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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 2 - N° 84 - 30 de Noviembre del 2008

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org


El piano

 

A pesar de ser muy inteligente y de tener todas las condiciones para aprender, a Mateo no le gustaba estudiar.

Para el era un verdadero sacrificio abandonar los juegos e ir para la escuela. Le gustaba mucho andar por las hierbas cazando pajaritos y cogiendo frutos silvestres, jugar con sus juguetes o tirar la pelota a la calle con los amigos y vecinos.

Nunca encontraba tiempo para hacer los deberes de casa. En la escuela, no prestaba atención a lo que la profesaba enseñaba y no se daba  el trabajo de copiar lo  que ella  ponía

en la pizarra.

Al final del año, como no podía dejar de ser, el resultado de ese comportamiento: todos los amigos pasaron de curso y sólo Mateo fue suspendido.

Quedó muy triste, lloró, pero nada consiguió. Tendría que repetir el mismo curso en la escuela y procurar aprovechar las clases.

No obstante, Mateo continuaba llevando la misma vida de siempre, sin preocuparse por los estudios.

En el cumpleaños él tuvo un regalo de alguien, un piano y se interesó por el juguete. Él enrollaba la cuerda cuidadosamente alrededor del piano y después lo soltaba con gesto brusco, y era con satisfacción que veía al juguete rodar, rodar, rodar sobre sí mismo.

Un día, observando el piano que rodaba sin cesar, él comentó con el padre, que leía el periódico allí cerca:

-  ¿Qué gracioso es el piano, no papá? ¿Cómo será que él gira siempre y no sale del lugar?

El padre que estaba preocupado con el comportamiento del hijo, aprovechó el momento para informar:

- Es verdad, hijo mío. ¿Y tú sabes que no es sólo con el piano que ocurre eso?

- ¿Cómo es eso, papá? – preguntó mateo sin entender lo que el padre decía.
 

- Sí, hijo mío. También muchas personas, como el piano, quedan dando vueltas sólo alrededor de sí mismas y no salen del lugar. Nunca  aprenden nada porque no se interesan en ver el mundo que existe alrededor. Son egoístas. Sólo piensan en la propia persona. Y, en ese caso, son personas que ni siquiera piensan en el propio bien, o sabrían que sólo aprendiendo y participando del mundo es como  consiguen progresar en la vida.

Mateo miró al padre interrogativamente y enseguida miró al piano que aun rodaba, rodaba, rodaba, sin parar.

Quedó callado, pensando...

Entendió la lección.

Al día siguiente, para sorpresa de su madre, nadie necesitó llamarlo para ir a la escuela. Cuando ella se levantó, Mateo ya estaba listo.

Tomó el café de la mañana sin decir nada, y salió para las clases.

A partir de ese día, Mateo comenzó a dedicarse a los estudios. Hacía los deberes de casa y después aun cogía un libro para leer. Y, aun así, sobraba mucho tiempo para jugar y divertirse.

Nunca más se olvidó de la lección del piano y, cuando alguien no quería estudiar, él decía:

- ¿Quieres ser como un piano, rodando en torno de sí mismo sin salir nunca del lugar?

                                                                  Tía Célia 

 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita