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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 4 196 – 13 de Febrero de 2011

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

La gula

 

Alfredo era un niño que comía mucho, especialmente todo lo que podía engordar. Estaba siempre con hambre. Verduras, legumbres, frutas y demasiados alimentos saludables, estaban fuera de su lista de alimentos.

La hora de la comida era un drama. La comida hecha con amor por la madre, Elisa, no servía.

— ¡No, no y no!... ¡No como esta porquería! — decía el niño poniéndose a berrear.   

— ¡Mi hijo, la comida está tan gustosa! ¡La

hice con tanto cariño, prueba! Come un poco, por lo menos — decía la madre, intentando convencerlo.

— ¡No! Quiero hamburguesa y patatas fritas.

— Ahora es hora del almuerzo. No es hora de merendar — afirmaba la madre, llena de paciencia.

— ¡Pero yo quiero, quiero y quiero! — gritaba el chico indisciplinado.

— ¡Mi hijo, si continuas así, luego tú estarás gordo como un globo!

— ¡No vale! ¡Me Gusta la hamburguesa, patatas fritas, palomitas, helados, chocolate y refrescos! ¡Esa historia de legumbres, verduras y frutas, yo no como de ninguna manera!

Elisa, desanimada delante del griterío del hijo, acababa cediendo.

Además de eso, a Alfredo no le me gustaba moverse. Prefería quedar sentado delante del ordenador o de la televisión. Entonces, el tiempo pasó y él fue engordando cada vez más.

En las actividades deportivas de la escuela, Alfredo no conseguía hacer ejercicios porque se cansaba con facilidad; en las carreras, era siempre el último. En los

equipos de fútbol y de baloncesto, nadie lo quería, porque él no corría, no chutaba, no cogía balones.

Cierto día Alfredo llegó a la casa con la cabeza baja, triste. Sentado en la calzada, estaba un chico que él ya vio en la escuela, y que parecía tan triste como él. Entonces, en un impulso, se sentó cerca del chico y empezó una conversación:  

— ¡¿Todo bien, chico?! Tú me pareces triste... Yo soy Alfredo. ¿Y tú?

El niño miró para Alfredo espantado. Era muy pobre, bien flaco y pálido.

— Rogério. Estoy sin comer hace dos días. Nada tenemos en casa y decidí salir para conseguir alguna cosa.      

Al oírlo hablar, Alfredo bajó la cabeza, avergonzado, pensando que en su casa nunca faltaba que comer; al contrario, había comida en exceso. Mirando para el otro, él sintió más vergüenza aún. Deberían tener casi la misma edad, pero el niño era delgado, y él, enorme.

— ¡Rogério, ven conmigo! — dijo Alfredo, tomando una decisión.

Entraron y Alfredo explicó la situación para la madre, que inmediatamente arregló una comida y la dio al niño. Enseguida, ella quiso saber la situación de la familia. Rogério le dio la dirección y contó que la madre de él estaba enferma y el padre, que era minero, desempleado.

Después, Elisa le entregó una bolsa con alimentos para la familia. El chico lo agradeció y se despidió, con la promesa de ella de visitarlos al día siguiente.

Después de la salida del niño, Alfredo dijo para la madre:   

— ¡Ah, mamá! Quedé muy avergonzado delante del problema de Rogério. ¡Él sin comida, con hambre, y yo comiendo tanto! Tú tenías razón. Yo como mucho y engordé bastante, y eso me dificulta en la escuela, con los compañeros... ¡finalmente, en todo!

La madre se sentó cerca de él y dijo con cariño:

— Alfredo, lo que sobra para unas personas falta para otras. Es un buen comienzo que tu hayas reconocido eso. Pero, para cambiar, es preciso determinación y firmeza. Tú necesitas mirar tu problema de frente, para tomar actitudes que te ayuden de hecho.

— Tienes razón, mamá. No me siento bien; estoy siempre cansado, sin disposición. ¿Tú  me ayudarás?

— Claro, hijo mío. Pero tú tienes que esforzarte. No va a ser fácil.

Alfredo concordó y su vida comenzó a cambiar. Fue al médico, que le dio las orientaciones que necesitaba.  

Él comenzó a levantarse pronto, tomaba el desayuno e iba para la escuela. Almorzaba lo que tenía en la mesa y tomaba zumo; de sobremesa, comía frutas. A La tarde, hacía un paseo, generalmente con Rogério. Volvía cansado, pero contento. La actividad física mejoraba su disposición.

Muchas veces, Alfredo se sentía flaquear, pero hubo aprendido con la madre que la oración es muy importante y que, cuando tenemos un propósito y deseamos vencer, Jesús nos ayuda siempre. Además de eso, cuando él se acordaba de Rogério y de sus dificultades, se llenaba de nuevo ánimo. Ahora eran muy amigos y siempre visitaban la casa de él, donde todo cambió para mejor. Con la ayuda de Elisa, la madre se restableció y el padre estaba empleado.

Más animado, Alfredo hacía actividad física en la escuela y no era más rechazado. En poco tiempo, había adelgazado muchos kilos y estaba muy diferente. Por su parte, Rogério engordara un poco, hubo ganado nuevos colores y andaba con un aspecto bien mejor.    

Un día, la madre invitó a Alfredo y Rogério para ir al centro comercial. En la hora de la merienda, Elisa dijo a ellos que podrían escoger lo que quisieran.

— ¿Puedo, sí? — preguntó Alfredo.

— ¡Claro! De tarde en tarde no hace mal, hijo mío. Tú te has esforzado y lo mereces.

Entonces, Alfredo comió con gran satisfacción la hamburguesa que tanto le gustaba  acompañado de patatitas y refresco. Aquel sándwich, tras meses, tenía un sabor todo especial.   

— Gracias, mamá, por el apoyo que me has dado. ¡Valió! ¡Me siento mucho mejor! Y, ¿quieres saber? Ahora me gusta realmente comer una ensalada en la comida — dije él, mientras la madre y el amigo caían en la risa.

Después, Alfredo pensó un poco, y completó:

— Lo que me valió incluso, cuando yo estaba desanimado, casi desistiendo, fueron las plegarias que yo dirigía a Jesús y la amistad de Rogério. Tengo seguridad de que el Señor me socorrió muchas veces. Hoy, agradezco por el amparo que tuve de ti, de Rogério y de Jesús. Pero entendí también, que lo importante es mantener el equilibrio. Todo lo que es demasiado es exceso y sólo nos perjudica.

                                                                 Meimei


(Recebida por Célia X. de Camargo en 17/01/2011.)
 



                                                          
                          



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Revista Semanal de Divulgación Espirita