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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 146 – 21 de Febrero del 2010

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

Sueño no realizado

 

A camino de la escuela, llevada de la mano por la madre, Carla se sentía irritada y descontenta.

¿Por qué tenía que estudiar? Su padre no había estudiado y ciertamente no lo echaba en falta. Trabajaba como albañil y construía lindas casas.

¡No es justo! – pensaba la niña. ¡Sólo yo estoy obligada a ir a la escuela!

Pasando por una granja, Carla vio a una gallina picoteando en el terreno y dijo:

— Aquella gallina es feliz, mamá. No necesita estudiar y no hacer nada.

— ¿Cómo no?   —   dijo la madre.   —   Aquella gallina trabaja

poniendo los huevos que serán usados en la alimentación de la familia.


Más adelante, la niña vio una vaca pastando tranquilamente teniendo un becerrito a su lado. Suspiró, protestando:

— La vaca no necesita trabajar ni ir a la escuela, mamá. ¡Debe ser muy feliz!

— Pero la vaca colabora dando la leche que será servida a los niños, hija mía.


Pasando por un jardín, Carla vio a una abejita que vino volando, volando... y se posó sobre una flor.

— Aquella abejita no hace nada. Pasea todo el tiempo. ¡Es lo que a mí también me gustaría hacer!

La madre, paciente, aclaró:

— Te engañas, mi hija. Las abejas que vuelan por los campos y jardines están trabajando, realizando su tarea. Ellas cogen de las flores el néctar con que producirán la miel tan sabrosa y útil para la salud, y que a ti te gusta tanto.

Carla se sentía desalentada.

— ¿Quieres decir que todos trabajan?

— Sí, hija mía. En la naturaleza, todos los seres vivos colaboran ejecutando sus tareas.

Irritada, la niña replicó:

— Sin embargo, nadie necesita ir a la escuela. Mi padre no estudió y gana dinero con su trabajo de albañil.

La señora miró a la hija con cariño y respondió:

— ¡Ah, hija mía! Tú no sabes lo mucho que tu padre lamenta no haber estudiado. Cuando niño, el padre vivía en una hacienda que no tenía escuela; después, la familia se cambió para la ciudad, pero su abuelo, padre de él, no podía pagar una escuela para los hijos. Por eso, tú padre, que siempre soñó ser ingeniero, no pudo estudiar. Hoy, como albañil, construye casas, pero no es lo que él soñaba hacer. Quería planear construcciones, hacer plantas colocando en el papel su creatividad. Ahora, él sólo obedece a las órdenes que le son  dadas. Tu padre no protesta ni es ingrato con Dios, pues con su trabajo gana lo suficiente para mantener a nuestra familia. Sin embargo, si hubiera podido escoger, él habría estudiado.  

Carla quedó callada, pensativa. Después, cuando llegaron cerca del portón de la escuela, se despidió de la madre, diciendo:

— Nunca más voy a protestar, mamá. Entendí que todos hacen alguna cosa y que yo también tengo que hacer. Necesito estudiar para tener un futuro mejor.  

Madre e hija se abrazaron y Carla caminó sonriente, junto con sus compañeros, para dentro de la escuela. 
                                                       

(Mensaje de Meimei, recibido por Célia Xavier de Camargo en julio del 2005, en Rolândia, PR.)

                                                                  
 
                                                                   Tía Célia 


 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita