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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Ano 4 - N° 181 - 24 de Octubre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Lucas

Tercer libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 11)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. Un cierto príncipe preguntó a Jesús que debería hacer para heredar la vida eterna. ¿Cuál fue la respuesta del Maestro?

2. ¿Cómo se llamaba el rico publicano de Jericó que hospedo a Jesús en su casa?

3. ¿Cuál es el contenido y el significado de la parábola de las minas?

4. ¿Que palabras fueron dichas por los discípulos cuando Jesús entró en Jerusalén montado en un asno?

5. Viendo que los fariseos no les gustaba lo que los discípulos hablaban, ¿qué les dice Jesús?        

Relatos y enseñanzas 

45. Todo aquel que se exalta será humillado - Después de narrar la parábola del juez y la viuda, Jesús contó la siguiente parábola: “Dos hombres subieron al templo, a orar; uno, fariseo, y el otro, publicano. El fariseo, estando en pie, oraba consigo de esta manera: Oh Dios, gracias te doy, porque no soy como los demás hombres, robadores, injustos y adúlteros; ni aún como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, y doy  los diezmos de todo cuanto poseo. El publicano, sin embargo, estando en pie, de lejos, ni aún quería levantar los ojos al cielo, pero latía en el pecho, diciendo: ¡Oh Dios, ten misericordia de mí, pecador! Os digo que este descendió justificado para su casa, y no aquel; porque cualquiera que a sí mismo se exalta será humillado, y cualquiera que a sí mismo se humillara será exaltado”. En aquel momento, le trajeron algunos niños para que él les tocara, y los discípulos le reprendieron. Jesús, entonces, llamando a los niños para junto a él, dijo: “Dejad venir a mí los niños, y no los impidáis, porque de los ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que cualquiera que no recibiera el reino de Dios como un niño, no entrará en el.” (Lucas, 18:2 a 18:17.)

46. Es muy difícil a los ricos entrar en el reino de Dios - Vendo que el príncipe rico hubo quedado muy triste con la idea de repartir sus bienes con los pobres, Jesús declaró: “¡Cuan difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil entrar un camello por el agujero de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios”. Los que lo oyeron quedaron sorprendidos y preguntaron: “¿Luego quién puede salvarse?” El Maestro aprovechó la duda para enseñar que las cosas que son imposibles a los hombres son posibles a Dios y, respondiendo a una observación de Pedro, que le recordó haber dejado todo para seguirlo, afirmó: “En cierto os digo que nadie hay, que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este mundo, y en la edad venidera la vida eterna”. Dicho esto, él reunió a los doce apóstoles y les dijo: “He ahí que subimos a Jerusalén, y se cumplirá en el Hijo del hombre todo lo que por los profetas fue escrito; pues ha de ser entregado a la gentes, y escarnecido, injuriado y escupido; y, habiéndolo azotado, lo matarán; y al tercer día resucitará”. (Lucas, 18:23 a 18:33.)

47. Jesús cura al ciego de Jericó - Los apóstolos no entendían lo que Jesús quería decir con la noticia de su muerte y resurrección, y las cosas siguieron su rumbo normal. Ocurrió entonces que, llegando a Jesús cerca de Jericó, se encontraba allí un ciego sentado junto al camino, mendigando. Oyendo pasar la multitud, el invidente preguntó que era aquello. Le dijeron que Jesús Nazareno pasaba. El ciego entonces clamó, diciendo: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí” Las personas que seguían al Maestro lo reprendieron para que se callara, pero él clamó aún más alto: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” Jesús, entonces, paró de andar y mandó que lo trajeran hasta él, preguntándole: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego respondió: “Señor, que yo vea”. Jesús entonces le dijo: “Ve; tu fe te salvó”. Y el ciego inmediatamente vio, y lo siguió, glorificando a Dios, y todo el pueblo, que vieron aquella escena, daba loores a Dios. (Lucas, 18:34 a 18:43.)

48. El Maestro profetiza la destrucción de Jerusalén - La entrada de Jesús en Jerusalén fue triunfal, pero cuando él vio la ciudad lloró sobre ella, diciendo: “¡Ah! ¡Si tú conocieras también, al menos en este tu día, lo que a tu paz pertenecia! Pero ahora esto está encubierto a tus ojos. Porque días vendrán sobre ti, en que tus enemigos te cercarán de trincheras, y te sitiarán, y te estrecharan todas las bandas; y te derribaran, a ti y a tus hijos que dentro de ti estén; y no dejarán en ti piedra sobre piedra, pues que no conociste el tiempo de tu visitación”. Luego, entrando en el templo, comenzó a expulsar a todos los que en él vendían y compraban, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero vosotros hicisteis de ella una cueva de salteadores”. Los días que siguieron, Jesús enseñó en el templo diariamente, mientras que los príncipes de los sacerdotes y los escribas, juntamente con los príncipes del pueblo buscaban matarlo, no hallando medio de hacerlo, porque todo el pueblo pendía para él, escuchándolo. (Lucas, 19:41 a 19:48.)

49. ¿El bautismo de João era del cielo o de los hombres? - En uno de aquellos días, estando él enseñando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: “Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? O, ¿quien es que te dio esta autoridad?” Respondiéndoles, el Señor dijo: “También yo os haré una pregunta. Decidme pues: ¿El bautismo de Juan era del cielo o de los hombres?” La pregunta los cogió de sorpresa y, por eso, ellos razonaban, diciendo: “Si dijéramos: Del cielo, él nos dirá: ¿Entonces por qué lo no creísteis? Y si decimos: De los hombres; todo el pueblo nos apedreará, pues tienen por descontado que Juan era profeta”. De ese modo, resolvieron decir a Jesús que no sabían de donde era el bautismo de Juan. Jesús entonces les dijo: “Tampoco os diré con que autoridad hago esto”. (Lucas, 20:1 a 20:8.)

Respuestas a las preguntas propuestas

1. Un cierto príncipe preguntó a Jesús que debería hacer para heredar la vida eterna. ¿Cuál fue la respuesta del Maestro?  

La pregunta del príncipe fue esta: “Bueno Maestro, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?” Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie hay bueno, sino uno, que es Dios. Sabes los mandamientos: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y tu madre”. El hombre le declaró que todas esas cosas él venía observando desde la juventud. Jesús, entonces, tras lo oírlo, le dije: “Aún te falta una cosa; vende todo cuánto tienes, lo repartes a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ven, y sígueme”. El príncipe, sin embargo, oyendo esto, quedó muy triste, porque era muy rico.  (Lucas, 18:18 a 18:23.)

2. ¿Cómo se llamaba el rico publicano de Jericó que hospedó a Jesús en su casa?

Él se llamaba Zaqueo y era allí jefe de los publícanos. Tocado por la atención que Jesús le dio, Zaqueo le dijo, en público: “Señor, he ahí que yo doy a los pobres la mitad de mis bienes; y, si en alguna cosa he defraudado a alguien, lo retribuyo cuadriplicado”. (Lucas, 19:1 a 19:10.)

3. ¿Cuál es el contenido y el significado de la parábola de las minas?

Cierto hombre noble partió para una tierra remota, a fin de tomar para sí un reino y volver después. Llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad hasta que yo venga. Pero sus conciudadanos lo odiaban, y mandaron después de él embajadores, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros. Ocurrió que, volviendo él, tras haber tomado el reino, dijo que le llamaran aquellos siervos, a quién había dado el dinero, para saber lo que cada uno había negociando. Vino, entonces, el primero, diciendo: Señor, tu mina rindió diez minas. Y él le dije: Bien está, siervo bueno, porque como mínimo fuiste fiel, sobre diez ciudades tendrás autoridad. Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina rindió cinco minas. Y a este dijo también: Sé tú también sobre cinco ciudades. Y vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, que guardé en un pañuelo, porque tuve miedo de ti, que eres hombre riguroso, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembré. ¿Por qué no pusiste, pues, mi dinero en el banco, para que yo, viniendo, lo exigiera con los intereses? Y dijo a los que andaban con él: Quitadle la mina, y dadla al que tiene diez minas. Pues yo os digo que a cualquiera que tenga le será dato, pero al que no tenga, hasta lo que tiene le será quitado.

Esa parábola, que es muy parecida con la parábola de los talentos, significa que todos nosotros detenemos recursos – dinero, poder, posición – compatibles con la tarea que vinimos a desempeñar en el planeta y de eso deberemos prestar cuentas severas. Ella muestra, aún, que la complejidad de las tareas que nos son atribuidas en un determinado momento depende del modo con que ejecutamos las anteriores. Individuos que pierden oportunidades preciosas, a pesar de los recursos a su disposición, pueden en una futura ocasión venir privados de esos recursos, tal como se dio, en la sugestiva historia, con el mal siervo. (Lucas, 19:11 a 19:27.)

4. ¿Qué palabras fueron dichas por los discípulos cuando Jesús entró en Jerusalén montado en un asno?

A medida que Jesús entraba en Jerusalén, la multitud extendía en el camino las suyas vistes y, cuando él se aproximó de la descendida del Monte de los Olivos, sus discípulos, se regocijaron, comenzaron a dar alabanzas a Dios en alta voz, por todas las maravillas que habían visto, diciendo: “Bendito el Rey que viene en nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas”. (Lucas, 19:30 a 19:38.)

5. Viendo que a los fariseos no les gustaba que los discípulos hablaban, ¿qué les dijo Jesús?

Como venimos, la frase dicha por los discípulos fue esta: “Bendito el Rey que viene en nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas”. Los fariseos no les gustó y pidieron a Jesús: “Maestro, reprende a tus discípulos”. La respuesta de Jesús, con el pasar de los siglos, se hizo clásica: “Os digo que, si estos se callen, las propias piedras clamarán”. (Lucas, 19:38 a 19:40.)
 


 

 

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