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Ano 4 - N° 186 - 28 de Noviembre del 2010

ROGÉRIO COELHO
rcoelho47@yahoo.com.br 
Muriaé, Minas Gerais (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Embellecimiento moral

1ª parte

Nuestra alma es nuestra obra capital y productiva, que supera en grandeza todas las manifestaciones parciales del arte,
de la ciencia y del genio.

“Concéntrate y haz como el escultor hace la obra que quiere embellecer: Quita lo superfluo, aclara lo oscuro, difunde la luz por todo y no dejes el cincel”. - Michelangelo
 

Afirma León Denis1: “Es necesario sufrir para adquirir y conquistar. Los actos de sacrificio aumentan las radiaciones psíquicas. Hay como una cinta luminosa que sigue, en el Espacio, a los Espíritus de los héroes y de los mártires.

Aquellos que no sufrieron mal pueden comprender estas cosas, porque en ellos solo está la superficie del ser “arrodeada”, valorizada… Hay falta de espacio en sus corazones, de efusión en sus sentimientos, su pensamiento cubre apenas diminutos horizontes.

Son necesarios los infortunios y las angustias para dar al Alma su terciopelo, su belleza moral, para despertar sus sentidos adormecidos. La vida dolorosa es el alambique donde se destilan los seres para los mundos mejores. La forma, como el corazón, todo se embellece por haber sufrido. Hay en esta vida, un no se que de grande y enternecido en los rostros que las lagrimas surcaron muchas veces. Toman una expresión de belleza austera, una especie de majestad que impresiona y seduce.

(…) Nuestra alma es nuestra obra, con efecto, obra capital y fecundada, que supera en grandeza todas las manifestaciones parciales del Arte, de la Ciencia y del genio. Todavía, las dificultades de ejecución son correlativas al esplendor del objetivo y, delante la penosa tarea de reforma interior, de combate incesante bloqueado con las pasiones, con la materia, ¿cuántos artistas no se desaniman? ¿Cuántas veces no abandona el cincel? Es entonces que Dios envía un auxilio. ¡El dolor!... Ella cava osadamente en las profundidades de la conciencia a que el trabajador emocionante y torpe no podía o no sabia llegar; borra los recursos, moldea los contornos; elimina o destruye lo que era inútil o malo y, del mármol frío, informe, sin belleza, de estatua fea y grosera, que nuestras manos mal habían esbozado, hace surgir con el tiempo la estatua viva, la obra prima incomparable, las formas armoniosas y suaves de la Divina Psique.

El dolor no hiere solamente a los culpables. En nuestro mundo, el hombre honrado sufre tanto como el malo, lo que es explicable. En primer lugar, el alma virtuosa es más sensible por ser más adelantada a su grado de evolución; después estima muchas veces la búsqueda de dolor para conocer todo su valor.

De estas almas que solo vienen a este mundo para dar el ejemplo de la grandeza en el sufrimiento, son, a su vez, misioneros y su misión no es menos bella y conmovedora que la de los grandes reveladores. Se encuentran en todos los tiempos y ocupan todos los planos de la vida, están en pie en las cimas resplandecientes de la Historia, y para encontrarlas es necesario buscarlas en el medio de la multitud donde se encuentran, escondidas y humildes.

Muchas almas, por pudor, esconden llagas dolorosas

Admiramos al Cristo, Sócrates, Antigono, Joana de Arco; más cuantas víctimas obscuras del deber o del amor caen todos los días y quedan sepultadas en el silencio del olvido ¡Entretanto no son perdidos sus ejemplos. Ellos iluminan toda la vida de los pocos hombres que la presenciaron.

Para que una vida sea completa y fecunda, no es necesario que en ella abunden los grandes actos de sacrificio, ni que la remate una muerte que se muestre a los ojos de todos. Tal existencia, aparentemente apagada y triste, indistinta y desapercibida, es, en realidad, un esfuerzo continuo, una lucha de todos los instantes contra la desgracia y el sufrimiento. No somos jueces de todo lo que pasa en el interior de las almas; muchas; por pudor; esconden las heridas dolorosas, males crueles, que las volverían tan interesantes a nuestros ojos como los mas celebres mártires.

¡Las hace también grandes y heroicas, a estas almas, el combate ininterrumpido que planean contra el destino! Sus triunfos quedan ignorados, mas todos los tesoros de energía, de pasión generosa, de paciencia o amor, que ellas acumulan en este esfuerzo de cada día, construye una gran fuerza, belleza moral, que puede, en el Más Allá hacerlas iguales a las mas nobles figuras de la Historia.

En el taller augusto, donde se “forjan” las almas, no son suficientes el genio y la gloria para hacerlas verdaderamente famosas. Para darles el último trazo sublime ha sido siempre necesario el dolor. Si ciertas experiencias se convirtieron, de oscuras que eran, tan santas y sagradas como dedicaciones célebres, es que en ellas fue continuo el sufrimiento. No fue solamente una vez en tal circunstancia, o en la hora de la muerte, que el dolor les elevo en cima de sí mismas y las presentó a la admiración de los siglos; fue por toda su vida de haber sido inmolación constante. Y esta obra de largo perfeccionamiento, de este lento desfilar de las horas dolorosas, esta afinación de los propios Espíritus. Es este espectáculo conmovedor que les inspira la voluntad de renacerme entre nosotros, al fin de sufrir y morir otra vez por todo lo que es grande, por todo lo que amen y para, con ese nuevo sacrificio, volverse mas vivo al propio brillo.

La perfección es, por lo tanto, nuestra meta

Enseña Allan Kardec2: “Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que emplea para domar sus inclinaciones malas”.

Leemos en Lucas3: “Hay mas alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente de que por noventa y nueve justos que permanecen puros”. Esto es porque la evolución del Espíritu, su perfeccionamiento, su embellecimiento moral, es, en fin, señal de progreso. El Espíritu, señalizando su buena voluntad en acertar provoca- inmediatamente- incalculables alegrías, en aquellos que ya vencieron las etapas inferiores del proceso evolutivo. La perfección es, por lo tanto, nuestra meta, tal como señaló Jesús al proclamar4: “"Sed, vosotros pues, perfectos como es perfecto vuestro Padre que está en los Cielos.”

Nos alerta de nosotros, y al mismo tiempo, nos estimula Joanna de Ângelis sobre los contratiempos que tendremos adelante, que nos llama, no obstante, a la perseverancia5: (…) El camino evolutivo esta lleno de espinas en la perforación y venenosas, invadidas por puntas de acero. (…) Mas, sean cuales sean los factores aflictivos o depresivos que te lleguen, invitando al cultivo del pesimismo o de la irritabilidad, no deben encontrar sitio en tus paneles mentales.

Dolor y nostalgia facilitan en gran medida la fuerza del valor moral de cada uno de nosotros. Enfermedades y desencarnación, constituyen un fenómeno natural en el proceso biológico en que te encuentras situado. Problemas y dificultades representan pruebas en la que crecemos en la dirección de la vida.
De este modo, realiza la asepsia mental para preservación del optimismo y de la irrestricta confianza en Dios”.

Estudia la Doctrina Espírita y también estúdiate

“(…) Ejercita la vivencia evangélica y pauta las ideas y aspiraciones en directriz cristiana. Confía en el tiempo y no te atormentes por los efectos apresurados. Sintoniza con el Bien, el fin de que los Espíritus nobles se adapten a tu esfuerzo. Estimúlate a la vida interior, cultivando la reflexión y la oración de modo que te puedas abstraer, cuanto sea necesario de la turbulencia y de la perturbación, sin alarde, manteniendo el equilibro psíquico.

Encontraras dificultades sin cuento. Si, sin embargo, vencieras aquellos problemas que se encuentran en ti mismo, superarás a los otros, que se figuraran de menor gravedad y significado.

(…) No desprecies los valores del servicio cristiano, en su proceso de renovación espiritual. No desconsideres la contribución al sufrimiento, en la programática de tu crecimiento íntimo. No subestimes a los testigos de renuncia y de humildad, en el esfuerzo de liberación personal. No desdeñes las trampas morales en la temporada carnal, durante el aprendizaje espírita, No desprecies la contribución de estudio y meditación, en base a los compromisos de tu propia evolución. No te eximas al trabajo, por mas insignificante o mas expresivo, que te constituye el desafío a la comodidad, delante de la escalada de tu progreso. No te impugnes, en la condición de aprendiz, colocado como estas en el proceso de educación espiritual.

Comprometido con la vida, en la permanencia en el Instituto Terrestre, bajo disciplinas necesarias al crecimiento y la conquista de paz. Atado a la retaguardia por vínculos infelices experimentando las constricciones de que dependes, aunque anhelando por la liberación.

Actúa, mientras que es hoy. Ayuda, más allá de tu límite. Crece, por desprendimiento de ti mismo y auxilia a los que te retienen en el laberinto de tus aflicciones. No marches a solas, sin compañías con las cuales sintonizas en razones del pasado, tanto como de los objetivos que te fascinan a la mente y el sentimiento.

Eleve el patrón de sus aspiraciones y trabaja el suelo de tus deseos, sembrando la luz del amor, a fin de que el amor te responda con paz ante cada oferta de sacrificio y lucha; vigíla las fuentes del sentimiento y no te canses de aprender, enseña a vivir la lección del optimismo que resuma la palabra del Señor.

Un día, bendeciras todo este esfuerzo y al practicarlo, desde ahora, comprenderás que la verdadera felicidad nace como una suave claridad cristalina que alcanza la plenitud y absorbe toda la sombra de tristeza, en un festival de bendiciones para el Espirito.”

El Espírita serio no se limita a creer, porque comprende

Según el Maestro Lionés6, “la Humanidad esta, aun, en pleno trabajo de gestación de su progreso moral. Ahí residirá la causa de sus mayores acomodaciones. Hasta que el hombre se haya aventajado suficientemente en perfección, por la inteligencia y por la observación de las Leyes Divinas, las mayores perturbaciones aun están siendo causadas por el mismo, mas que por la Naturaleza, esto es, serán perturbaciones antes morales que físicas.”

Sigue Kardec7: “Para que cada cual trabaje en su purificación, reprima las tendencias y domine las pasiones, es necesario hacer que se abdiquen las ventajas inmediatas en pro del futuro, ya que, para identificarla con la vida espiritual, encaminando para ella todas las aspiraciones y prefiriéndolas a la vida terrena, no basta creer, sino comprender.

Debemos considerar esta vida bajo un punto de vista que satisfaga al mismo tiempo la razón, la lógica, al buen sentido al concepto en que tenemos la grandeza, la bondad y la justicia de Dios. Considerando de este punto de vista, el Espiritismo, por la fe imbatible que proporciona, es, de cuantas doctrinas filosóficas que conozcamos, la que ejerce más poderosa influencia.

El Espírita serio no se limita a creer, porque comprende, y comprende porque razona; la vida futura es una realidad que se desvela incansablemente bajo sus ojos; es una realidad que el la toca y ve, por así decir, a cada paso y de modo que la duda no puede excitarlo, o tener refugio en su Alma. La vida corporal, tan limitada, se derrumba delante de la vida espiritual, que es en realidad, la verdadera vida. ¿Que le importan los incidentes de existencia si le comprende la causa y utilidad de las alternativas humanas, cuando son soportadas con resignación? El Alma se eleva en las relaciones con el Mundo Invisible, los lazos fluídicos que lo ligan a la materia debilitan, operándose por anticipación de un desprendimiento parcial que facilita el pasaje para la otra vida. La perturbación consecuente con la transición poco perdura, porque una vez hecho el paso, pasa pronto a reconocer, nada extrañando, antes de comprendiendo su nueva situación.

Seguramente no es solo el Espiritismo que nos asegura tan prometedor resultado, ni tiene la pretensión de ser el medio exclusivo, la garantía única de salvación para las Almas. Fuerza es confesar, que los conocimientos que proporciona por los sentimientos que inspira, como por las disposiciones en que pone el Espiritismo, haciéndole comprender la necesidad de mejorar, facilita enormemente la salvación.”

(Este artículo será concluido en la próxima edición de esta revista).



________________________________________

[1] - DENIS, Léon. O Problema do Ser, do Destino e da Dor. Rio [de Janeiro]: FEB, 2008, 3ª. parte, cap. 26.

[2] - Kardec, A. in "O Evangelho segundo o Espiritismo" - Cap. XVII, item 4

[3] - Lc., 15:7.

[4] - Mt.,, 5:48.

[5] - FRANCO, Divaldo. Alerta. Salvador: LEAL, 1982, cap. 10, 42 e 45.

[6] - KARDEC, Allan. A Gênese. 43.ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 2003, cap. IX, item 14.

[7] - KARDEC, Allan. O Céu e o Inferno. 51.ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 2003, I, itens 14 e 15 da 2ª. parte.
 



 


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