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Año 3 147 – 28 de Febrero del 2010

FRANCISCO REBOUÇAS   
costareboucas@ig.com.br      
Niterói, Rio de Janeiro (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org


La influencia moral del médium en las comunicaciones

(Parte 2 e final) 

Según las enseñanzas espíritas, si el médium, del punto de vista de la ejecución, no pasa de un instrumento, ejerce, sin embargo, una influencia muy grande, bajo el aspecto moral

Un hotentote desencarnado, en comunicándose con un sabio terrestre, aún sometido al envoltorio físico, no le podrá ofrecer otras noticias, además de los asuntos triviales en que se le desdoblaran en el mundo las experiencias primitivistas, y un sabio, sin el indumentaria carnal, entrando en relación con el hotentote, aún pegado a su “hábitat” africana, no conseguirá facultarle cooperación inmediata, sino en el trabajo embrionario en que se le enclavan los intereses mentales, como sean el auxilio a un rebaño bovino o la cura de males del cuerpo denso. Por eso aún, el hotentote no se sentiría feliz en la compañía del sabio y el sabio, a su vez, no se entretendría con el hotentote, por falta de ese alimento casi imponderable a que podemos llamar “vibraciones compensadas”.

Es de la ley, que nuestras mayores alegrías sean recogidas al contacto de aquellos que,  comprendiéndonos, permutan con nosotros valores mentales de calidades idénticas a nosotros, así como los árboles ofrecen mayor coeficiente de producción si son colocados entre compañeros de la misma especie, con los cuales cambian sus principios germinativos.

En mediumnidad, por tanto, no podemos olvidar el problema de la sintonía.

Atraemos los Espíritus que se afinan con nosotros, tanto como somos por ellos atraídos; y si es verdad que cada uno de nosotros solamente puede dar conforme lo que tiene, es indiscutible que cada uno recibe de acuerdo con aquello que da.  

Hallándose la mente en la base de todas las manifestaciones mediúmnicas, cualesquiera que sean las características en que se expresen, es imprescindible enriquecer el pensamiento, incorporándole los tesoros morales y culturales, los únicos que nos posibilitan fijar la luz que arroja para nosotros, de las Esferas Más Altas, a través de los genios de la sabiduría y del amor que supervisan nuestras experiencias.

Prodeceran acertadamente aquellos que compararan nuestro mundo mental en un espejo.

Reflejamos las imágenes que nos rodean y dirigimos en la dirección de los otros las imágenes que creamos.

Médiums somos todos nosotros, en las líneas de actividad en que nos situamos

Y, como no podemos huir al imperativo de la atracción, solamente retrataremos la claridad y la belleza, si instaláramos la belleza y la claridad en el espejo de nuestra vida íntima...

... Misiones santificantes y guerras destructoras, tareas nobles y obsesiones pérfidas, guardan origen en los reflejos de la mente individual o colectiva, combinados con las fuerzas sublimadas o degradantes de los pensamientos de que se nutren.

Sepamos, así, cultivar la educación, perfeccionándonos cada día.

Médiums somos todos nosotros, en las líneas de actividad en que nos situemos.

La fuerza psíquica, en ese o en aquel tenor de expresión, es peculiar a todos los seres, pero no existe perfeccionamiento mediúmnico sin perfeccionamiento de la individualidad.

Es contraproducente intensificar el movimiento de la energía sin disciplinar los impulsos.

Es peligroso poseer sin saber usar.

El espejo sepultado en el lodo no refleja el esplendor del Sol.

El lago agitado no retrata la imagen de la estrella que yace en el infinito.

Elevemos nuestro patrón de conocimiento por el estudio bien conducido y purifiquemos la calidad de nuestra emoción por el ejercicio constante de las virtudes superiores, si nos proponemos recoger el mensaje de las Grandes Almas.

La mediumnidad no basta por sí sola.

Es imprescindible saber qué tipo de onda mental asimilamos para conocer la calidad de nuestro trabajo y el juzgar de nuestra dirección.”

