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Editorial Português Inglês    
Ano 4 - N° 183 - 7 de Noviembre del 2010


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

¿Dónde fue que nos equivocamos?


Después de salir de un gran evento como fue el 6º Congreso Espirita Mundial realizado en el mes pasado en España, donde tanto se habló acerca de la transición que tiene lugar en el mundo, es difícil comprender la confusión que se observa en la Tierra, haciendo frente a serios problemas políticos, económicos y ambientales.

En Europa, la crisis económica y sus inevitables consecuencias, tales como, las huelgas, que ocurren en numerosos países, como Grecia, por ejemplo. En España, donde se realizó el Congreso, la tasa de desempleo de este mes ha llegado a un récord absoluto, y en Indonesia, como  en diversos lugares del mundo, los flagelos naturales se repiten, como para indicar que nuestra Tierra sigue siendo, de acuerdo con la feliz expresión usada por Emmanuel, una “Casa en reforma”

Casa en reforma – creemos que a nadie lo ignore – nos acuerda confusión de personas entrando y saliendo, cosas fuera del lugar, una especie de caos que deja en sus residentes la impresión de que aquello jamás tendrá un final.

Delante de eso surge, entonces,  una cuestión que de vez en cuando se repite: ¿Dónde fue que nos equivocamos? ¿Por qué el mundo llegó a este nivel?

La cuestión no debería, por supuesto, ser hecha por los adeptos del Espiritismo. Después de todo, si existe una doctrina, una religión, un movimiento de ideas que  ninguna responsabilidad tiene por ese estado de cosas, esa doctrina es el espiritismo. 

La razón es muy sencilla. Basta reconocer que, a pesar de  que estamos en el siglo 21, el Espiritismo no ha llegado – como Kardec ciertamente imaginaba – a la fase en que tendría influencia sobre los rumbos de la sociedad, un hecho que sólo se da en algunos  lugares, muy pocos, y en nivel individual. Es el ciudadano que salió de la depresión, es un alcohólico que se rehabilitó, es un criminoso que cambió su vida, es el malo esposo que ahora respeta a su mujer, es hombre deshonesto que se dio cuenta que la deshonestidad no vale la pena,  es la criatura infeliz que se reencontró en la vida y la enfrenta ahora con optimismo y numerosos casos similares.

En efecto, sería pretensión exigir influencia sobre la acción social y política de una doctrina codificada en Francia, que ni en este país, donde surgió, es conocida, porque en Francia como bien sabemos, Allan Kardec y su obra continúan siendo ignorados, en cuanto conterráneos suyos que  nos legaron una obra más pequeña son reverenciados.    

Nos preocupa, por causa de eso, esa insistencia de autores y conferenciantes espiritas en hablaren tanto acerca de la proximidad del Mundo de Regeneración, pues las señales que ahí están nos muestran de manera muy clara que este planeta aún tendrá de cumplir,  un largo periodo de ajustes con su pasado de guerras, explotación, torturas, esclavitud y una vasta gama de crimines distintos. El Espiritismo nos dice como se dan tales ajustes, que implican en la necesidad absoluta de expiación bien como de la reparación de los daños causados a los pueblos, a los individuos y a las naciones.

Hace poco más de  60 años que Francia, Inglaterra, Italia, Polonia y los soviéticos vivieron el drama causado por el nazismo, que destruyó Alemania y casi extinguió los descendentes de Israel. Y, después de eso, tuvimos aún las guerras de Corea, de Vietnam, de Afganistán, de Irak y decenas de conflictos, unos más grandes, otros más pequeños, cuyos crímenes tendrán que ser  expiados y reparados.  

En relación a lo que nosotros espiritas hacemos hoy, pensamos que se repite ahora lo que fue hecho por los primitivos cristianos, que se escondían en las catacumbas para que pudieran oír hablar de Jesús y jamás  imaginaron que un día ellos dominarían el mundo, aunque ese dominio no valió la pena para la mejora espiritual del planeta.

Hace poco siglos, los reyes de Europa - que dominaba el mundo - eran todos cristianos y el Cristianismo detenía en la Tierra todo el poder, lo que no impidió que ocurrieran las guerras, la inquisición, la explotación, el destrozo de las minorías, lo que nos lleva a  concluir que la edificación  del nuevo mundo, del mundo regenerador, del mundo de la paz y de la concordia será el resultado de una construcción espiritual en que el hombre, quitando su pasado sombrío se decida por una nueva vida, con nuevos ideales y compromisos bien distintos de los que caracterizan la sociedad actual.

En cuanto eso no ocurra, continuarán las guerras, las acciones terroristas, las crisis, las huelgas, los flagelos, las enfermedades, el sufrimiento.

Por lo tanto, corresponde a nosotros espiritas, con las pocas posibilidades que detenemos, divulgar el mensaje, trabajar, actuar en el bien, enseñar el camino que facilitará las cosas para las generaciones venideras, imbuidas entonces de nuevos sentimientos, indispensables para que nuestro planeta pueda atingir una nueva etapa evolutiva y se transforme, sin duda, en un Mundo de  Regeneración, como San Luís describe en el capítulo III del Evangelio segundo el Espiritismo.



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita