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Año 3 124 – 13 de Septiembre del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El Estado laico y los
símbolos religiosos

 
 
Presidida por Daniel Sottomaior Pereira, la ATEA - Asociación Brasileña de Ateos y Agnósticos, entidad debidamente registrada, tiene la finalidad de desarrollar actividades en el campo del orden social que busquen promover el ateísmo, el agnosticismo y la laicidad del Estado.

Su primera acción pública en nuestro país fue la llamada “campaña de los autobuses”, un movimiento semejante al que viene ocurriendo en Europa que consiste en fijación en autobuses de slogans diversos que divulguen el pensamiento y los objetivos de la entidad. Una de las reseñas de la campaña es la frase que pide la efectiva laicidad del Estado, tema que está al orden del día y que la ATEA entiende que debería ser una prioridad para los ciudadanos de todas las creencias y descreencias.

Dicen sus adeptos que la ATEA no es una secta, no tiene por objetivo la quema de Biblias y que sus rumbos dependerán de lo que sea decidido por sus miembros. Entienden sus partidarios que una organización formal de ateos y agnósticos era, hace mucho tiempo, necesaria en nuestro país.

Una segunda acción consistió en la representación propuesta al Ministerio Público por el presidente de la entidad, que se sintió ofendido con la presencia de un crucifijo en un determinado órgano gubernamental. Si el Estado es laico, ¿por qué los repartos públicos exhiben símbolos religiosos?

El Ministerio Público acogió la propuesta y requirió a la Justicia la retirada de los símbolos religiosos. La acción tramitó en la 3ª Vara Cível Federal de la Capital paulista, pero no fue atendida por la jueza Maria Lúcia Lencastre Ursaia.

Conforme una nota divulgada por la Justicia Federal, la jueza consideró natural en un país de formación histórico-cultural cristiana, como Brasil, la presencia de símbolos religiosos en órganos públicos, sin “cualquier ofensa a la libertad de creencia, garantía constitucional, he ahí que, para los agnósticos, o que profesan creencia diferente, aquel símbolo nada representa, asemejándose a un cuadro o escultura, adornos decorativos”.

En cierto tramo de la sentencia, ella argumentó que el Estado laico no debe ser entendido como una institución antirreligiosa o anticlerical. Y adujo: “El Estado laico fue la primera organización política que garantizó la libertad religiosa”. “La libertad de creencia, de culto y la tolerancia religiosa fueron aceptadas gracias al Estado laico, e no como oposición a le. Sendo así, a laicidad no puede expresarse en la eliminación de los símbolos religiosos, pero en la tolerancia a los mismos.”

Se trata de una decisión de primera instancia, lo que significa que el asunto va a vencer y sólo quedará definitivamente resuelto cuando llegara al escalón superior del Poder Judicial. Lo que importa, sin embargo, no es el proceso en sí, sino su motivación.

Nos parece claro que el fundamentalismo religioso y la intolerancia con que las autoridades religiosas han actuado son los que dieron origen a ese nuevo movimiento de oposición, cuya tónica es la aversión a todo lo que represente la religión responsable por hechos que ensangrentaron al mundo, como los patrocinados por las Cruzadas y por la Inquisición, que jamás podrían haber sido llevados adelante por quien busca regularse en la vida de acuerdo con los enseñanzas de Jesús.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita