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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 4 172 – 22 de Agosto del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Lucas

Tercer libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 2)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. ¿Cómo se llamaba el hombre a quien el Espíritu Santo había dicho que él no moriría antes de ver a Cristo? ¿Él llegó efectivamente a ver a Jesús?

2. Después de hacer la oferta que los llevó a Jerusalén, ¿para dónde fueron José y el niño Jesús?

3. ¿Qué episodio curioso ocurrió en Jerusalén cuando Jesús contaba sólo doce años?

4. ¿Quién reinaba cuando Juan, hijo de Zacarías, comenzó a predicar?  

5. Además de anunciar el reino de Dios, Juan, hijo de Zacarías, dio diversos consejos a quién lo oía. ¿Que consejos fueron esos?   

Texto para la lectura 

5. Jesús contaba casi treinta años al ser bautizado - Juan, hijo de Zacarías, muchas cosas aconsejaba y anunciaba al pueblo, llegando incluso a reprender públicamente el comportamiento del rey Herodes, a causa de sus muchas maldades y de la conexión amorosa mantenida con Herodias, mujer de su hermano Felipe, motivo por el cual resolvió el tetrarca recluirlo en una cárcel, donde más tarde sería decapitado. Antes de eso, sin embargo, Jesús lo buscó a las márgenes del río Jordán, siendo bautizado por Juan, ocasión en que, orando él, el cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre el Mesías en forma corpórea, como una paloma, mientras una voz, venida del cielo, decía: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido”. Jesús, que contaba en la época casi treinta años, descendía de José, perteneciente a la tribu de Judá, uno de los hijos de Jacob, nieto de Isaac y bisnieto de Abrahán. (Lucas, 3:18 a 3:38.)

6. Tentado por Satanás, Jesús le da tres lecciones - Después de ser bautizado, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, donde, durante cuarenta días, fue tentado por el diablo y nada comió. Terminado ese tiempo, él tuvo hambre. El diablo entonces le dije: “Si tú eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se transforme en pan”. Jesús le respondió, diciendo: “Está escrito que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda la palabra de Dios”. El diablo, llevándolo a un monte alto, le mostró en un momento todos los reinos del mundo, diciéndole: “Te daré a ti todo este poder y su gloria; porque a mí me fue entregado, y lo doy a quien quiero. Por lo tanto, si tú me adoras, todo será tuyo”. Jesús, respondiendo, le dijo: “Vete, Satanás; porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a él servirás”. El diablo lo llevó entonces a Jerusalén y, poniéndolo sobre el pináculo del templo, le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios,  lánzate de aquí para abajo; porque está escrito: Mandará a sus ángeles, cerca de ti, que te guarden y que te sustenten en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en alguna piedra”. Jesús le dio entonces su tercera lección, diciendo: “Dicho está: No tentarás al Señor tú Dios”. (Lucas, 4; 1 a 4; 13.)

7. Ningún profeta es bien recibido en su tierra - Después de las tentaciones, volvió Jesús para  Galilea, donde enseñaba en sus sinagogas y era por todos loado. Llegando a Nazaret, donde había sido criado, entró, como de costumbre, un día de sábado en la sinagoga y se levantó para leer. Cuando abrió el libro del profeta Isaías que le fue dado por el ministro, la página abierta, que él leyó, traía estas palabras: “El Espíritu del Señor es sobre mí, pues que me ungió para evangelizar a los pobres, me envió a curar a los quebrantados del corazón, a predicar la libertad a los cautivos, y dar vista a los invidentes; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año aceptable del Señor”. Cerrando el libro y devolviéndolo al ministro, Jesús se sentó, y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se cumplió esta Escritura en vuestros oídos”. Todos se maravillaron de las palabras que salían de su boca, diciendo: “¿No es este el hijo de José?” Él entonces les dijo: “A buen seguro me diréis este proverbio: Médico, cúrate a ti mismo; faz también aquí en tu patria todo que oímos haber sido hecho en Cafarnaún”. Y añadió: “En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. En verdad os digo que muchas viudas existían en Israel en los días de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y seis meses, de suerte que en toda la tierra hubo gran hambre; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidon, a una mujer viuda. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado, sino Naaman, el sirio”. (Lucas, 4:14 a 4:27.)

8. Jesús no permite que los demonios digan que él es Cristo - Todos en la sinagoga se llenaron de ira al oír las palabras dichas por Jesús y, por eso, lo expulsaron de la ciudad, intentando matarlo. Él, sin embargo, pasando por el medio de sus adversarios, se retiró y descendió a Cafarnaún, ciudad de Galilea, donde enseñaba a todos los sábados y su doctrina era admirada porque él les hablaba con autoridad. En uno de esos días, en la sinagoga, un hombre tomado por el espíritu de un demonio inmundo exclamó en alta voz: “¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Viniste a destruirnos? Bien sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús lo reprendió, determinando que se callara y saliera. El espíritu se fue, y todos se espantaron, diciendo unos a los otros: “¿Qué palabra es esta, que hasta a los espíritus inmundos manda con autoridad y poder, y ellos salen?” De allí, Jesús fue hasta  la casa de Simón, donde su suegra andaba con mucha fiebre. Inclinándose para ella, Jesús reprendió la fiebre, y esta la dejó, y ella, levantándose luego, los servía. Al poner del sol, todos los que tenían enfermos los traían y el Señor, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían también demonios, a clamar: “Tú eres Cristo, el Hijo de Dios”. Pero él, los reprendió, no los dejaba hablar, pues sabían que él era Cristo. Un día, el Señor se retiró para un lugar desierto, pero la multitud lo siguió y le pidió que no se ausentase de su gente. Jesús explicó entonces que era necesario anunciar el evangelio del reino de Dios en otras ciudades, porque para eso fue enviado. Y, diciendo así, pasó a predicar en las sinagogas de varias ciudades de Galilea. (Lucas, 4: 28 a 4; 44.) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. ¿Cómo se llamaba el hombre a quien el Espíritu Santo hube dicho que él no moriría antes de ver a Cristo? ¿Él llegó efectivamente a ver a Jesús?

El hombre se llamaba Simeón. Justo y piadoso, inspirado por el Espíritu Santo, él fue al templo y, de hecho, vio allí al niño Jesús y lo tomó en sus brazos, momento en que alabó a Dios en estos términos: Ahora, Señor, dejad vuestro siervo ir en paz, según vuestra palabra. Porque mis ojos verán vuestra salvación que preparasteis delante de todos los pueblos, como luz para iluminar las naciones, y para la gloria de vuestro pueblo de Israel. Enseguida, Simeón bendijo a los padres de Jesús y dijo a María, su madre: He ahí que este niño está destinado a ser una causa de caída y de levantamiento para muchos hombres en Israel, y a ser una señal que provocará contradicciones, a fin de ser revelados los pensamientos de muchos corazones. (Lucas, 2:25 a 2:35.)

2. Después de hacer la oferta que los llevó a Jerusalén, ¿para dónde fueron José y el niño Jesús?

Ellos volvieron para Galilea, su ciudad de Nazaret (N.R. Lucas no menciona, pues, en su texto la ida de los padres de Jesús a Egipto.) (Lucas, 2; 27 a 2; 39.)

3. ¿Qué episodio curioso ocurrió en Jerusalén cuando Jesús contaba apenas doce años?

Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús contaba doce años, luego que acabaron los días de la fiesta, cuando volvían, quedó Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo notaran. Pensando que él anduviera con sus compañeros de comitiva, anduvieron cerca de un día y lo buscaron entre los parientes y conocidos. No encontrándolo, volvieron a Jerusalén, a la  búsqueda de él, pero solamente tres días después lo hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos e interrogándolos. Todos los que lo oían estaban maravillados de la sabiduría de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, quedaron admirados y su madre le dijo: ¡¿Mi hijo, que nos hiciste?! He ahí que tu padre y yo andábamos  a tu busca, llenos de aflicción. Les respondió él: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre? Ellos, sin embargo, no comprendieron lo que él había dicho. (Lucas, 2:41 a 2:52.)

4. ¿Quién reinaba cuando Juan, hijo de Zacarías, comenzó a predicar?

Tiberio era el emperador romano; Poncio Pilatos, el gobernador de Judea; Herodes, el tetrarca (1) de  Galilea; su hermano Felipe, tetrarca de la Itureia y de la provincia de Traconites; y Lisanias, tetrarca de la Abilina. En el Sanedrín, eran sumos sacerdotes Anás y Caifás. (Lucas, 3; 1 a 3; 6.)

5. Además de anunciar el reino de Dios, Juan, hijo de Zacarías, dio diversos consejos a quién lo oía. ¿Que consejos fueron esos? 

He ahí lo que João decía al pueblo que venía para ser bautizado: ¡Raza de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira inminente? Haced, pues, una conversión realmente fructuosa y no comencéis a decir: Tenemos Abrahán por padre. Pues os digo: Dios ha poder para de estas piedras suscitar hijos a Abrahán. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles. Y todo árbol que no dé fruto bueno será cortarla y lanzada al fuego. La multitud le preguntaba: ¿Que debemos hacer? Y él respondía: Quién ha dos túnicas dé una al que no tiene; y quién ha lo que comer, haga el mismo. A los publícanos que vinieron para ser bautizados, João decía: No exijáis más del que os fue ordenado. De igual manera, a los soldados que a los soldados que a él se aproximaban: No practiquéis violencia ni defraudéis a nadie, y contentaos con vuestro sueldo. (Lucas, 3; 7 a 3; 14.)

 

(1) Tetrarca significa: gobernador de una tetrarquia; cada uno de los cuatro reyes de una tetrarquia; o sea, cada una de las cuatro partes, provincias o gobiernos en que se dividían algunos Estados, como Israel. 

 

 

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