Con facilidad identificamos los valores del individuo por los rayos que emite

Áulus esclarece a André Luiz y a su compañero Hilario sobre la posibilidad del plan espiritual aquilatar las posibilidades de los grupos de trabajadores del plan físico en la tarea mediúmnica, con el auxilio de un aparato especial llamado Psicoscópio.

“... En nuestro esfuerzo de supervisión, podemos clasificar sin dificultad las perspectivas de ese o de aquella agrupación de servicios psíquicos que aparecen en el mundo. Analizando la psicoscopia de una personalidad o de un equipo de trabajadores, es posible anotarles las posibilidades y categorizar la situación.

Según las radiaciones que proyectan, planeamos la obra que pueden realizar en el tiempo. Si el espectroscopio permite al hombre inquirir la naturaleza de los elementos químicos, localizados a enormes distancias, a través de la onda luminosa que arrojan de sí, con mucha más facilidad identificamos los valores de la individualidad humana por los rayos que emite. La moralidad, el sentimiento, la educación y el carácter son claramente perceptibles, a través de una ligera inspección.

Pero – indagó Hilario, investigador -, ¿y en la hipótesis de surgir elementos arraigados al mal, en una formación de cooperadores del bien? ¿En posesión de la ficha psicoscópica, los instructores espirituales les proporcionaran la expulsión?

No será preciso. Si la mayoría permanece empeñada en la extensión del bien, la minoría encarcelada en el mal se distancia del conjunto, poco a poco, por ausencia de afinidad.

Con todo – alegó aun mi compañero -, ¿qué ocurre en una institución cuyo programa elevado se degenera en desequilibrio, induciéndonos a reconocer que la virtud ahí no pasa de una bandera ficticia, cubriendo la ignorancia y la perversidad?

Entonces, en ese caso – adelantó el interpelado, tolerante -, dispensamos cualquier régimen de persecución o denuncia. Se encarga la vida de colocarnos en el lugar que nos compete...

El Espíritu en turbación es un alienado mental pidiéndonos auxilio

... No podemos realizar cualquier estudio de facultades mediúmnicas, sin el estudio de la personalidad. Considero, así, de extrema importancia la apreciación de los centros cerebrales, que representan bases de operación del pensamiento y de la voluntad, que influyen de modo comprensible en todos los fenómenos mediúmnicos, desde la intuición pura a la materialización objetiva. Esos recursos, que merecen la defensa y el auxilio de las entidades sabias y benevolentes, en sus tareas de amor y sacrificio junto a los hombres, cuando los medianeros se sostienen en el ideal superior de la bondad y del servicio al prójimo, en muchas ocasiones pueden ser ocupados por entidades inferiores o animalizadas, en lastimosos procesos de obsesión...

... Muchos médiums se arrastran a prejuicios de ese orden. Después de ensayos provisores y comienzo brillante, se creen dueños de recursos espirituales que no les pertenecen o temen las aflicciones prolongadas de la marcha y se recogen en la inutilidad, descendiendo de nivel moral o llegando a un improductivo reposo, por cuanto retoman inevitablemente la cultura de los impulsos primitivos que el trabajo incesante en el bien los induciría a olvidar…

... Nuestras realizaciones espirituales del presente son pequeñitos restos de claridad sobre las pirámides de sombra de nuestro pasado. Es imprescindible mucha cautela con las siembras del bien para que la ventolera del mal no los arrase. Es por eso que la tarea mediúmnica, examinada como instrumentación para la obra de las Inteligencias superiores, no es tan fácil de ser conducida a buen termino, ya que, contra el canal aun frágil que se ofrece al pasaje de la luz, arremeten las olas pesadas de tiniebla de la ignorancia, a agitarse, compacta a nuestro alrededor…”

Capítulo III

 “... El Espíritu en turbación es un alineado mental, necesitando auxilio. En las sesiones de caridad, como la que presenciamos, el primer socorrista es el médium que lo recibe, pero si ese socorrista cae en el patrón vibratorio del necesitado que le ruega servicio, hay poca esperanza en el amparo eficiente. El médium, pues, cuando está integrado en las responsabilidades que contrae, tiene el deber de colaborar en la preservación del orden y de la respetabilidad en la obra de asistencia a los desencarnados, permitiéndoles que esa manifestación no empuje con la dignidad imprescindible al recinto…

Caminemos siempre al influjo de nuestras propias creaciones, sea donde fuera

... Y una imagen feliz para ilustrar el asunto, dijo:

- Un médium pasivo, en tales circunstancias, puede ser comparado a la mesa de servicio quirúrgico, reteniendo al enfermo necesitado de ayuda médica.

