WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
 
Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 114 – 5 de Julio del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El caballito rebelde
 

En cierto lugar muy agradable, en medio de una bonita postal, vivía un caballito que era el orgullo de todos.

Nació allí en aquellos parajes y los otros animales lo amaban como si fuese el hijo de cada uno de ellos.

Él nació fuerte y sano. Le dieron el nombre de Hermoso.

Era realmente un placer verlo correr por   los    campos,   galopar   en   la

pradera, jugando con otros animales. Pero Hermoso, por tener la atención y el cariño de todos, creció convencido y orgulloso. Nada era bastante bueno para él. Quería siempre lo mejor para sí y creía que tenía aun el derecho a la atención general.

Cuando se volvió un joven caballo, de pelo brillante y sedoso, piernas ágiles y fuertes, su dueño decidió que él sería un corredor. Al final, Hermoso era rápido como una flecha y, sin duda, el caballo más rápido de la región. Sería entrenado para participar de las corridas de caballos y, con seguridad, tendría días de gloria en el hipódromo.

Hermoso torció la nariz. Se negó a participar del entrenamiento juzgándose superior a esa tarea.

- ¡Yo no! – afirmaba él - ¿Me cansaré corriendo para diversión del pueblo? ¡De modo ninguno! No voy.

El patrón, decepcionado, juzgo que tal vez hubiese errado en sus cálculos. Probablemente Hermoso no tenía tendencia para correr. ¿Quién sabe si se sentiría mejor en el propio hogar? Dejaría a Hermoso para uso de su esposa. A ella le gustaba cabalgar y estaría feliz con el regalo.

Hermoso se negó. Cuando la mujer montó en su dorso él mostró su desagrado dando saltos. Para no caer, ella desmontó y nunca más quiso saber de él.
 

Aun intentando disculparlo y justificar sus actitudes, pues lo amaba, el dueño pensó:

- ¿Quién sabe si mi esposa es muy pesada para Hermoso? ¡Tal vez, si mi hijo lo montase, su reacción sería diferente!

¡Nada! El adolescente montó, bajo la asistencia amorosa del padre, y pronto tuvo que descender porque Hermoso reaccionó dando coces y saltos.

Y así, sucesivamente, el dueño de Hermoso intentó de todo para preparar una tarea para él. Intentó colocarlo tirando una carreta ligera y el arado, sin resultado. Tropezaba siempre en su mala voluntad.

Finalmente, el tiempo fue pasando y, viendo que no conseguía ubicarlo en ningún sector de servicio, pues a Hermoso le gustaba aún correr por los campos, alimentarse muy bien y beber agua fresca, el hombre perdió la paciencia y decidió venderlo, aunque con mucho dolor en el corazón.

Cuál no fue su sorpresa al encontrar cierto día, algún tiempo después, en una pequeña y polvorienta carretera, a Hermoso, su lindo caballo Hermoso, que poseyera de todo, que podría haber sido un campeón en las carreras, animal de compañía y montaría para su familia, que lo trataba con inmenso amor, ahora irreconocible, sucio y maltratado, con la cabeza baja, humillado, tirando con gran dificultad un pesado carro.

Le fueron dadas muchas oportunidades que Hermoso no hubo sabido aprovechar. Ahora, tendría que aprender el valor del trabajo bajo condiciones mucho más difíciles y arduas, para que pudiera valorar las bendiciones que el Señor hubo colocado en su vida.                   

                                                                   Tía Célia 

 
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita