WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
 
Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 128 – 11 de Octubre del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El regalo de Dios


 
Edinho estaba muy ansioso.

Se aproximaba el Día de los Niños y él no conseguía pensar en otra cosa sino en el regalo que tendría de sus padres.

¡Necesitaba escoger bien!

- ¿Qué voy a pedir? ¿Un cochecito importado con control remoto? ¿O un vídeo de última generación? ¿Quién sabe si una bicicleta nueva, ya que la mía está vieja y fea?

Y Edinho no conseguía decidirse.

Ese día, estaba en el portón de su casa, esperando aparecer a un amigo para jugar,  cuando  notó,  aproximándose,  a

alguien en una silla de ruedas. Era un chico más o menos de su edad, conducido por un muchacho.

Edinho no conseguía desviar los ojos del niño, entre curioso y apenado.

Notando el interés de Edinho, al pasar por el portón el muchacho paró la silla y se presentó, educadamente:

— ¡Hola! Soy Julio y este es mi hermano Rafael. Por favor, ¿tú podrías traer un vaso de agua para mi hermano? Él tiene mucha sed y nuestra casa aún queda lejos.

Edinho, servicial, fue buscar el agua. Mientras el chico tomaba el agua, pudo observarlo mejor. Las piernas estaban atrofiadas y pequeñas, en relación al tamaño del cuerpo.

El niño le entregó el vaso, agradeciendo la amabilidad. Enseguida, sin poder contenerse, Edinho preguntó:

— Rafael, ¿qué ocurrió con tus piernas?

  Nací así.

¡Ah!... ¿Y por qué?

— Dios creyó que sería importante para mi aprendizaje espiritual, dice mamá. ¿Quién sabe, si en otra encarnación, yo haya usado apenas las piernas?

Edinho estaba sorprendido.

— ¿Quieres decir que tu nunca vas a poder andar?

— Ando por todos los sitios en esta silla de ruedas, llevado por mí hermano Julio.

— ¿Pero tú no puedes jugar al balón, correr, andar en bicicleta, como los otros niños?

Con una sonrisa alegre, Rafael respondió sin ningún resquicio de rebelión:

— No. Pero eso no me incomoda. Puedo hacer otras cosas igualmente buenas.

Tengo varios juegos interesantes, poseo muchos juguetes, leo bastante, veo la televisión, voy a la escuela, paseo, visito a mis amigos, voy al cine y mucho más.

Rafael y Julio se despidieron, y Edinho prometió visitarlos. Una viva simpatía había surgido entre ellos.
 

Edinho estaba muy impresionado con el nuevo amigo. Rafael tenía todo para ser un chico rebelde y, sin embargo, percibía que él era realmente feliz, a pesar de no poder andar.

Y, en aquel momento, se acordó de su preocupación con el regalo que esperaba tener el Día de los Niños. Sintió una inmensa vergüenza de sí mismo.

Ya sin ganas de jugar, entró en la casa, pensativo.

Más tarde, cuando su padre llegó del trabajo, tomaron la cena y después la familia se sentó para hacer el Evangelio en el Hogar. Edinho aprovechó la ocasión y dijo:

— ¡Papá! ¡Mamá! Quiero deciros que no deseo tener un regalo el Día de los Niños.

Los padres se miraron, sorprendidos:

— ¿Qué ocurrió? — Preguntó su hermana más mayor — ¿Estás enfermo?

Con seriedad, Edinho miró a todos y respondió:

— Ya he recibido mucho. No necesito de nada más.

Y como todos hubieron extrañado su decisión, el niño relató el encuentro con el paralítico Rafael, concluyendo:

— Quedé avergonzado. Él vive en una silla de ruedas y es muy pobre. Aún así, cree que tiene todo y no se queja de nada. Y yo, que tengo todo, vivo quejándome siempre y deseando cada vez más. Tengo un cuerpo perfecto, las piernas que me llevan para donde deseo ir, los brazos que me obedecen sin problemas, inteligencia para pensar... Y también nuestras condiciones de vida, la casa, el amor de la familia... Yo comprendo ahora que no necesito de nada más. Dios ya me dio muchos regalos.

Sus padres estaban conmovidos. La hermana, siempre dura, tenía los ojos húmedos, y todos sentían una vibración diferente en el aire.

El padre, al cerrar la reunión con una oración, comentó emocionado:

— La lección que tuvimos hoy, a través del relato de Edinho, fue la más importante de las que ya tuvimos. Ojala todas las personas pudieran pensar de la misma manera: ser agradecidas por las bendiciones que el Señor les da. Gracias, hijo mío. A ti y a Rafael, que esperamos conocer cualquier día de estos.         


 
                                                                   Tía Célia 


 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita