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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 3 151 – 28 de Marzo del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Mateo

Primer libro del Nuevo Testamento

(4ª Parte)


Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión en portugués del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate 

1. Después que descendió de la montaña, Jesús curó a tres individuos: un leproso, el criado de un centurión que quedó paralítico y la suegra de Pedro, que ardía en fiebre. ¿Cómo los curó Jesús?

2. ¿Qué respuesta dio Jesús al discípulo que le pidió permiso para sepultar a su padre?

3. ¿Qué hecho llevó a los ganaderos a pedir a Jesús que se retirasen de sus tierras?

4. Al curar a un paralítico que estaba echado en una cama, Jesús le dijo: Hijo, ten buen ánimo, perdonados te son tus pecados. ¿Qué enseñanza contiene ese episodio?

5. ¿Cómo se llamaba el quinto apóstol invitado por Jesús a seguirlo?  

Texto para la lectura 

20. La autoridad de Jesús – Después que Jesús concluyó el Sermón, la multitud que lo oyera se admiró con su doctrina, ya que Jesús los enseñaba como teniendo autoridad, y no como los escribas. (N, R.: Escriba: Al principio, era el nombre dado a los secretarios de los reyes de Judea y a ciertos intendentes de los ejércitos judíos. Más tarde, fue aplicado especialmente a los doctores que enseñaban la ley de Moisés y la interpretaban para el pueblo. Ellos eran aliados de los fariseos, de cuyos principios participaban. Es por eso que Jesús los unía en la reprobación que lanzaba a los fariseos. ) (Mateo, 7: 28.)

21. La cura del leproso – Después de descender de la montaña, Jesús fue seguido por una gran multitud. Le vino entonces un leproso que lo adoró, diciendo: “Señor, si quisieras, puedes volverme limpio”. Jesús, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: “Quiero; sé limpio”. El Señor recomendó, entonces, al ex leproso, purificado de la lepra: “Mira, no lo digas a nadie, mas ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que Moisés determinó, para servirle de testimonio”. (Mateo, 8: 1 a 8:4.)

22. Jesús cura a un paralítico a distancia – La fe demostrada por un centurión que le pidió ayuda en el caso de su criado que se quedó paralítico, conmovió a Jesús que, oyendo las palabras del oficial romano, dijo a los que lo seguían: “En verdad os digo que ni incluso en Israel encontré tanta fe”. “Pero yo os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abrahán, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos; y los hijos del reino serán lanzados en las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y rugir de dientes.” La cura del criado del centurión fue realizada a distancia, tal como le sugiriera el funcionario de Roma. (Mateo, 8:8 a 8:13)

23. “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” – Llegada la tarde, trajeron a Jesús a muchos endemoniados, y él con su palabra expulsó de ellos a los espíritus, curando a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliese lo que fue dicho por Isaías: “Él tomó sobre sí nuestras enfermedades, y se llevó nuestras dolencias”. Enseguida, se aproximó a él un escriba, que le dijo: “Maestro, donde quiera que fueras, yo te seguiré”. Jesús le respondió: “Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. El recado dado al escriba sobre la naturaleza de su misión no podría ser más claro. (Mateo, 8: 16 a 8: 20.)

24. Jesús aplaca la tempestad – Estaban Jesús y sus discípulos en un barco, cuando se levantó una tempestad tan grande que la embarcación era cubierta por las olas. Jesús dormía. Los discípulos, temerosos por lo que sucedía, lo despertaron diciendo: “¡Señor, sálvanos! Que perecemos”. Jesús les preguntó: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” y, levantándose, reprendió a los vientos y el mar, siguiendo una gran calma. Sus discípulos, entonces, se maravillaron exclamaron: “¿Qué hombre es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?” (Mateo, 8: 23 a 8: 27.)

25. El Señor tiene autoridad para perdonar los pecados – Dejando la provincia de los ganaderos, Jesús fue para el otro lado, donde le trajeron a un paralítico echado en una cama. Viendo la fe de ellos, el Señor dijo al paralítico: “Hijo, ten buen ánimo, perdonado te son tus pecados”. Algunos de los escribas presentes protestaron, diciendo que Jesús blasfemaba. Él, sin embargo, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué pensáis en vuestros corazones? Pues, ¿qué es más fácil? Decir: Perdonados te son tus pecados; o decir: ¿Levántate y anda?” y añadió: “Ahora, para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra autoridad para perdonar pecados (dijo entonces al paralítico): levántate, coge tú cama, y ve para tu casa”. (Mateo, 9:1 a 9: 8.)

26. Nadie pone remiendo en un paño viejo – Jesús y sus discípulos estaban en la mesa, cuando llegaron muchos publícanos y pecadores y se sentaron a su lado. Los fariseos quedaron indignados: “¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No necesitan de médico los sanos, pero sí, los enfermos. Id, no obstante, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque yo no vine a llamar a los justos, sino a los pecadores, al arrepentimiento”. En ese momento, llegaron al pie de él los discípulos de Juan el Bautista, preguntando: “¿Por qué ayunamos nosotros y los fariseos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” el Señor les respondió, diciendo: ¿Puede por ventura andar tristes los hijos de las bodas, mientras el esposo está con ellos? Días, sin embargo, vendrán, en que les será quitado el esposo, y entonces ayunaran. Nadie echa remiendo a un paño nuevo en vestido viejo, porque semejante remiendo rompe el vestido, y se hace mayor su rotura. Nadie se echa vino nuevo en odres viejos; además se rompen los odres, y se derramará el vino, y los odres se estropearan; mas echad el vino nuevo en odres nuevos, y así se conservaran”. 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. Después que descendió de la montaña, Jesús curó a tres individuos: un leproso, el criado de un centurión que quedó paralítico y la suegra de Pedro, que ardía en fiebre. ¿Cómo los curó Jesús?

En cuanto al leproso – que le había dicho: “Señor, si quieres, bien puedes volverme limpio” -, Jesús, entendiendo la mano, lo tocó diciendo: “Quiero; queda limpio”. En el mismo instante se quedó limpia su lepra. El criado del centurión fue curado a distancia. Sobre el caso, Jesús comentó primero, al oír el pedido del militar, que ni incluso en Israel había tan gran fe. Enseguida, dijo al centurión: “Vete y, como creíste, así te será hecho”. En aquella misma hora sanó el criado. En lo tocante a la suegra de Pedro, que estaba en la cama y ardía de fiebre, Jesús le tocó la mano y la fiebre la dejó. (Mateo, 8:2 a 8:15.)

2. ¿Qué respuesta dio Jesús al discípulo que le pidió permiso para sepultar a su padre?

La respuesta del Maestro fue corta y directa: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”. (Mateo, 8:22.)

3. ¿Qué hecho llevó a los ganaderos a pedir a Jesús que se retirase de sus tierras?

El hecho derivó de la cura de dos endemoniados que, saliendo de los túmulos, le vinieron al encuentro y gritaron: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿viniste aquí a atormentarnos antes del tiempo? Cerca de allí, pastaba una gran manada de puercos”. Les dijo Jesús: “Id”. Habiendo ellos salido, volvieron a los puercos. Toda la manada se precipitó por el declive en el mar y, entonces, los puercos se ahogaron. Los pastores huyeron y fueron a la ciudad, donde contaron lo que había ocurrido. Entonces toda la ciudad salió al encuentro con Jesús y, al verlo, el pueblo le rogó que se retirase de sus tierras. (Mateo, 8:28 a 8:34.)

4. Al curar a un paralítico que estaba echado en una cama, Jesús le dijo: Hijo, ten buen ánimo, perdonados te son tus pecados. ¿Qué enseñanza contiene ese episodio?

Además de la frase citada, Jesús dijo al ex paralítico: “Levántate, toma tu cama y ve para tu casa”. Algunos escribas dijeron consigo mismos: “Este hombre blasfema”. Pero Jesús, conociéndoles los pensamientos, dijo: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Pues qué es más fácil, decir Perdonados son tus pecados, o decir: Levántate y anda?” enseguida, el Señor les explicó claramente que el Hijo del hombre tenía sobre la Tierra autoridad para perdonar pecados. (Mateo, 9:1 a 9:8.)

5. ¿Cómo se llamaba el quinto apóstol invitado por Jesús a seguirlo?

El quinto apóstol, que trabajaba en la recolecta de la ciudad, se llamaba Mateo. Jesús le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. (Mateo, 9:9.)


 

 

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