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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 4 195 – 6 de Febrero de 2011

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

Actos de los Apóstoles

Quinto libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 1)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstoles. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. Conforme el libro Actos de los Apóstoles, ¿cuántos días permaneció Jesús con sus apóstoles, después de la resurrección?  

2. Pedro y sus compañeros escogieron un nuevo discípulo para ocupar el lugar dejado por Judas Iscariotes. ¿Cuál era su nombre y cómo fue él escogido?

3. ¿Qué hechos ocurrieron en el día de Pentecostés?

4. En un momento de rara lucidez, Pedro comprendió el significado de aquellos hechos. ¿Qué dijo él, entonces, a los compañeros allí reunidos?

5. Un cojo de nacimiento fue curado por Pedro a la puerta del templo. ¿Cómo lo curó Pedro? ¿Quién andaba con él? ¿Qué consecuencias tuvo ese episodio?

Texto para la lectura 

1. El libro de Actos de los Apóstoles - Lucas es, sin ninguna duda, el autor de los Actos de los Apóstoles, así como del Evangelio que trae su nombre. Parece que uno de los principales intentos que tuvo, cuando los escribió, fue oponer esta genuina y verdadera historia de las acciones de Pedro y Pablo a los Actos de los Apóstoles que circulaban, en aquel entonces, fingidos e inventados por la malicia de otros, en descrédito de la religión cristiana. El libro, escrito en Roma el año 60 de nuestra era, nos presenta un cuadro diáfano de la primitiva Iglesia. Su estilo sencillo, restringidos a los hechos, iluminado por una llama interior de fervor apostólico, hace de él una lectura deliciosa. (N.R.: Las propias editoras católicas divergen con relación a la época de composición de este libro. Según Ediciones Loyola, la fecha más probable sería entre los años 75 y 90. No existe duda, sin embargo, acerca de su verdadero autor: Lucas, discípulo de Pablo de Tarso. La referida Editora dice, aún, que el objetivo de Lucas, al escribir este libro, fue reanimar a los cristianos, evocando el amor fervoroso de las primitivas iglesias, para que creyeran en la acción del Paráclito, en una época en que parecía que se enfriaba el ardor inicial.) (“La Biblia Sagrada”, edición de Libros de Brasil S.A., volumen I, pág. XXX. Ver también “Biblia - Mensaje de Dios. Nuevo Testamento”, de LEB - Ediciones Loyola, pág. 163.)

2. Jesús aparece a sus discípulos por espacio de cuarenta días - Jesús fue visto aún por sus discípulos por espacio de cuarenta días, ocasión en que les habló sobre el reino de Dios y determinó que no se ausentasen de Jerusalén, esperando se cumpliera la promesa del Padre, que él les había hecho. “Porque, en verdad -- aseveró el Maestro --, Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo, no mucho después de estos días.”  Ellos entonces indagaron: “¿Señor, restaurarás tú, en este tiempo, el reino a Israel?” Él respondió: “No os pertenece saber los tiempos o las estaciones que el Padre estableció por su propio poder. Pero recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que ha de venir sobre vosotros; y me seréis testigos, tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta  los confines de la tierra”. Cuando el Señor decía esto, ellos veían que el Maestro fue elevado a las alturas, y una nube lo recibió, ocultándolo a sus ojos. Estando los apóstoles con los ojos fijos en el cielo, mientras él subía, he ahí que junto a ellos se pusieron dos varones, vestidos de blanco, que les dijeron: “¿Varones galileos, por qué estáis mirando para el cielo? Jesús, que de entre vosotros fue recibido arriba en el cielo, ha de venir así como para el cielo lo visteis ir”. (Actos, 1:3 a 1:11.)

3. Los apóstoles y María se reúnen en el cenáculo - Los discípulos volvieron, entonces, para Jerusalén, descendiendo de la colina que se llama Monte de los Olivos, que queda a unos ochocientos metros de Jerusalén. Tras entrar en la ciudad, subieron al piso de arriba de la casa, donde acostumbraban a quedar. (N.R.: Según una tradición muy antigua, se trata del cenáculo en que Jesús habría celebrado la Última Cena.) Allí estaban los once apóstoles y todos rezaban constantemente en la más íntima unión, con algunas mujeres y María, madre de Jesús, y los hermanos de él. Aquellos días, Pedro se levantó en medio de los hermanos, cuya asamblea constaba de más o menos ciento veinte personas, y les dijo: “¡Hermanos! Era necesario que se cumpliera lo que el Espíritu Santo había anunciado por la boca de David acerca de Judas, que se volvió el guía de los que prendieron a Jesús. Era él uno de nosotros, porque había sido escogido para participar de nuestro ministerio. Ese tal compró un terreno con el salario de su crimen y allí se precipitó de cabeza para bajo, se reventó por en medio y se derramaron todas las entrañas. Toda la población de Jerusalén supo de eso, tanto así que aquel terreno fue llamado en su lengua de Hacéldama, que quiere decir ‘campo de sangre’. Así está escrito en el libro de los Salmos: ‘Quede desierta su vivienda, y nadie quiera vivir en ella’, y aún: ‘Que otro reciba su cargo’. Es preciso, pues, que uno de aquellos hombres que nos acompañaron durante todo el tiempo en que Jesús estuvo entre nosotros y a nuestro frente, desde el bautismo de Juan hasta el día en que él fue arrebatado de nosotros, se haga con nosotros testimonio de su resurrección”. (Actos, 1:12 a 1:22.)

4. Crece el número de seguidores de Cristo, y ellos pasan a vivir en comunidad - Tras oír las palabras de Pedro, los discípulos sintieron el corazón despedazado y preguntaron al apóstol Pedro y a sus compañeros: “¿Hermanos, qué debemos hacer?” Pedro les respondió: “Convertíos y cada uno pida el bautismo en nombre de Jesucristo, para conseguir perdón de los pecados. Así, recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues la promesa fue hecha para vosotros y vuestros hijos, así como para todos aquellos -- tan numerosos -- que se hallan lejos de vosotros, que Dios irá a llamar”. “Salvaos de esa generación perdida.” Los que acogieron la palabra de Pedro recibieron el bautismo, y aquel día se adhirieron más o menos tres mil personas. Todos permanecían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión fraterna, en la ceremonia de partir el pan y en las oraciones. El temor se apoderaba de todos y numerosos prodigios y milagros eran realizados por los apóstoles. Los fieles vivían todos unidos y tenían todo en común. Vendían sus propiedades y sus bienes, repartiendo todo entre todos, conforme la necesidad de cada uno. Todos los días se reunían en el Templo y loaban a Dios y eran estimados por todo el pueblo. Y cada día el Señor aumentaba el número de sus seguidores con otras personas que iban siendo salvadas. (Actos, 2:37 a 2:47.)

5. Los apóstoles piden a Dios les dé el poder de curar los enfermos - Tras ser aprisionados y, por fin, sueltos, Pedro y Juan buscaron a los suyos y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Sabiendo de eso, ellos aclamaron a Dios, orando así: “¡Señor, tú eres el creador del cielo, de la tierra, del mar y de todo lo que en ellos existe! Tú dijiste por el Espíritu Santo y por la boca de nuestro Padre y tu servidor David: ‘¿Por qué quedaron furiosas las naciones y los pueblos planearon cosas absurdas? ¡Los reyes de la tierra se revolvieron y los gobernantes se aliaron contra el Señor y contra su Mesías!’  De hecho, en esta ciudad, Herodes y Pilatos se aliaron con los paganos y la gente de Israel contra tu santo Siervo Jesús, que tenías ungido para hacer todo lo que tu poder y tu voluntad habían decidido de antemano que ocurriría. Y ahora, Señor, presta atención a sus amenazas, y ayuda a tus servidores a anunciar tu palabra asombradamente. A la vez, extiende tu mano para que se realicen curas, milagros y grandes prodigios en nombre de tu santo ‘siervo’ Jesús”. Cuando acabaron de hacer la oración, el lugar donde estaban reunidos tembló y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a anunciar valientemente la palabra de Dios. (Actos, 4:23  a 4:31.)

Respuestas a las cuestiones propuestas

1. Conforme el libro Actos de los Apóstoles, ¿cuántos días permaneció Jesús con sus apóstoles, después de la resurrección?

Jesús a ellos se manifestó después de la crucifixión durante cuarenta días. (Actos, 1:1 a 1:3.)

2. Pedro y sus compañeros escogieron un nuevo discípulo para ocupar el lugar dejado por Judas Iscariotes. ¿Cuál era su nombre y cómo fue escogido él?

Fueron propuestos dos nombres: José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y Matías. Ellos entonces oraron en estos términos: Oh Señor, que conoces los corazones de todos, nos muestra cuál de estos dos escogiste para tomar en este ministerio y apostolado el lugar de Judas que se trasvió. Lo echaron a suerte y cayó el nombre de Matías, que fue incorporado a los once apóstoles. (Actos, 1:23 a 1:26.)

3. ¿Qué hechos ocurrieron en el día Pentecostés?

El día de Pentecostés estaban todos conformemente en el mismo lugar, cuando de repente vino del cielo un sonido, como de un viento vehemente e impetuoso, y llenó toda la casa en que estaban sentados. Y fueron vistas por ellos lenguas repartidas, como de fuego, las cuales se posaron sobre cada uno de ellos y todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas. Cuando aquel sonido ocurrió, se juntó a una multitud, que estaba confusa, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y todos se pasmaban y se maravillaban, diciendo unos a los otros: ¡Pues qué! ¿No son galileos todos esos hombres que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos, cada uno, en nuestra propia lengua en que nacimos? Partos y medos, elamitas y los que habitan en Mesopotamia, Judea, Capadocia, Punto y Asia, Frigia, Panfília, Egipto y partes de Libia, junto a Cirene, y forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, todos nosotros hemos oído en nuestras lenguas hablar de las grandezas de Dios. (Actos, 2:1 a 2:13.)

4. En un momento de rara lucidez, Pedro comprendió el significado de aquellos hechos. ¿Qué dijo él, entonces, a los compañeros allí reunidos?

Mientras todos se maravillaban y estaban parados, diciendo unos para los otros: ¿Qué quiere esto decir? Y otros, mofándose, decían: Están llenos de mosto, Pedro, poniéndose en pie con los once, levantó su voz, y les dijo: Hombres judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, os sea esto notorio, y escuchad mis palabras. Estos hombres no están embriagados, como vosotros pensáis, siendo la tercera hora del día. Pero esto es lo que fue dicho por el profeta Joel: Y los últimos días ocurrirá, dice Dios, que de mi Espíritu derramaré sobre toda la carne, y vuestros hijos e hijas profetizaran, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros viejos tendrán sueños; y también de mi Espíritu derramaré sobre mis siervos y mis siervas aquellos días, y ellos profetizarán. Y haré aparecer prodigios arriba, en el cielo, y debajo en la tierra. (Actos, 2:14 a 2:36.)

5. Un cojo de nacimiento fue curado por Pedro a la puerta del templo. ¿Cómo lo curó Pedro? ¿Quién estaba con él? ¿Qué consecuencias tuvo ese episodio?

La cura ocurrió así: El cojo pidió que le dieran una limosna. Pedro, que andaba con Juan, le dijo: Mira para nosotros. Y añadió: No tengo plata ni oro; pero lo que tengo eso te doy. En nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y anda. Y, tomándolo por la mano derecha, lo levantó, e inmediatamente sus pies y articulaciones se afirmaron. Y, saltando, él se puso en pie, anduvo y entró con ellos en el templo, andando, saltando y loando a Dios, delante de todo el pueblo, que lo vio andar y loar a Dios. Pegándose el cojo a Pedro y Juan, todo el pueblo corrió atónito para junto a ellos, al alpendre llamado Salomón. Cuando Pedro vio esto, dijo al pueblo: Hombres israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿Por qué miráis tanto para nosotros, como si por nuestra propia virtud o santidad hiciéramos andar a este hombre? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su hijo Jesús, a quién vosotros entregasteis y ante la cara de Pilatos negasteis, habiendo él determinado que fuera soltado. Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un hombre homicida. Y matasteis al Príncipe de la vida, al cual Dios resucitó de entre los muertos, de lo que nosotros somos testigos. Poco después, estando él hablando al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, con el capitán del templo y los saduceos, y lanzaron mano a ellos y los detuvieron en la prisión hasta el día siguiente, pues ya era tarde. (Actos, 3:1 a 3:26; 4:1 a 4:23.)


 

 

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