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Año 3 111 – 14 de Junio del 2009

JADER SAMPAIO
jadersampaio@uai.com.br
Belo Horizonte, Minas Gerais (Brazil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Visión espírita de las curas y pases en la tradición
judaico-cristiana
 

A imposición de manos fue utilizada con frecuencia por Jesús, aunque no haya relatos de pases (movimiento de manos), y las obsesiones fueron casi totalmente tratadas con diálogos establecidos con los Espíritus que Jesús trataba con autoridad

(2ª Parte) *

Las curas de los apóstoles y los dones en
la comunidad cristiana

El libro de los actos de los apóstoles contienen la mayoría de las narraciones de curas efectuadas por ellos. Al contrario de Jesús, los apóstoles eran hombres comunes, del pueblo, que muchas veces llegaron a dudar de Jesús. Aunque Jesús los hubiera enviado en su nombre, se ve que en cuanto el Maestro vivía, algunas veces ellos no conseguían su tarea, como es el caso del niño epiléptico citado anteriormente.

Tal era el centro de Jesús, que los sacerdotes del templo apostaron el fin del movimiento cristiano con el sacrificio del Maestro. Todos conocen el episodio que sucede a la prisión de Jesús, en el cual Pedro inicialmente corta la oreja de Malco y posteriormente niega a Jesús por tres veces, conforme el propio Maestro había profetizado.

Al contrario de lo que ellos esperaban, estos hombres continuaron cristianos, tomaron para sí la tarea de evangelización del mundo, convirtieron a otros y mostraron la capacidad de curar y de hablar en lenguas desconocidas, mucha veces interpretadas en el lenguaje evangélico como “dones del espíritu”. (At. 2:38, At. 10:45, I Cor. 12:27-30.)

Casio todos los apóstoles fueron martirizados, la mayoría de ellos por Roma, dada la amenaza cultural o tal vez la extrañeza que el Cristianismo pasó a representar ante los valores de la civilización romana, además de los varios intereses políticos de los gobernantes.

Pedro (At. 3: 1-10) cura a un minusválido que pedía limosnas en la puerta del Templo de Jerusalén con una mirada y un toque, pronunciando palabras que serían célebres: “Ni oro ni plata poseo. Lo que tengo, sin embargo, esto te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a caminar.”

Ananias ora e impone las manos sobre la cabeza de Saulo, el perseguidor de los cristianos, a pedido de Jesús que se le aparece. El judío-romano recupera la visión. (At. 9:12-18) Enviado a Roma para ser juzgado, Pablo cura al padre de Públio (At. 28: 7-9) en la isla de Malta, imponiendo las manos sobre él y orando. Este padecía de disentería y fiebre. Después del éxito del apóstol de los gentiles, los ciudadanos enfermos en la isla pasan a buscarlo para ser tratados.
Otro fenómeno asociado a la imposición de manos en las comunidades cristianas de los primeros tiempos es la inducción de dones del Espíritu (el “don de las lenguas” y la “profecía”, entre otros), que el Espiritismo entiende como que es una referencia a la mediumnidad.

En el libro de Actos de los Apóstoles (At. 8: 14-17), Pedro y Juan imponen las manos sobre los samaritanos y ellos “reciben el espíritu santo”. Igualmente Pablo (At. 19:6) impone las manos sobre los cristianos de Éfeso y ellos “reciben el Espíritu Santo, profetizan y hablan lenguas extranjeras”.
Aun me es oscura la trayectoria de la práctica de imposición de manos entre los cristianos de los siglos venideros. Con el advenimiento de la misa, la práctica parece volverse cada vez más simbólica, quedando las curas cada vez más reservada a los relatos de las vidas de los santos, de papas y, curiosamente, de los reyes cristianos. El Concilio de Trento consagró la imposición de manos como acto de ordenación y, más recientemente, los neopentecostalistas en el medio evangélico y la renovación carismática en el medio católico utilizan la imposición de manos con el objetivo de cura.

El toque de manos de los reyes cristianos

Frazer (1982) ya había propuesto una asociación evolutiva entre los fetichistas y los reyes de la antigüedad se atribuían los poderes de un fetichero). Michaelus (1983, p. 70) afirma que los emperadores romanos Vespasiano (69-79 d.C.) y Adriano (117-138 d.C.) practicaban la imposición de manos con fines curativos.

Los libros de hipnosis sitúan la práctica de los reyes franceses tocando a los súbditos para la cura a partir de Clóvis (496 d.C.), que fue el primer monarca convertido cristiano.

Gomes (2007) encuentra esta información en los libros de Historia de la Medicina y aun afirma que hubo una disputa entre franceses e ingleses sobre el origen de ese poder real. Los ingleses defienden que la práctica sería oriunda de Eduardo I (1272-1307), que tiene registros de curas de pacientes con tumores, tuberculosis linfonodal, también conocida como “Mal del rey” o “Dolencia de las sandalias” (una enfermedad muy extraña que abulta extraordinariamente la nariz, como si fuese un tumor”) (¡que sumarían 523 personas!).

El monarca más conocido en Francia por su toque curador fue, con todo, Carlos V (1364-1380), y la práctica se extendió hasta Luís XVI (que habría tocado a 2.400 pacientes en su coronación, en 1775) y Carlos X (que tocó a 121 enfermos en 1824, según Gomes).

Oliveira (2006) describe con base en los trabajos de Marc Bloch (Los Reyes Taumaturgos)) la asociación entre la leyenda de la Santa Âmbula y el poder regio de curar. Carlos V se titulaba cristianísimo, y atribuía su poder de cura a Dios, que él habría concedido en la época de su coronación porque él habría sido ungido por el aceite de Santa Âmbula. Este aceite habría sido dado “por los cielos” a Francia.

Los reyes montaban un verdadero teatro, con la presencia de representantes de la iglesia, que tendría como punto alto la frase, anunciada por el sacerdote: “El rey te toca, Dios te cura.” Una Ceremonia formal, en Inglaterra y en Francia, es acostumbrarse a anotar los nombres de las personas que serían tocadas por los reyes.

Alto político y formal, cada vez más cercado de mitos y leyendas, si algún beneficio hubiese traído la salud de los participantes, el ciertamente sería olvidado o puesto en duda con la Revolución Francesa y el Iluminismo Francés, enemigos del clero y de la nobleza, así como de todo lo que les diese respeto o les sostuviera el prestigio.

La política temporal y eclesiástica se apropió de la imposición de manos para la cura y el vacío de su sentido espiritual, destruyéndola a los ojos de la nueva inteligencia que surgió en Europea. Cupo a Mesmer y a sus discípulos hacer una nueva lectura, con pretensión científica y en bases supuestamente naturales, de esa práctica de tratamiento, que ganó status de medicina alternativa en los siglos XVIII y XIX.

Conclusiones
 

En posesión de las informaciones, aunque susceptibles de una investigación complementaría más profunda, ya es posible algunos análisis.

Con relación al concepto de dolencia, el Espiritismo queda en una posición intermediaría entre el idealismo del Antiguo Testamento y el materialismo científico contemporáneo. Si, por un lado, las dolencias son susceptibles de análisis y tratamiento con base en causas naturales, el Espiritismo aboga un componente espiritual a ellos asociados que funcionaría como una especie de catalizador. Ese componente no se reduce a los fenómenos psicológicos, que son ampliados por la acción de los Espíritus y de las influencias del periespíritu en el cuerpo de la persona.

El Espiritismo no concibe una divinidad vengativa, dando muestra de su poder de forma voluntariosa enfermando a los que no se curvan a sus deseos y órdenes, como en el Antiguo Testamento. Esta concepción si es empleada por algún espírita, es fruto de confusión. El propone un universo organizado de forma inteligente, regido por leyes universales, que van siendo aprendidas en su significado por el hombre durante su trayectoria evolutiva, a lo largo de diversas existencias. La ignorancia y los actos en disociación con esas leyes tienen como consecuencia el sufrimiento y el dolor, que son señales, reacciones y no castigos divinos.

El sufrimiento no tiene sólo causas espirituales, sino causas pasadas (en la cual la reencarnación y la idea de justicia divina tienen un papel importante) y causas actuales, estas últimas generalmente olvidadas por los espíritas contemporáneos, pero discutidas por Allan Kardec.

Innecesario es decir que los sacrificios y prácticas rituales con la finalidad de perdón de los pecados por la divinidad ningún sentido tienen en el contexto espírita. La idea de ley de Dios, entendida como el texto bíblico, será sustituida por la conciencia moral de la persona en enfrentamiento con la realidad, que muchas veces es intuida, pensada e investigada por Espíritus superiores encarnados en diferentes culturas occidentales y orientales. El Espiritismo valora la razón, la intuición y la percepción como medios para la construcción del conocimiento.

Con relación al Nuevo Testamento, del punto de vista espírita, es difícil distinguir en los textos de los cristianos primitivos lo que es leyenda de lo que es hecho, pero no es inverosímil creer que si tales curas se dieron, se dieron por intermedio de lo que Kardec convino en llamar mediumnidad de cura (diferentemente del magnetismo humano o pases magnéticos). Las curas son casi todas instantáneas o a corto plazo y envuelven enfermedades crónicas, estados graves y mismo síntomas mutiladores del organismo humano.

En los casos de resurrecciones, excepción hecha a la atribuida al propio Cristo, lo que se puede especular son estados que en la época de Kardec se acostumbraba llamar como catalepsia y que más recientemente la medicina prefiere denominar como estados de coma profundo.

Kardec retira del misterio de la fe y de la acción divina directa el peso de la explicación de estos fenómenos y de otros, también no comunes o raros, que él mismo, los espíritas y los magnetizadores testificaron en su época. Las curas y mejoras se darían por la acción de la transmisión del fluido vital y por la acción espiritual sobre el periespíritu, principalmente; y sobre el cuerpo, eventualmente, de las personas cuando les son impuestas las manos y realizados pases.

La fe del paciente que busca pasistas y médiums de cura es la confianza en la posibilidad de la intervención espiritual y en la acción de los fluidos, que le propone la armonización de los pensamientos, la tranquilidad del alma y la disposición íntima para usufructuar el bienestar que esa técnica puede proporcionarle. Así, el Espiritismo rehabilita y da un nuevo sentido para las prácticas cristianas primitivas, desnudándolas del ritualismo y del misticismo con que fueron entendidas y modificadas en el paso de los años, proponiendo hipótesis explicativas de su dimensión espiritual y rescatando su espiritualidad y su papel en la salud del hombre contemporáneo.


Fontes bibliográficas:

A Bíblia de Jerusalém. São Paulo: Paulinas, 1985.

GOMES, Mauro. O toque das mãos do rei. Disponível em:
http://www.pulmonar.org.br/blog/tuberculose/o-toque-das-maos-do-rei/. Acesso em 01/12/ 2007.

KARDEC, Allan. O Evangelho Segundo o Espiritismo. Rio de Janeiro: FEB, 1978. [Edição Popular]
______ A Gênese. Rio de Janeiro: FEB, 1973.

MICHAELUS. Magnetismo Espiritual. Rio de Janeiro: FEB, 1983.

OLIVEIRA, Maria Izabel B. Morais. O milagre régio e o ciclo legendário em prol do fortalecimento do poder, no círculo de Carlos V França (1364-1380), Revista de História e Estudos Culturais, v.3, n. 1, jan/mar 2006.


* A primeira parte deste artigo foi publicada na edição anterior desta revista.


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita