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Año 2 – 88 4 de Enero del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

Paz y prosperidad en el año que se inicia

 
Constituye un hábito al final de cada año desear a los amigos y familiares que tengan en el año que se aproxima un largo periodo de paz y de prosperidad.

A propósito del asunto, hasta una simpática canción fue concebida y es cantada por mucha gente, por lo menos aquí en Brasil: “Adiós, año viejo, feliz año nuevo. Que todo se realice en el año que va a nacer… ¡mucho dinero en el bolsillo, salud para dar y vender!”

No huyendo a esa regla, también formulamos aquí para nuestros lectores y amigos votos de que el 2009 sea realmente para todos mucho mejor de lo que fue el año recién finalizado y, sobre todo, repleto de paz y prosperidad.

Nos cabe, sin embargo, añadir una explicación con respecto al vocablo prosperidad, que no es utilizado aquí en el sentido usual, si no en el sentido verdadero por el cual ese vocablo debe ser entendido, en base de lo que aprendemos con la Doctrina Espírita. Prosperidad es algo que viene de la consecución del programa que traemos para la presente existencia.

Como pocos ignoran, no siempre realizamos en el plano terrestre lo que fue programado antes de nuestro sumergimiento en la carne. Es por eso que, conforme observó Herculano Pires, muchas existencias en la Tierra componen lo que él llamó como círculo vicioso de la reencarnación.

Nos dice el nostálgico compañero que el desenvolvimiento del ser humano no es continúo, sino discontinúo. En cada experiencia reencarnatoria el individuo desenvuelve ciertas potencialidades, pero la ley de la inercia puede retenerlo en una posición determinada por los límites de la propia cultura en que se desarrolló. Con la muerte del cuerpo físico, el vuelve al mundo espiritual, sus percepciones se amplían y, en poco, comprende que su perfectibilidad no tiene límites. Al volver a una nueva existencia, puede recomenzar con más eficiencia el desenvolvimiento de su perfectibilidad. Pero, si no recibe en esa fase reencarnatoria los estímulos adecuados, podrá nuevamente sentirse preso a la condición de la existencia anterior y estacionar en una repetición de estadio. Es a eso, a esa repetición, que Herculano dio el nombre de círculo vicioso de la reencarnación.

La teoría fue expuesta en su libro Pedagogía Espírita, pero ha sido comprobada por varios autores, como André Luiz demostró en el libro Sexo y Destino, obra psicografiada por Chico Xavier, publicada en el año 1963.

Conforme es relatado por André, en 82 años de existencia del instituto “Almas Hermanas”, una institución educacional existente en el Plano Espiritual, de cada 100 alumnos desencarnados necesitados de reeducación sexual que procuraron aplicar en la existencia corpórea las enseñanzas recogidas en el Instituto, 34 fracasaron, volviendo a la vida espiritual sobrecargados con nuevas deudas, 26 mejoraron ligeramente, aunque imperfectamente, 22 registraron alguna mejora y 18, solamente dieciocho vencieron en los compromisos de la reencarnación.

Los desafíos de la existencia corpórea no son, como es fácil observar, algo que se vence fácilmente. Para obtener victoria en esa lucha, es preciso dedicación, oración, vigilancia y una búsqueda permanente de la meta a ser alcanzada, que es la perfección, un objetivo posible y, según Jesús, factible, pues como todos sabemos, fue el Maestro de Nazaret quien afirmó: “Vosotros sois dioses; todo lo que hago podréis hacer también y mucho más”.

La prosperidad que auguramos a nuestros amigos no es, por tanto, la ganancia pecuniaria, la simple mejoría de las condiciones de vida, sino la victoria real del individuo en esa búsqueda incesante que debe ser la razón principal de nuestra vida.

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita