WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Ano 4 - N° 182 - 31 de Octubre del 2010

 
                                                            
Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br

 

La envidia

 

Eran compañeros de clase en la escuela, pero Toñito no le gustaba mucho a Carlos.

Toñito era un niño de una familia pobre, vivía en un barrio lejos y su casa era muy simple. Carlos era rico, vestía ropa fina, bellos zapatos brillantes, y su merienda era siempre mejor que la de los otros niños.

Por eso, Toñito no lo estimaba, creyendo que el era orgulloso y distante. De esta manera sentía mucha envidia de él.

Un día, por casualidad, ambos llegaron a la escuela más temprano. Los otros compañeros todavía no estaban allí y Toñito, no teniendo con quien hablar, se acercó a Carlos, que le dirigió una sonrisa muy tierna. Hablando, Toñito percibió que Carlos hasta que era un chico amable. Curioso, le preguntó:

- ¿Por qué siempre estás solo en el patio, lejos de otros amigos?

- Porque yo soy muy tímido – respondió Carlos.

- ¿Tímido? ¡…yo creía que fueras orgulloso, y por eso no querías jugar con nosotros!...

Ellos se quedaron amigos y Carlos lo invitó para pasar un día en su casa. Él, que era pobre y tenía muchas ganas de conocer la casa de su amigo, aceptó satisfecho.

En el día combinado, el conductor llegó para recogerlo en la escuela en un coche muy bonito y reluciente. Al hundirse en los asientos blandos, el muchacho prendió la respiración. Estaba eufórico.

Al acercarse a la enorme mansión, Toñito no podía contener su entusiasmo.

Llegaron. De sorpresa en sorpresa, Toñito al recurrir la enorme propiedad se interesaba por todo que veía.

-                    ¡ Huy! ¡Tú debes ser muy feliz aquí, Carlos!

Pero el muchacho respondió con un aire muy triste:

-                    No, yo no soy feliz.

-                    ¿Por qué? Toñito tartamudeó, sin entender. ¡Tú tienes todo, no te falta nada. Incluso tienes una piscina y puedes nadar cuando quieras!

-                    No, no puedo. Tengo bronquitis y tengo miedo de constiparme. Pero, si tú quieres nadar, te quedes a voluntad.

-                    Pero tú puedes comprar lo que quieras, tomar enormes helados.

-                    Tú te engañas. Sufro amigdalitis constante y no bebo nada que esté muy frío.

-                    Pero tú puedes chupar caramelos, dulces y pasteles rellenos…

-                    Yo soy diabético y no puedo comer dulce – Carlos dijo, suspirando.

Con terrible espanto, Toñito estaba buscando algo para alegrar a su amigo:

-                    Pero… tú tienes esta casa enorme, lujosa. Sólo para vivir aquí me quedaría satisfecho, Carlos.

El otro respondió con una sonrisa triste:

-                    La casa es enorme, lujosa, vacía y … Aquí sólo vivimos mi padre y yo. Mi madre murió cuando yo era pequeño y yo la extraño muchísimo.

De sorpresa en sorpresa, Toñito fue dándose cuenta de cómo, a menudo, las cosas son muy diferentes de lo que imaginamos.

Se despidió de Carlos en el final de la tarde. Fue con lágrimas en los ojos que llegó a su casa. Aquella casita tan simple ahora le parecía con otros colores. Él la encontró hasta más hermosa, con flores en el jardín y con cortinas en las ventanas.

La madre vino a su encuentro y fue con gran afecto que él la abrazó, conmovido. Toñito le relató la lección que había recibido en aquel día, y como había juzgado mal a un amigo por las apariencias y como había sido tan celoso de él, concluyendo:

-                    ¡Ah, mamá! Ahora me doy cuenta de que la riqueza no es todo en la vida y que hay cosas mucho más importantes. Me gustaría mucho ayudar a mi amigo Carlos, pero no sé de que manera.

-                    Sí, hijo mío. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para hacer la vida de su amigo más feliz. Tú puedes contar conmigo.

La buena señora hizo una pausa, como si estuviera a meditar y sugirió:

-                    Podemos empezar, mi hijo, diciéndole acerca de la inmortalidad del alma. Como espiritas, podemos darle consuelo y esperanzas, explicándole que la mamá que él ama tanto está viva y sigue amándole y protegiéndole, donde quiera que ella se encuentre. Y que algún día, a través de la bondad divina, ellos podrán reunirse.

Toñito, mirando la madre exclamó:

-                    Sí mamá. ¿Cómo no pensé en eso antes? Carlos se quedará muy contento, estoy seguro, y  él pasará a ver la vida de otra manera.

Y, suspirando, Toñito agregó:

      -    ¡Cómo soy feliz! Yo, que creía no tener nada, tengo todo de que necesito.

 

Tia Célia
 

                          



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita