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Año 2 – 97 – 8 de Marzo del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El clonaje ante las cuestiones éticas y el buen sentido

 
El clonaje de células de un embrión humano, después que este asunto vino a escena, dio inicio a un nuevo orden de discusiones en que el tema central hablaba respecto a la ética y a los límites de la ciencia. No se discutía entonces si era o no posible clonar seres humanos, por cuanto la experiencia de la ovejita Dolly había mostrado que está lejos la época en que la reproducción animal dependía de la conjunción carnal o de procesos de fertilización envolviendo los gametos masculinos y femeninos.

Las opiniones contrarias al clonaje humano iban más allá de eso, como el especialista en genética paranaense Newton Freire Maia, se manifestaron en la época contra esa experiencia, aunque su finalidad fuese el trasplante de órganos. “La ciencia no puede hacer todo lo que sabe hacer”, afirmó el profesor Freire Maia a la Gaceta del Pueblo, poco tiempo antes de su desencarnación. “No es posible dar inicio a una persona (el embrión) y matarlo enseguida.

El punto central por el añorado especialista en genética es, sin duda, la llave del problema. Es preciso entender que hay algo más, además de simples células humanas, un ser vivo, tema que Gabriel Delanne estudió con profundidad en su libro La evolución anímica. La fuerza vital, dice Delanne, no basta, por sí sola, para explicar la forma característica de los individuos. Se impone admitir ahí la existencia de aquello que el Espiritismo designa por el nombre periespíritu, esto es, de un órgano que posea las leyes órgano-genéticas mantenedoras de la firmeza del organismo, malogrando las constantes mutaciones moleculares.

Los espíritus conservan la forma humana no sólo por presentarse típicamente así, como también porque su cuerpo espiritual o periespíritu encierra todo un organismo fluídico-modelo, por el cual la materia se ha de organizar.

En la formación de la criatura viviente, la vida no ofrece como contingente sino la materia irritable del protoplasma, materia amorfa, en la cual es imposible distinguir el mínimo rudimento de organización. La célula primitiva es absolutamente idéntica en todos los vertebrados. Es forzoso admitir, por tanto, la intervención de un nuevo factor que determine las condiciones constructivas del edificio vital.

El periespíritu, entiende Delanne, contiene el diseño previo, la ley que servirá como regla inflexible al nuevo organismo y que le asignará el lugar en la escala morfológica. Es en el embrión que se ejecuta esa acción directiva. En el desarrollo de este, observó Claude Bernard, vemos un simple esbozo, precedente a toda y cualquier organización. Ningún tejido allí se distingue. Toda la masa se constituye de células plasmáticas y embrionarias, pero en ese esbozo “está trazado el diseño ideal de un organismo aun invisible”.

Se percibe, por tanto, que sin el modelo organizador biológico o periespíritu – que ofrece el diseño vital citado por Claude Bernard –no ocurriría el desarrollo fetal.

Ahora, el periespíritu es, según las enseñanzas espíritas, el mismo cuerpo espiritual que Pablo de Tarso mencionó en su carta a los corintios. Revestimiento del alma, perteneciente al alma, lo que significa decir que la vida de un ser humano factible implica la presencia del alma, lo que refuerza la posición lúcida contraría al clonaje de embriones, defendida no sólo por religiosos, sino por científicos del calibre del añorado especialista en genética, fallecido el día 10 de mayo del 2003, como consecuencia de un cáncer.

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita