WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 4 - N° 193 - 23 de Enero del 2011

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Juan

Cuarto libro del Nuevo Testamento

Juan (Apóstol de Jesús)

(Parte 10)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. En el instante en que Jesús era prendido, Simón Pedro hirió a uno de los siervos del sumo sacerdote. ¿Cómo se llamaba el servidor herido?

2. Una vez preso, ¿adónde fue conducido primero Jesús?

3. Simón Pedro siguió a Jesús a distancia. ¿Había algún otro discípulo con él?

4. Llevado por sus acusadores hasta Pilatos, este preguntó a Jesús: “¿Qué hiciste?” ¿Qué respuesta le dio el Messias?

5. ¿Quién, según Juan, llevó hasta el Gólgota la cruz destinada al Maestro?

Texto para la lectura

39. Jesús ruega la protección del Padre para los hombres del mundo - Momentos antes de ser prendido, Jesús, levantando sus ojos al cielo, oró: “Padre, es llegada la hora; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; así como le diste este poder sobre toda la carne, para que dé la vida eterna a todos cuantos le diste. Y la vida eterna es esta: que te conozcan, a ti sólo, por único Dios verdadero, y Jesucristo, a quien enviaste”. Recordando, en sus palabras, que había glorificado el nombre del Padre y manifestado su nombre a los hombres del mundo, Jesús pidió: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por aquellos que me diste, porque son tuyos. Y todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías; y en eso soy glorificado”. “Padre santo, guarda en tu nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, así como nosotros. Estando yo con ellos en el mundo, los guardaba en tu nombre. He guardado aquellos que tú me diste, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliera.” (Juan, 17:1 a 17:13.)

40. Jesús afirma no pertenecer a este mundo - En su súplica, Jesús no pide a Dios que quite a los hombres del mundo, sino que los libre del mal. “No son del mundo, como yo del mundo no soy”, afirmó el Maestro. “Así como tú me enviaste al mundo, también yo los envié al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Y no ruego solamente por estos, sino también por aquellos que por su palabra han de creer en mí; para que todos sean uno, como tú, oh Padre, lo eres en mí, y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” Concluyendo su oración, Jesús suplica: “Padre, aquellos que me diste quiero que, donde yo esté, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me diste; porque tú me has amado antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te conoció; pero yo te conocí, y estos conocieron que tú me enviaste a mí. Y yo les hice conocer tu nombre, y se lo haré conocer más, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos esté”. (Juan, 17:14 a 17:26.)

41. Jesús se entrega pacíficamente a los partidarios del sumo sacerdote - Después de la cena de pascua, Jesús salió con sus discípulos más allá del arroyo de Cedron, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. Judas, que conocía bien aquel lugar, después de recibir la cohorte y los oficiales de los sacerdotes y fariseos, se dirigió para allí con lámparas, antorchas y armas. Jesús, conocedor de como las cosas habían de ocurrir, se adelantó y preguntó: “¿A quien buscáis?” Ellos respondieron: “a Jesús Nazareno”. Jesús les dijo: “Soy yo”. Judas, que lo traicionaba, andaba con ellos. Al oír las palabras: “Soy yo”, los hombres recularon y cayeron por tierra. Jesús hizo la preguntar: “¿A quien buscáis?” Ellos respondieron: “a Jesús Nazareno”. Jesús entonces les dijo: “Ya os dije que soy yo; si pues me buscáis a mí, dejad ir a estos” – para que se cumpliera así la palabra que había dicho: “De los que me diste ninguno de ellos perdí”. (Juan, 18:1 a 18:9.)

42. Oído por el sumo sacerdote, el Maestro es llevado a Pilatos - Llevado de entrada a Anás, suegro de Caifás, que era entonces el sumo sacerdote, este interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. El Maestro le respondió: “Yo hablé abiertamente al mundo; yo siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, donde todos los judíos se juntan, y nada dije  oculto. ¿Para que me preguntas a mí? Pregunta a los que oyeron lo que les enseñé; he ahí que ellos saben lo que yo les he dicho”. Al oír esa respuesta, uno de los criados que allí estaban dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Le respondió Jesus: “¿Si hablé mal, da testimonio del mal; y, si bien, por qué me hieres?” Anás lo mandó, entonces, maniatado, a Caifás. Simón Pedro estaba próximo y se equilibraba, cuando alguien le preguntó si él era uno de los discípulos de Jesús. Pedro negó que lo fuera. Enseguida, uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de Malco, a quién Pedro hubo cortado la oreja, dijo: “¿No te vi yo en el huerto con él? Pedro negó otra vez, e inmediatamente el gallo cantó. El Maestro fue llevado entonces para la audiencia con Pilatos, que preguntó a sus acusadores que acusación traían contra Jesús. “Si este no fuera malhechor, no te lo entregaríamos”, le respondieron los partidarios del sumo sacerdote. Les dijo entonces Pilatos: “Llevadlo vosotros, y juzgadlo según vuestra ley”. Ellos respondieron: “A nosotros no nos es lícito matar persona alguna”. Pilatos, entonces, llamó a Jesus y le preguntó: “¿Tú eres el Rey de los Judíos?”. Jesus respondió: “¿Tú dices eso de ti mismo, o te lo dijeron otros de mí?” (Juan, 18:18 a 18:34.)

43. Mi reino no es de este mundo, dijo Jesus a Pilatos - Tras afirmar a Pilatos que su reino no era de este mundo, porque, si lo fuera, sus siervos pelearían para que él no fuera entregado a los judíos, Pilatos indagó: “¿Luego tú eres rey?” Y Jesús reafirmó: “Tú dices que yo soy rey. Yo para eso nací, y para eso vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz”. El gobernador de Judea le preguntó, entonces: “¿Qué es la verdad?” Pero, antes que Jesús le respondiera, volvió a ir hasta los judíos para decirles: “No hallo en él crimen alguno. Pero vosotros tenéis por costumbre que yo os suelte alguien por la pascua. “¿Queréis pues que os suelte al Rey de los Judíos?” Entonces todos clamaron, diciendo: “Este no, sino Barrabás”, que, según el evangelista Juan, era un salteador. (Juan, 18:36 a 18:40.)

44. Pilatos cede a la presión de los sacerdotes y entrega Jesus - Pilatos azotó a Jesus, y los soldados le pusieron sobre la cabeza una corona de espinos, vistiéndolo con una vestidura púrpura. Decían entonces para ironizarlo: “Salve, Rey de los Judíos” y le daban bofetadas. Pilatos salió otra vez y dijo a la multitud: “He ahí aquí os lo traigo fuera, para que sepáis que no hallo en él crimen alguno”. Viéndolo, sin embargo, los principales de los sacerdotes y los siervos clamaron, diciendo: “Crucifícalo,  crucifícalo”. Pilatos les dijo: “Tomadlo vosotros, y crucificadlo; porque yo ningún crimen hallo en él”. Los judíos explicaron: “Nosotros tenemos una ley, y, según nuestra ley, debe morir, porque se hizo Hijo de Dios”. Al oír esa frase, Pilatos quedó atemorizado y, entrando otra vez en la audiencia, preguntó a Jesus de dónde era él. Jesus no respondió. Dijo Pilatos: “¿No me hablas a mí? ¿No sabes tú que tengo poder para crucificarte y tengo poder para soltarte?” Le respondió el Maestro: “Ningún poder tendrías contra mí, si de arriba no te fuera dado; pero aquel que me entregó a ti mayor pecado hace”. Desde ese momento Pilatos buscaba un medio de soltarlo, pero los judíos clamaban, diciendo: “Si sueltas a este, no eres amigo de César; cualquiera que se hace rey está contra César”. Pilatos llevó, entonces, a Jesus para fuera y, como era la preparación de la pascua, casi a la hora sexta, dijo a los judíos: “He ahí aquí vuestro Rey”. Pero ellos gritaron: “Coge, coge, crucifícalo”. “No tenemos rey, sino César.” Pilatos lo entregó entonces para ser crucificado, y la turba tomó a Jesus y lo llevó. (Juan, 19:1 a 19:16.)

45. La inscripción puesta en lo alto de la cruz fue escrita por Pilatos - En la cruz donde Jesús fue pregonado, Pilatos puso una inscripción escrita por él mismo: JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS, y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba próximo a la ciudad y la frase estaba escritura en hebraico, griego y latín. Los sacerdotes protestaron junto a Pilatos: “No escribas: Rey de los Judíos, pero él dijo: Soy Rey de los Judíos”. Les respondió Pilatos: “Lo que escribí, escribí”. Una vez crucificado Jesús, los soldados tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, para cada soldado una parte, menos la túnica, que no tenía costura, tejida como fue de arriba abajo. Decidieron entonces no rasgarla, sino lanzarla a suerte para ver con quien ella quedaba, a fin de que se cumpliera la Escritura que dice: Dividieron entre sí mis vestiduras, y sobre mi túnica la lanzaron a suerte. (Juan, 19:19 a 19:24.)

Respuestas a las preguntas propuestas

1. En el instante en que Jesus era prendido, Simón Pedro hirió a uno de los siervos del sumo sacerdote. ¿Cómo se llamaba el servidor herido?

El nombre del siervo era Malco. Pero, delante del hecho, Jesús dije a Pedro: Pon tu espada en la vaina; ¿no beberé yo el cáliz que el Padre me dio? (Juan, 18:10.)

2. Una vez preso, ¿adónde fue conducido Primero Jesús?

Él fue llevado de entrada a Anás, por ser suegro de Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año. Caifás fue quién había aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriera por el pueblo. (Juan, 18:12 a 18:14.)

3. Simón Pedro siguió en la distancia a Jesús. ¿Había algún otro discípulo con él?

Sí. Y ese discípulo era conocido como sumo sacerdote. (Juan, 19:15 a 18:17.)

4. Llevado por sus acusadores hasta Pilatos, este preguntó a Jesús: “¿Qué hiciste?” ¿Qué respuesta le dio el Mesías?

Le respondió Jesus: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, pelearían mis siervos, para que yo no fuera entregado a los judíos; pero ahora mi reino no es de aquí. Le dijo, entonces, Pilatos: ¿Luego tú eres rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para eso nací, y para eso vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz. (João, 18:33 a 18:37.)

5. ¿Quién, según Juan, llevó hasta el Gólgota la cruz destinada al Maestro?

Según Juan, fue Jesús mismo quien llevó a la espalda su cruz, hasta el lugar llamado Calavera, que en hebraico se llama Gólgota, donde lo crucificaron, y con él otros dos, uno de cada lado. (Juan, 19:16 a 19:18.)
 


 

 

Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita