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Año 3 121 – 23 de Agosto del 2009

LEONARDO MACHADO    
leomachadot@gmail.com       
Recife, Pernambuco (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Palestina en los tiempos
de Jesús

La Palestina, donde Jesús nació, era el nombre que los romanos dieron a la región anteriormente llamada de Filistea por sus propios habitantes y que los hebreos designaban con el nombre de Canaán, la Tierra Prometida por Yahvé


Para mejor entender el Evangelio de Jesús es importante no descuidar la geografía en la cual los acontecimientos que allí son descritos sucedieron.  

Cómo era Palestina 

Como se sabe, el Maestro nació en el territorio conocido como Palestina. Este, en realidad, era el nombre más reciente del lugar, dado por los romanos, que literalmente significaba “tierra de los filisteos”, derivado del griego Philistia. Anteriormente, era llamado de Filístia por los antiguos habitantes. Los hebreos la llamaban Canaán, que ciertamente significaba “Tierra de la Púrpura”. Era la esperada Tierra Prometida por Yahvé.

Esta actualmente conocida “Tierra Santa”, al lado de otros territorios, que comprendían Egipto, Arabia, Siria,  Mesopotamia,  Armenia, Irán y Asia Menor, formaba parte del antiguo Oriente Próximo, también llamado como Asia Occidental o Asia Anterior. En esa región, surgieron las primeras civilizaciones del mundo, aunque presentara grandes desiertos, estepas y montañas. Concursaban para este florecimiento poblacional el hecho de ser una área que presentaba valles fértiles de grandes ríos, al lado de la localización estratégica - pasaje obligatorio de las rutas comerciales del lugar.

Estrictamente hablando, Palestina es una estrecha franja limitada al norte por la antigua Fenicia, que corresponde hoy a Líbano y parte de Siria; al sur por la península del Sinai, región montañosa y desértica de Egipto; al este por el Desierto Arábico, que actualmente se extiende de Siria y de Jordania para otros países; y a la oeste por el Mar Mediterráneo, un mar del Atlántico Oriental que baña diversos países.

Extendiéndose de norte a sur por cerca de doscientos  cuarenta kilómetros y teniendo aproximadamente veinte mil seiscientos kilómetros cuadrados, era atravesada por el río Jordán, palabra que significa “lugar donde se desciende”. Su nacimiento se sitúa en los montes Antilibano, en el declive del monte Hérmon. De ahí, descendiendo, forma el lago Hulé, y después, el Mar de la Galilea, también llamado de Lago Tiberiades y el Lago de Genesaret. Siguiendo su curso, desemboca en el Mar Muerto. Teniendo gran importancia en las narraciones bíblicas, actualmente, es la frontera entre Israel, junto con Cisjordania, y Jordania.

Destáquese que, en el transcurrir de la historia, como suele ocurrir, los campos en los cuales Cristo nació tuvieron sus fronteras modificadas reiteradas veces. Actualmente, por ejemplo, ciertamente más pequeño de lo que en la época del Rabí, Palestina está dividida en tres porciones. Una fue transformada en el Estado de Israel. Las otras dos son la Franja de Gaza y Cisjordania. E, infelizmente, aún continúa siendo escenario de incontables guerras, a pesar de ser llamada santa.  

Canaán en la época de Jesús 

El tiempo de Jesús, gracias a las conquistas realizadas por la dinastía asmoniana y por Herodes, Canaán tenía, prácticamente, sus primitivos límites. Sin embargo, estaba dividida en varias regiones. Se puede decir que las principales eran Samaria, Judea y Galilea, pero también otras menores existían, como Perea – o Parea -,  Idumea,  Iturea,  Batanea, Traconites, Abilene y Gaulanites.

Al norte de Palestina, y con una población bastante mestiza - teniendo fenicios, sirios, árabes y griegos -, Galilea fue el escenario de la mayor parte del tiempo de la vivencia y de las predicaciones del Maestro. Situada casi doscientos metros por debajo del mediterráneo y con uno pueblo que en su mayoría no sabía leer o escribir, era una región agro-pastoril y de pescadores, gracias a la márgenes del río Jordán, al Mar Mediterráneo y al Lago Tiberiades. Este último era altamente venerado por los judíos, ya que a su alrededor la vegetación y la fertilidad eran abundantes. A lo largo del tiempo, pasó a ser la fuente de subsistencia principal de la región. Algunos llegaron a afirmar que, en aquel entonces, había cinco mil barcos pescando a la misma vez. Por esto aún, vio florecer, en su alrededor, incontables ciudades, inclusive de peso en los Evangelios, como Betsaida, al nordeste del Lago de Genesaret, y Cafarnaún, Magdala y Tiberiades, todas al oeste del mar.

En Cafarnaún, ciudad en la cual Mateo parece haber vivido, existía una sinagoga - hecho que debería indicar una correcta importancia de esta ciudad -, en la cual Jesús cura a un paralítico y hace los principios de su vida pública. En el extremo norte, estaba Cesárea de Filipo, una reconstrucción Herodiana de la antigua Panias en homenaje a Roma, lo que causó grande disgusto entre los israelitas.

Más abajo, al suroeste del Mar de Galilea, quedaba Nazaret, la ciudad en la cual Jesús pasó más tiempo, en especial de su juventud. Esta era una ciudad pequeña, con un terreno anchamente abierto y un frío riguroso en el invierno, aunque tuviera un clima ameno en otras épocas. A oeste de ella, estaba la ciudad de Canaán, también uno de los primeros escenarios de sus predicaciones. También próximo, estaba el monte Tabor, en el cual él se transfigura, en la que, según Divaldo Franco, fue la primera sesión mediúmnica de la historia, con la aparición también de Elías y de Moisés.

La verdad es que en otras regiones, como en Jerusalén, las personas con desden preguntaban – “¿Viene, posiblemente, Cristo de Galilea?” -, o aún – “¿Podrá salir cosa buena de Nazaret?”. Sin embargo, a pesar de un pueblo simple, según muchos, hasta hoy la hospitalidad y generosidad son costumbres de las personas del lugar.  

Betania fue visitada varias veces por Jesús 

Ya al Sur de la Tierra Prometida, en un área montañosa, Judea era el centro del poderío económico. En sus campos predominaba el ganado, con la cría de camellos, de vacas y de ovejas, y el cultivo del olivo. Además de eso, la artesanía y el comercio ganaban importancia, inclusive de artículos de lujo, estos sobre todo en la capital.

Poseía, igualmente, las principales ciudades de la cultura judía, así como el poderío económico. Jericó, más al norte, era una de las ciudades más antiguas y de sus árboles se extraían bálsamo para perfumes. Betania, más abajo, próxima del Monte de los Olivos y de Jerusalén – Juan escribió que quedaba a unos 15 estadios de esta -, fue visitada diversas veces por Jesús. Esto es porque allá estaban, comúnmente, Lázaro y sus hermanas, Marta y Maria. Era una de las pocas casas en la cual el Maestro se hospedaba.

La capital estaba situada en Jerusalén, al oeste de Betania. Allá estaba el centro global de la cultura hebraica. Situada a setecientos sesenta metros por encima del nivel del mar Mediterráneo, recibía cerca de ciento ochenta mil peregrinos en épocas de festividades. En aquella ocasión, Herodes ya había levantado y ampliado el famoso templo, que, entonces, pasó a ser conocido con su nombre, y era, a buen seguro, el centro de Israel. Ahí, campeaban la soberbia y el prejuicio. Al este de este centro y tras el valle de Josafá, o valle del río Cedrón, quedaba el Monte de los Olivos, una cadena de colinas con tres picos, en la cual Cristo estuvo algunas veces predicando. Fue allá que él previó la negación de Pedro. En la falda de esta colina, estaba un jardín llamado Getsemani, en el cual el Maestro oró antes de la crucificación. También, cerca de esta ciudad, estaba el Gólgota, llanura en la cual Jesús fue crucificado y, por ser un término en arameo, significa calvario, o lugar de la calavera, según algunos evangelistas. Más al sur, estaba Belén, el lugar de las tradiciones del antiguo rey David.

Judea también era atravesada por el río Jordán y por el mar Muerto, este al este de sus principales poblados y descendiendo hasta llegar a Idumea. Entre, sin embargo, Galilea y  Judea, apretada como una isla pequeña, estaba Samaria que, en aquel entonces, no disfrutaba más las glorias del pasado. Al contrario, sufría aún la discriminación por parte de los otros judíos, siendo, pues, más pobre.  

El monte Garizin quedaba en Samaria 

Esto aún era reflejo de la dominación hecha por los asirios, al mando de Sargón II, en la cual, de entre otras cosas, hubo tenido sus mujeres violadas por los conquistadores.

A partir de entonces, sus hijos pasaron a ser vistos como mestizos y, por lo tanto, impuros. Porque quedaron prohibidos de entrar en contacto con otros hebreos, aún de adorar a Dios en el templo de Jerusalén, los samaritanos, bajo el mando de un sacerdote de Sion, construyeron un santuario encima del monte Garizin para rivalizar con el de Judea. Este quedaba en el centro de Samaria.

Entre este monte y el Ebal, o Hebal, con todo estaba en una altitud de casi 600 m, la ciudad de Sicar, o Siquém, que significaba dorso, famosa por el pozo de Jacob, que tal vez exista hasta hoy con el nombre de Bir Iakub. Ellos tenían costumbre de colocar en lugares públicos nombres de sus antepasados. Ahí, Jesús estuvo por algunos días, en un diálogo notable con una mujer. A esta altura, sin embargo, la propia ciudad de Samaria, que había sido destruida en la época de los macabeos, había sido reconstruida por Herodes, ahora con el nombre de Sebaste, o Augusta en griego, igualmente en homenaje al emperador romano. Esta quedaba a noroeste de Sicar.

La región de Samaria, como estaba entre las dos principales regiones de Palestina, era lugar de paso de los viajeros. En verdad, el camino de Jerusalén, que conectaba a Judea con Galilea, pasaba de más o menos media hora de Siquém, en el valle entre los dos montes ya citados. Era común, sin embargo, que los judíos recorrieran un camino más largo, a través de un gran desvío al este, pasando por Perea y evitando así, el contacto con los samaritanos. Según Juan, sin embargo, el Maestro por el camino pasó tranquilamente. En la realidad, esta tierra fue fuente de inspiración para una de las más bellas parábolas del Evangelio, la del samaritano, cuando es proclamada la excelencia de la caridad. Igualmente, desde pronto esta región recibió la Buena Nueva. Aún los apóstoles la visitaron tras la cruxifición.

El tierno Rabí aún pasó por diversas regiones de Palestina, como Perea, tras su cuarta estancia en Jerusalén, de acuerdo con Juan, y Decápole, en Gerasa, donde hizo curas consagradas por los apóstoles.

Como sea, sin embargo, en estos paisajes, aquellos deben haber sido días inolvidables. 

 

Bibliografia: 

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Wikipédia, a enciclopédia livre, in:

 


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