Si el móvil especializado no posee firmeza y humildad, cualquier intervención sería del todo imposible…”

Capítulo XIII

En materia de mediumnidad, no nos olvidamos del pensamiento.

Nuestra alma vive donde se le sitúa el corazón.

Caminaremos, al influjo de nuestras propias creaciones, sea donde fuera.

La gravitación en el campo mental es tan incisiva, como en la esfera de la experiencia física.

Sirviendo al progreso general, se mueve el alma en la gloria del bien. Emparedándose en el egoísmo, se arrastra, en desequilibrio, bajo las tinieblas del mal.

La ley Divina es el bien de todos.

Colaborar en la ejecución de sus propósitos sabios e iluminar la mente y esclarecer la vida. Oponerle trabas, a pretexto de alimentar caprichos perniciosos, es oscurecer el razonamiento y coagular la sombra alrededor de nosotros mismos.

Es indispensable juzgar en cuanto a la dirección de los propios pasos, de modo a evitarnos la niebla de la perturbación y el dolor del arrepentimiento.

En los dominios del espíritu no existe la neutralidad.

Evolucionamos con la luz eterna, según los designios de Dios, o estacionamos en las tinieblas, conforme la indebida determinación de nuestro “yo”.

En nuestros círculos de trabajo no nos basta el acto de creer y convencer

... Satisfacer a alguien con el rotulo, en materia religiosa, sin ningún esfuerzo de sublimación interior, es tan peligroso para el alma como detener una designación honorífica entre los hombres con menosprecio por la responsabilidad que ella impone.

Los títulos de fe no constituyen meras palabras, cubriéndonos deficiencias y flaquezas. Expresan deberes de mejoría  que no nos será lícito huir, sin agravio de obligaciones.

En nuestros círculos de trabajo, de ese modo, no nos bastará el acto de creer y convencer.

Nadie es realmente espírita a la altura de ese nombre, tan sólo porque haya conseguido la cura de una escoliosis reiterada, con el amparo de entidades amigas, y se decida, por eso, a aceptar la intervención del Más Allá en su existencia; y nadie es médium, en el elevado concepto de término, solamente porque se haga órgano de comunicación entre criaturas visibles e invisibles.

Para conquistar la posición de trabajo a que nos destinamos, conforme con los principios superiores que nos enaltecen el rumbo, es necesario concretar la esencia en nuestro camino, por intermedio del testimonio de nuestra conversión al amor santificante.

No bastará, por tanto, meditar la grandeza de nuestro idealismo superior. Es preciso sustanciarle la excelsitud en nuestras manifestaciones de cada día.

Es muy importante que nosotros, médiums, nos concienciemos del gran beneficio que el correcto ejercicio de la mediumnidad nos faculta, y busquemos perfeccionarnos cada vez más en las tareas de socorro espiritual, para subir algunos escalones en la escalera del progreso espiritual que tiene en Jesucristo el modelo a ser seguido por todos, para que, ejercitando la práctica de la caridad en pro del más necesitado, esparciendo el bien alrededor de nuestros pasos, siguiendo sus ejemplos, consigamos por fin, llevar a efecto nuestra necesaria y tan soñada reforma moral. 

(La primera parte de este artículo fue publicado en la edición anterior de esta revista.)

 

 

Referências:

1) O Livro dos Médiuns, Capítulo XX.

2) Nos Domínios da Mediunidade, pelo Espírito André Luiz, Psicografia de Chico Xavier.



 


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