destaca en muchos pasajes de las Escrituras y se encuentra especialmente formulado de manera explícita en el Evangelio. (L.E., 222)

134. La enseñanza de los Espíritus es eminentemente cristiana: Se apoya en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, en el libre albedrío del hombre, en la moral de Cristo, y por lo tanto no es anti religiosa. (L.E., 222)

135. La doctrina de la reencarnación, además de ser lógica y confirmada por los hechos, es la única que explica aquello que sin ella no tiene explicación. Además de esto, es eminentemente consoladora y acorde con la justicia más rigurosa, siendo para el hombre la tabla de salvación que Dios, en su misericordia, le concedió. (L.E., 222)

136. La erraticidad, que es el estado del Espíritu en el intervalo de las diversas encarnaciones, no constituye una señal de inferioridad, pues hay Espíritus errantes de todos los grados. La encarnación es un estado transitorio. (L.E., 225)

137. Como estado, los Espíritus pueden ser: encarnados, o sea, ligados a un cuerpo material; errantes, o sea, desligados del cuerpo y esperando una nueva encarnación para progresar; Espíritus puros, es decir, perfectos y no tienen ya necesidad de encarnación. (L.E., 226)

138. Los Espíritus errantes son más o menos felices o infelices, según sus méritos. (L.E., 231)

139. Cuando deja el cuerpo, el Espíritu aún pertenece al mundo en que vivió, o a un mundo del mismo grado, a menos que durante su vida se haya elevado. Los Espíritus ya purificados vienen a los mundos inferiores con frecuencia, a fin de ayudarlos a progresar; de no ser así, tales mundos estarían abandonados a sí mismos, sin guías que los orienten. (L.E., 233)

140. Hay mundos destinados particularmente a los seres errantes, mundos en los que pueden habitar temporalmente, una especie de campamentos, de lugares donde puedan reposar de una muy prolongada erraticidad, que es siempre un poco penosa. (L.E., 234)

141. Los Espíritus se reúnen en estos mundos con el objetivo de instruirse y de poder obtener más fácilmente el permiso para ir a mejores lugares. (L.E., 235)

142. Estos mundos son transitoriamente estériles: no existe allí la encarnación de Espíritus. (L.E., 236-a y 236-b)

143. La Tierra, durante el período de su formación, sirvió de morada a los Espíritus errantes. Véase pues, que nada inútil existe en la Naturaleza: cada cosa tiene su finalidad y su destino; nada es vacío, todo es habitado, la vida se esparce por todas partes.  (L.E., 236-d y 236-e)

144. Cuanto más se aproximan a la perfección, más saben los Espíritus. Los superiores por lo tanto, saben mucho; los inferiores son más o menos ignorantes en todos los asuntos. (L.E., 238)

145. Los Espíritus ven lo que no vemos y juzgan, por lo tanto, de manera diferente a nosotros; pero esto también depende de su elevación. (L.E., 241)

146. Cuado los Espíritus toman conocimiento del pasado,  es como el presente. Pero ellos no pueden conocerlo todo, empezando por su propia creación. (L.E., 242)

147. Después de la muerte, el alma ve y abarca de una mirada sus migraciones pasadas, pero no puede ver lo que Dios le prepara; para esto es necesario que esté integrada con Él, después de muchas existencias. El conocimiento del futuro depende de la perfección del Espíritu que ve el porvenir más claramente a medida que se eleva. (L.E., 243)

148. Solamente los Espíritus superiores pueden ver y comprender a Dios; los Espíritus inferiores sólo lo sienten y adivinan. Cuando algo no debe ser hecho o una palabra no debe ser dicha, ellos lo sienten como una intuición, una advertencia invisible que los inhibe de hacerlo. (L.E., 244 y 244-a)

149. Para comunicarse con Dios, es necesario merecerlo. Dios transmite sus órdenes a través de los Espíritus que son más elevados en perfección e instrucción. (L.E., 244-b)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál es la duración de los intervalos entre las diversas existencias corporales?

Esos intervalos duran desde algunas horas hasta algunos millares de siglos. Hablando de manera puntual, no hay límite establecido para el estado de erraticidad que puede prolongarse muchísimo, pero nunca es perpetuo. Tarde o temprano, el Espíritu tendrá que volver a una existencia que sirva para purificarlo de las manchas de sus existencias anteriores. (El Libro de los Espíritus, preguntas 223, 224, 224-a y 225.)

B. ¿Qué es un Espíritu errante? ¿También progresa cuando está en la erraticidad?

Espíritu errante es una condición del alma en el intervalo de las encarnaciones. La erraticidad no es en sí misma, una señal de inferioridad de los Espíritus, por cuanto hay Espíritus errantes en todos los grados. Según la Doctrina Espírita se puede decir que son errantes todos los Espíritus que no están encarnados y que aún tienen que encarnar; no obstante los Espíritus errantes también progresan en la erraticidad. (Obra citada, preguntas 224, 227, 230 y 231.)

C. ¿Existen mundos destinados a los Espíritus errantes?

Sí. Existen mundos particularmente destinados a los seres errantes, mundos que les pueden servir de habitación temporal, especie de refugios, de campos para descansar de una muy prolongada erraticidad. (Obra citada, pregunta 234.)

D. ¿Tiene el Espíritu las mismas percepciones que los hombres?

Sí, además de otras de las que entonces no disponía, porque el cuerpo, cual velo sobre ellas lanzado, las oscurecía. La inteligencia es un atributo que cuanto menos trabas tiene que vencer, tanto más libremente se manifiesta en el Espíritu. (Obra citada, preguntas 237, 240, 245, 246, 248, 249 y 249-a.)

E. ¿Pueden los Espíritus ver a Dios?

Únicamente los Espíritus superiores ven y comprenden a Dios. Los inferiores sólo lo sienten y adivinan. (Obra citada, pregunta 244.)

 

 

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