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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Português   Inglês
Programa VI: Aspecto Religioso

Año 3 – Nº 140 10 de Enero del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

La oración y su eficacia

 
Presentamos en esta edición el tema
nº 140 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate  

1. ¿Qué resultados produce la oración sincera en aquel que ora?

2. La oración puede tener por objeto tres cosas. ¿Cuáles son ellas?

3. ¿Cómo debemos entender la enseñanza de Jesús cuando afirmó que todo lo que pedimos con fe, en oración, nosotros lo recibimos?

4. ¿Qué es preciso para que, entre el pedido que parte de la Tierra y el auxilio que viene de lo Alto, sea efectivo al auxilio solicitado?

5. ¿Qué virtudes son necesarias para esperar y comprender las respuestas de Dios a nuestras oraciones?

Texto para la lectura 

Cuando son dichas de corazón, son buenas las oraciones de todos los cultos

1. Hay personas que contestan a la eficacia de la plegaria con fundamento en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, innecesario e inútil se hace exponerlas al Padre Eterno. Tal argumento, no obstante, no es correcto porque, independientemente de que Dios conozca nuestras necesidades, la plegaria proporciona por sí sola a quien ora un bienestar muy grande, ya que aproxima a la criatura al Creador y, hija primogénita de la fe, nos encamina para la senda que conduce a Dios.

2. Como sabemos, no existe una fórmula especial para que alguien ore. Cuando dichas de corazón y no sólo de labios, son buenas las plegarias de todos los cultos. Independientemente de fórmula, lo principal es que las plegarias sean claras, simples, concisas.

3. La plegaria puede tener por objeto un pedido, un agradecimiento o una glorificación. Dirigidas a Dios, son oídas por los Espíritus incumbidos por el Creador de ejecutar su voluntad. He ahí por qué por la plegaria el hombre obtiene el concurso de los buenos Espíritus, que concurren a sostenerlo en sus buenas resoluciones y a inspirarle ideas sanas. Aquel que ora con fervor adquiere, de ese modo, la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y a volver al camino recto, si de este se alejó, pudiendo también, por ese medio, desviar de sí los males que atraería con sus faltas.

4. Aunque Jesús haya dicho que todo lo que pidamos con fe, en oración, nosotros lo recibiremos, sería ilógico deducir que basta pedir para obtener, de igual manera que sería injusto acusar a la Providencia si esta no accede a toda súplica que le hacemos. Es preciso tener siempre en mente que Dios sabe, mejor que nosotros, lo que realmente nos conviene en esa o en aquella circunstancia. Un padre con criterio también rechaza al hijo lo que sea contrario a sus intereses.

La oración elevada es manantial de magnetismo creador y vivificante

5. Lo que el hombre no debe olvidar, en todos los momentos y circunstancias de la vida, es la plegaria del trabajo y de la dedicación, en el santuario de las luchas purificadoras, porque Jesús bendecirá sus realizaciones de esfuerzo sincero.  

6. El santuario doméstico que encuentre criaturas amantes de la oración y de los sentimientos elevados se convierte en campo sublime de las más bellas floraciones y cosechas espirituales. Para tanto, no puede la plegaria ser un movimiento mecánico de labios, ni disco de fácil repetición en el aparato de la mente. La plegaria es – y debe ser – vibración, energía, poder.

7. La persona que ora, movilizando las propias fuerzas, realiza trabajos de gran significación y se pone en contacto con las fuentes superiores de la vida. Los rayos divinos expedidos por la plegaria santificadora se convierten en factores adelantados de cooperación eficiente y definitiva en la cura del cuerpo, en la renovación del alma y en la iluminación de la conciencia.

8. Toda plegaria elevada es manantial de magnetismo creador y vivificante y, a causa de eso, toda criatura que cultiva la oración, con el debido equilibrio, se transforma gradualmente en foco irradiante de energías de la Divinidad.

Es preciso humildad para comprender las respuestas de Dios

9. Aprendamos, pues, a orar e igualmente a entender las respuestas de lo Alto a nuestras súplicas. Si vamos a exponer en plegaria al Señor nuestros obstáculos, pidiendo las providencias que nos sean necesarias para la paz y a la ejecución de los gravámenes que la vida nos delegó, supliquemos también al Padre nos ilumine la comprensión para que sepamos recibir dignamente sus decisiones.

10. Entre el pedido que parte de la Tierra y el auxilio que viene de lo Alto, es imperioso funcione la alabanza de la voluntad humana, con decisión y firmeza, para que se efectúe el auxilio solicitado.

11. Confiemos en Dios y supliquemos su amparo, pero – si quisiéramos recibir la bendición divina – busquemos vaciar el corazón de todo lo que esté en contra de nuestras peticiones, a fin de ofrecer a la bendición divina clima de aceptación, base y lugar.

12. Todos, en verdad, podemos dirigir a Dios, en cualquier parte y cualquier tiempo, las más variadas plegarias; pero, necesitamos todos nosotros cultivar paciencia y humildad para esperar y comprender las respuestas de Dios.

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. ¿Qué resultados la oración sincera produce a aquel que ora?

La plegaria proporciona a quien ora un bienestar muy grande, ya que aproxima a la criatura al Creador e, hija primogénita de la fe, nos encamina para la senda que conduce a Dios.

2. La oración puede tener por objeto tres cosas. ¿Cuáles son ellas?

La oración puede tener por objeto un pedido, un agradecimiento o una glorificación.

3. ¿Cómo debemos entender la enseñanza de Jesús cuando afirmó que todo lo que pidamos con fe, en oración, nosotros lo recibiremos?

Debemos entender que, aunque Jesús haya dicho esa frase, sería ilógico deducir que basta pedir para obtener, de igual manera que sería injusto acusar a la Providencia si esta no accede a toda súplica que le hacemos. Es preciso tener siempre en mente que Dios sabe, mejor que nosotros, lo que realmente nos conviene en esa o en aquella circunstancia.

4. ¿Qué es preciso para que, entre el pedido que parte de la Tierra y el auxilio que viene de lo Alto, se efectúe el auxilio solicitado?

Es preciso que funcione la alabanza de la voluntad humana, con decisión y firmeza, para que se efectúe el auxilio solicitado.

5. ¿Qué virtudes son necesarias para esperar y comprender las respuestas de Dios a nuestras plegarias?

Podemos dirigir a Dios, en cualquier parte y cualquier tiempo, las más variadas plegarias; pero, necesitamos todos nosotros cultivar paciencia y humildad para esperar y comprender las respuestas de Dios. 

 

Bibliografia:

O Evangelho segundo o Espiritismo, de Allan Kardec, capítulos XXVII e XXVIII.

O Consolador, de Emmanuel, psicografado por Francisco Cândido Xavier, questão 306.

Ceifa de Luz, de Emmanuel, psicografado por Francisco Cândido Xavier, p. 157.

Rumo Certo, de Emmanuel, psicografado por Francisco Cândido Xavier, pp. 71 a 73. 

Missionários da Luz, de André Luiz, psicografado por Francisco Cândido Xavier, pp. 64 a 67.

Cartas e Crônicas, de Irmão X, psicografado por Francisco Cândido Xavier, p. 15.

 

 

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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita