René  atenderá a todos los trabajos de la noche, en la Casa Espírita. Ahora, reunido con jóvenes, se prepara para oírlos como invitado y director doctrinario de la entidad

- Queremos, dice Ester, incentivar a los pequeños a conocer a Jesús, contándoles las parábolas, para espiritualizarlas con el Evangelio.

- Muy bien, observó René, me parece, sin embargo, que ese mismo trabajo lo hacen nuestros hermanos católicos y evangélicos. ¿No tendríamos una cosa diferente para ofrecerles?

- Sí  claro, atajó Amilcar, con entusiasmo. He pedido que estudiemos con los pequeños temas actuales a la luz del Evangelio según la Doctrina Espírita. Sin embargo, parece que siempre estamos estudiando el Espiritismo según las tradiciones evangélicas o católicas. ¿Porqué no permitir la comprensión de temas como la ecología, según las leyes de la conservación y la destrucción a la luz de la ciencia? ¿O también estudiar las posibilidades de cada pequeño o joven de encajar en la preservación de la vida de las especies, en el planeta y de la paz en la Tierra? 

- Ahora, dice Carmelita, la evangelizadora. Si estudiamos a Jesús, estudiamos todo eso...

- Así  no lo entiendo, contestó Amilcar. Jesús puede ser entendido de forma medieval, según las tradiciones católicas y protestantes. Puede ocurrir lo mismo, si hablamos de reencarnación y comunicación de Espíritus, o que estemos estudiando la ley de acción y reacción. 

Acabará  la insistencia de Ester en la copia de viejos modelos de Catecismos y escuelas dominicales 

René  reflexionó astutamente:

- ¿En qué podría el estudio de la ecología auxiliar en la espiritualización del ser humano?

Tres rostros sorprendidos se volvieron hacia él:

- En nada, ya concluyó Ester. En nada. Fuera de la visión de transformación trazada por Jesús, por el amor, ningún conocimiento es importante. Todo se pierde si el hombre no se transforma...Estudiando ecosistemas no vamos a mejorarnos, ni auxiliando a otro a mejorarse.

- Mientras, Amilcar, provocó a René, ¿estudiar ecología no mejora en nada al hombre?

- Al contrario, aclaró Amilcar. La visión ecológica, mostrando que todo está integrado en sistemas y ecosistemas, es altamente espiritualizante. Observa las cuestiones de El Libro de los Espíritus en que se aclara que el principio inteligente se desenvuelve en la materia y se une a ella para “intelectualizarla”. Después, la importancia que Kardec da al encadenamiento de todo en la Naturaleza. Sólo podemos entender bien eso, estudiando ecología. (1)

- Realmente, apoyó René, harto interesante es que todos vosotros procuren estudiar esa visión que hoy llamamos vida sistémica para discutir con más conocimiento.

- Muy bien, Carmelita se entusiasmó. El tal “Instruiros” cabe bien aquí. ¿Cómo discutir el problema si no sabemos qué encadenamiento es ese del que nos hablan los Espíritus?

Abiertos al estudio, se dispusieron todos a investigar y marcar otro encuentro con René, quince días después.

Pasados los días establecidos, entre estudios, llamadas de teléfono y e-mails, los jóvenes y el dirigente volvieron más preparados sobre el tema.

El clima era totalmente diverso. Se discutía ahora la importancia de la visión del sistema que unificaba todo sobre la Tierra y cómo hacer para que todos tuviesen esa visión grandiosa de la belleza de la vida y de los lazos entre los seres vivos.

Había Cesado la insistência de Ester en copiar viejos modelos de catecismos y escuelas dominicais. Los jóvenes querían encontrar formas de trabajar proyectos en que los niños pudieran entender el encadeamento de la vida. Parecía importante que, a través de la belleza de la interdependencia de los seres vivos, enseñasen el amor, la compasión y el respeto por todo el planeta. 

Ya no podemos pensar en rocas, animales y plantas
como seres independientes unos de otros

El interés por preservar la vida, la belleza de la adquisición de la conciencia a través de la evolución, la importancia de la relación entre los seres vivos, era discutido con reverencia y pasión. Planearon el estudio de diferentes ecosistemas para mostrar la ley de la conservación y de la destrucción en acción y en equilibrio. Verificando la grandeza de la vida y del Universo, se programaba hacer al pequeño y al joven concluir que la humildad es el resultado de la comprensión de la grandeza de la vida y de la creación Divina.

- El hombre, se entusiasmaba Carmelita, es apenas el elemento de vida consciente en el planeta, ni más ni menos importante que un animal o un vegetal. Todo es solidario en el planeta. Apenas desentonamos del conjunto, porque la conciencia nos da la libertad, que no siempre utilizamos de modo conveniente.

- Sin duda, estuvo de acuerdo René, todo eso nos hace entender porqué la miseria es vergonzosa para todos nosotros y porqué los Espíritus nos hacen afirman en El Libro de los Espíritus que “en una sociedad organizada según la Ley de Cristo, nadie debe morir de hambre”. ⁽²⁾

- Ahora entendí, explicaba Ester, la razón de porqué los gobiernos vienen insistiendo para que las criaturas con deficiencia mental, física o con cualquier otro problema convivan en la misma aula con criaturas llamadas normales. Tenerlas no es caridad, ni piedad. Ellas tienen el derecho natural de convivir con todos. Convivir y cooperar es ley de la Naturaleza, sin la cual estamos dañando la vida. Nadie es mejor que el otro y todos nos necesitamos unos a otros.

Almircar se sentía comprendido:

- No podemos ya pensar en rocas, animales y plantas como seres independientes unos de los otros. “Es así que todo sirve, que todo se encadena en la naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, que también empezó siendo átomo”. ⁽³⁾

- Kardec se anticipa a esa visión cuando nos habla de la importancia de los arrecifes de corales en el proceso de la vida y el desarrollo del principio inteligente en la materia. ⁽⁴⁾

- Las parábolas de Jesús se refieren mucho a la agricultura, a los pájaros, a los animales. Ciertamente, Él ya era un activista ecológico...

- Es imposible saberlo; al menos, por ahora, René sonreía divertido. Nada te impide, sin embargo, iluminar tú comprensión de las parábolas de Jesús con explicaciones de la relación sistémica entre minerales, vegetales y la del hombre.

- Lo que noto, insistió Carmelita, es que esta visión me dejó  menos pretenciosa y más humilde delante de la naturaleza y sus leyes.

- ¿Cómo es eso? – indaga Ester.

- Ya no encuentro que el hombre sea el rey de la creación, el ser más importante del planeta. Percibí que la vida en sí, conforme enseñan los Espíritus en las cuestiones relativas a los tres reinos en El Libro de los Espíritus, fabrica y moldea el mundo material por la acción del principio inteligente de los seres más simples a los Espíritus angelicales. Así, el principio divino de la inteligencia, al animar la materia, moldea y adapta el propio mundo material y el mundo espiritual al proceso de la evolución. El propio medio ambiente va moldeando las formas creadas por el principio inteligente, en su lucha por alcanzar la conciencia.

- ¡Que cosa más fenomenal¡ ¡La vida crea vida y cambia el ambiente, en los dos plano! Se espantó Ester – ¡La vida retroalimenta a la vida, aquí y en el plano espiritual.

- ¿Qué cosa no? Un mundo actúa sobre el otro y ambos se van modificando por la acción del principio inteligente existente en todo y da la conciencia de la existencia en los Espíritus. 

Decir que el mundo espiritual es el real, el verdadero, no implica decir que el mundo material no es real ni verdadero

- Vean la perfección del proceso divino de la creación que los estudios actuales nos hacen vislumbrar. Todo interfiere en todo. La interdependencia de los seres va modificando a los propios seres vivos, y todo eso va perfeccionando y alterando el ambiente, manteniendo el equilibrio entre minerales, vegetales y animales. En los dos planos, espiritual y material, ese equilibrio es indispensable a la existencia, al desarrollo del principio inteligente.

- Mientras, propuso Carmelita, el mundo espiritual es preexistente y su materia sobrevive a todo, por lo tanto es él, el que ordena.

- Mientras, saltó Amilcar, a pesar de ser independientes, su correlación es incesante, según El Libro de los Espíritus, porque reaccionan uno con otro.

- Dudo – Ester se espantaba – que el mundo material pueda reinar sobre el espiritual. Este es el real, el verdadero...

- No obstante, es lo que nos enseña la cuestión 86 de El Libro de los Espíritus – y Amilcar consultaba el libro, mostrando la cuestión.

- Ester, explicó René, decir que el mundo espiritual es el real, el verdadero, no implica decir que el mundo material no es real ni verdadero. No es esa la posición de los Espíritus. Hay corrientes espiritualistas, especialmente las derivadas del orientalismo, que consideran a la materia “maya” una ilusión, de la que nos tenemos que liberar.

- Para nosotros, espíritas, el mundo material es imprescindible a la evolución y los dos mundos interactúan, uno sobre el otro –Carmelita interfirió.

- Sin duda, replicó Amilcar, los que consiguen pensar según nos enseñan los sistemas vivos perciben que el principio inteligente se une a la materia por determinación divina, creando y recreando su forma, perfeccionando los cuerpos vivos y el propio medioambiente. El mundo espiritual superior supervisa, mantiene el proceso, como un profesor amparando a la criatura en su aprendizaje.

- ¿Entendéis ahora por qué la Doctrina Espírita nos enseña que el principio inteligente evolucionó, volviéndose consciente y que sólo entonces es Espíritu humano? ¿Percibís ahora por qué los Espíritus nos enseñan que las entidades angelicales se vuelven alma del Universo, para co-crear con Dios?

- Eso es, concordó Carmelita. Ahora entiendo el porque existe esa enseñanza en el libro El Cielo y el Infierno.

- ¿Percibís, concordó Amilcar, cuánto ganamos en comprensión de la Doctrina Espírita al comprender los principios del movimiento ecológico?

- Traducir eso para los pequeñines...Es nuestro reto.

- ¿Vaya, rió René, vosotros no sois principios inteligentes conscientes y que alcanzarán la libertad? ¡Intentad nuevos caminos, pero no olvidéis que las niños, igual que los adultos, solo aprenden con vivencias prácticas.¡ Hay bastantes discursos en que el oyente queda pasivo.¡