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Año 5 - N° 207 – 1º de Mayo de 2011


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Lo que es capaz de hacer
aquel que no perdona


Es conocida una frase de Allan Kardec, que está en el libro Obras Póstumas, en que el Codificador dice que el hombre frecuentemente es el obsesor de sí mismo.

Ciertos estados enfermos – dijo él – y ciertas aberraciones que se atribuyen a una causa oculta se deben, por veces, simplemente al Espíritu del propio individuo. Las contrariedades que más comúnmente cada uno se concentra en sí mismo, sobre todo los disgustos amorosos, pueden llevar el individuo a cometer muchos actos excéntricos que erraríamos en llevar a cuenta de la obsesión. 

Parece que está ahí, finalmente, la explicación de los lamentables episodios que ocurrieron en el día 7 de Abril en la Escuela Municipal Tasso da Silveira, en Realengo, en Rio de Janeiro, protagonizados por el joven Wellington Menezes de Oliveira.

Textos escritos por el muchacho y divulgados semanas después comprobaron que él actuó movido por el sentimiento de venganza de algo que se dio en aquel mismo ambiente, cuando tenía aproximadamente la edad de las 12 víctimas de su desvariado gesto.

La ocurrencia nos trae, además del sufrimiento que acometió varias familias, diversas lecciones. La primera de ellas nos acuerda las incontables advertencias hechas por Jesús a propósito de la importancia del perdón.

Quien no perdona acarrea para sí mismo consecuencias ruinosas, no sólo para el físico, visto que el resentimiento y el odio se encuentran en la raíz de innumerables enfermedades, pero también para el alma, que puede perturbarse con los propios pensamientos y actuar de manera irresponsable, como explicó Allan Kardec en el texto que arriba nos recordamos.

Enseña la doctrina espirita que la venganza es, aún, la causa de la mayoría de los casos de obsesión, especialmente de los más dolorosos que pueden acometer la criatura humana.

En una de las mejores obras de autoría de Jésus Gonçalves (Espíritu), la novela Perdona, psicografiada por la médium Célia Xavier Camargo, es posible averiguar que la condición post-mortem del criminoso que sinceramente se arrepiente es mucho mejor que la situación de la víctima que no consigue perdonar. Si tal hecho se da cuando están desencarnados, es fácil entender que eso puede también ocurrir cuando están encarnados.

 Tal era, sin duda, el caso del joven Wellington, y eso es perceptible a la vista de lo que dejó publicado, lo que – si asimilamos bien la lección – debe reforzar en la sociedad en que vivimos el sentimiento de que el perdón es la única actitud que debemos tomar delante de las ofensas y de las agresiones recibidas, por cuanto sabemos que, ante la Ley de Dios, es mejor sufrir la agresión a que seamos nosotros el agresor.

Las palabras de Jesús, que tantas veces, ya oímos, deben, pues, resonar para siempre en nuestras mentes y en nuestros corazones:

·       Antes de depositar tu ofrenda, vuelves y reconcíliate con tu adversario en cuanto estás a camino…

·        Perdona no siete veces, pero setenta veces siete…

·        Si alguien te obligar a andar mil pasos, anda dos mil…

 ·        Si una persona te golpear en la faz derecha, ofrécele la izquierda…

·       Ama a tus enemigos, ora por aquellos que te persiguen y calumnian…

·        Padre, perdónenos nuestras deudas así como perdonamos a nuestros deudores…



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita