WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
 
Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 118 – 2 de Agosto del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

La lección de Totó

 

Era una vez un niño que se llamaba Juquinha.

Juquinha estaba muy malcriado. Le gustaba pelear con los otros niños y se divertía en maltratar a los animales.

Los niños se defendían, pero los pobres animales, muy dóciles y humildes, no reaccionaban.

Él vivía tirando piedras a los pajaritos y destruyendo sus nidos; tiraba del rabo de los gatos, golpeaba a los perros y arrancaba plumas a las gallinas.

¡Un horror! A nadie le gustaba él.

Su madre, que era una mujer muy bondadosa, compadecida de la suerte de los animales que tenían la infelicidad de caer en las manos del niño, intentando corregirlo lo aconsejaban con cariño:

- ¡Juquinha, hijo mío! Ten cuidado. ¡Un día tú te vas a arrepentir! ¿Qué mal te hicieron esos pobres animales? Ellos son hijos de Dios, como nosotros, y merecen todo nuestro respeto y cariño.

¡Pero, no es nada! Juquinha sacudía los hombros, hacía un gesto y se iba a jugar, sin importarle los consejos de su madre.

Un día Juquinha decidió salir para pasear a su perro Totó.

El perro iba delante, todo satisfecho, moviendo el rabo. ¡Era tan difícil que Juquinha lo invitara a salir!

Caminando por la calle, el niño vio una pequeña rama que había caído de un árbol. Lo cogió, hizo con ella una varita, y comenzó a agitarla en el aire. Después,

teniendo otra idea, con malas intenciones, amenazó a Totó con la varita, como si fuera a golpearle a él.

El perrito, que de vez en cuando miraba para atrás, vio el gesto y notó la intención del niño.

Totó, que ya estaba cansado de los malos tratos recibidos de su dueño, decidió darle una lección.
 

Se volvió y le dio un mordisco en la pierna a Juquinha. Un pequeño mordisco, sólo para asustarlo, darle una lección. Pero el niño, sorprendido y aterrorizado, comenzó a llorar de dolor.

Con el dolor que sintió al ser mordido por el perro, que siempre fue su amigo, Juquinha notó lo que los animales sentían cuando él los golpeaba.

Aprendió la lección. Nunca más Juquinha maltrató a los animales, que acabaron volviéndose sus amigos.

Desde ese día en adelante se volvió un niño bueno y protector de los animales.

                                                                   Tía Célia 


 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita