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Año 2 – Nº 81 9 de Noviembre del 2008

DÉLCIO MIRANDA DA ROCHA    
emdr@tj.pr.gov.br       
Londrina, Paraná (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org


La multidisciplina de la
función jurisdiccional

Según Nalini, el juez debe proferir la sentencia con sentimiento y
no reducirse a un mero burócrata repetidor de decisiones
ajenas, con la finalidad de unir a la mayoría

"Amar, en el sentido profundo del término, es que el hombre sea leal, probo, consciente, para hacer a los otros lo que quiera que estos le hagan; es procurar alrededor de sí el sentido íntimo de todos los dolores que afligen a sus hermanos, para suavizarlos; es considerar como suya la gran familia humana, porque esa familia todos las encontraréis, dentro de cierto periodo en mundos más adelantados; y los Espíritus que la componen son, como vosotros, hijos de Dios, destinados a elevarse al infinito. Así, no podéis rechazar a vuestros hermanos lo que Dios libremente os otorgó, por cuanto, de vuestro lado, muchos os alegrarían que vuestros hermanos os diesen aquello de que necesitáis. Para todos los sufrimientos, tened, pues siempre una palabra de esperanza y de alivio, a fin de que seáis enteramente amor y justicia.”  (El Evangelio según el Espiritismo, Cap. XI, 10, Sansón, 1863.)

 

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende enseñar una reflexión, un movimiento de pensamiento, sustentado en sentimientos verdaderos, capaces de accionar la voluntad de rehacer nuestros caminos, considerando nuestra anterioridad de mala comprensión y que al menos podamos tener una progresión de esperanza (1) de que el proceso judicial sea antes para hacer al culpable doblarse sobre sí mismo, para disgustar su inconformidad con el culto de lo armonioso, de lo bello, del bien idealizado por el arquetipo humano (2), antes que condenarlo.  

El amor para la humanidad debe ser el primer hecho a ser recordado y nunca el factor a ser descartado.

1 – UNA MIRADA PARA LA FUNCIÓN JURISDICIONAL

El ser humano escribió la historia de la jurisdicción presentando siempre al acusado delante de alguien o algo (institución) que representase el arquetipo humano de justicia. Y esto pasó, desde el primitivismo humano, como venganza, dominación, adoración, intolerancia, supremacía, poder, autoridad – del grupo, de la tribu, del pueblo, de la nación – hasta materializarse en las líneas del Estado (democrático de derecho), tal como es concebido por la ordenanza vigente.

No quiero desviarme en divagaciones y ni este es el foro propio para eso, citando filósofos y teorías, utilizándome de un discurso opresor de intelectualidad, que sinceramente no poseo.

El foro de mi informe, discúlpenme la osadía, para algunos será una provocación, para otros mera retórica. Sobre todo pretendo la reflexión sobre la esencialidad de las cosas.

Si es verdad que hoy el Derecho, además, como las demás áreas del conocimiento, está flagrantemente entrelazado, a permitir puentes, como se permiten hoy Derecho y Psicología, Derecho y Sociología, Derecho y Economía, Derecho y religión, Derecho y ética, Derecho y alternancia – un campo tirando luces para el otro, permitiendo nuevas lecturas del comportamiento humano y nuevas formas de ordenar las relaciones del ser, en sus múltiples posibilidades -, es verdad también que para resolver sus problemas internos cada área del conocimiento parece no bastarse más a sí misma. Hay adolescentes y necesitan enamorarse; crear otros vínculos fuera de la familia, si así puedo expresarme. El Derecho busca en este momento con tanta intensidad el subjetivismo humano que ya no puede contenerse más dentro de sus dogmas, de su positivismo, como un día la propia Iglesia tuve que aceptar que el sol no giraba alrededor de la Tierra.

Es la búsqueda por el procedimiento, por el juicio, por el sentir (sentencia) pero perfeccionado, compatible con las necesidades de nuestros días.

2 – EL SER Y SU CONFLICTO

Entendiendo que la principal característica del ser humano es el conflicto – no coincidentemente, el proceso judicial siempre retrata un conflicto – originado de la falta de comprensión que el ser tiene del mundo, de las cosas, de los fenómenos, de los otros – de sus semejantes – y de sí mismo. No tiene el la visión del todo, si no de aquello que, por su propio esfuerzo busca comprender (cultura).

Pero una realidad fenoménica innegable se impone de forma avasalladora como a desafiar el conocimiento ya adquirido. La conducta humana tal como es valorada por el Derecho, solamente en su exteriorización, ha sido insuficiente, porque revela la punta del iceberg – la acción. El movimiento íntimo (psíquico) del individuo, los sentimientos, los pensamientos, la voluntad, los valores que sirven de norte para su acción – entonces relegados al segundo plano por el Derecho, tanto que el concepto de culpabilidad es el nudo del Derecho Penal y la noción de culpa, dolor y responsabilidad en el ámbito civil son de difícil captación y preponderantemente es un juicio subjetivo y precario. El subjetivismo humano es aun una zona oscura para el Derecho.

El ejemplo que grita de este hecho es el antiguo art. 16, de la ley n. 6368/76, que castigaba con la privación de la libertad al usuario de sustancias estupefaciente de circulación prohibida. La nueva ley 11.343/2008, en su art. 28, trajo la modificación y la pena pasó a ser de advertencia de los perjuicios del uso de la droga. Y el art. 26 de la ley nueva prevé el tratamiento. En treinta años se comprendió que existe una patología en el uso de sustancias estupefacientes. Tuvimos treinta años para consolidar una conquista del conocimiento en la legislación. Sin embargo, a los referidos enfermos que cometen delitos comunes como hurto para obtener recursos para adquirir la droga, la culpabilidad es la misma y la sanción es la privación de la libertad tal cual el detenido que no es el usuario.

La realidad es que aunque se pueda evaluar superficialmente la intención del agente por su comportamiento exterior, aquel que analiza determinada conducta se ha mostrado manifiestamente ineptos para penetrar la mente, el psiquismo, el Espíritu (ente) de quien está en juicio y obtiene la seguridad deseada (por el juez – el analista). Analiza la conducta exterior como el médico analiza el síntoma de una dolencia. Le da el medicamento para los síntomas, sin inquirir las causas de aquella exteriorización. Para todas las modalidades delictivas la sanción respectiva – la penicilina del derecho -, pero no tiene siquiera la noción, y si la sanción prevista en la ley conducirá  la cura del enfermo (asimilación consciente del falso movimiento del alma, que los distancia del objetivo de la creación, de la existencia humana), evitando la recaída o simplemente escamotea la dolencia que piensa aniquilar y que invariablemente reside en el espíritu humano y no en la exteriorización de su comportamiento.

Pero hoy los conflictos que están a la puerta de los tribunales se refieren a una multitud de deprimidos, de toxicómanos, de sexolatras, de farsantes, de invasores de la privacidad, de fabricantes de virus del ordenador, de expoliadores del patrimonio particular y público. De  

leoninos contratadores, de insignes deudores, ocultadores, consumistas contumaces, de padres negligentes, de cónyuges violentos, de adolescentes incontrolables, de autoridades corruptas en todos los campos.

No veo en aquel que incurre en una conducta reprobable sea ella civil o penal, sino una conducta egoísta, porque centrado exclusivamente en sus propios intereses (conscientes o no); avanza sobre el semejante, no considerándolo para herir, sea sin cumplir su obligación, sea cometiendo un crimen. Es la expresión del primitivismo humano en el lenguaje de los días actuales. Aun la necesidad humana de la supremacía, de subyugar, de dominar, de sentirse superior a los demás, de ser el dueño de la verdad e imponiéndola, de conquistar y establecer el territorio, su campo de acción, o su mercado, su línea de seguridad, o su confort, su nido. En este punto es bueno resaltar, entendiendo que es imprescindible llamar la atención para la anterioridad, los pensamientos, los sentimientos y para las necesidades del ser en conflicto y agente de la conducta reprobable por el derecho, una vez que tales elementos determinan la voluntad.

 “Nos inquieta con la cuestión sobre cuáles son las condiciones suficientes para imputar a alguien la responsabilidad de un acto, o excluirlo total o parcialmente de su responsabilidad. Desde Aristóteles son dos las condiciones fundamentales que responden a este cuestionamiento. Que el sujeto sea consciente de las circunstancias y consecuencias de su acción y que la motivación de su conducta sea libre”. (Silvane María Marchesini – El Extranjero en el Sujeto y la Facultad de Juzgar en la Contemporaneidad – Segunda Jornada de Derecho y Psicoanálisis – Intersecciones a partir de “El Extranjero” de Albert Camus, bajo la coordinación de Jacinto Coutinho.)

Se ve entonces la ineptitud del juez en penetrar estos desvíos esencialmente subjetivos del reo, que se ve obligado a recurrir a otras disciplinas y a la reflexión. Dígase: una nueva postura, porque importa en indagar su propio mundo interior, lo que pocos osan. El maquinal operador del Derecho, que yuxtapone el Derecho al hecho, es un juez insuficiente para atender la demanda humana subjetiva que el conflicto entre las partes trae en su envergadura y la composición por el dada en la sentencia, tal vez sea de un brillo técnico intocable, pero de una miseria moral de idéntica intensidad.

3 – EL JUEZ – EL ANALISTA Y SU INVESTIGACIÓN

Es interesante notar que la doctrina más reciente comienza a cambiar al menos la nomenclatura del juez imparcial, agregando algunos adjetivos muy interesantes, como indicando el largo y escarpado camino subjetivo a ser recorrido por el juez.

Aury Lopes Junior, en su Derecho Procesal Penal y su Conformidad Constitucional, vol. 1, 2ª ed., 2008, Lúmen Júris, así se expresa:

 “El juez, consciente de su menester, no se puede dejar despojar de su naturaleza humana por la toga. Precisa racionalizar inclusive sus miedos. Debe tener presente la función democrática-garantizadora que se le atribuye a la Constitución, jamás asumiendo el papel de justiciero, de responsable por el sistema inmunológico de la sociedad, con una posición más policial que la propia policía; mas persecutoria que el propio acusador oficial. Tolerancia, humanidad, humildad son atributos que no pueden ser despojados por la toga y tampoco asfixiados por el poder.” (p.120) (comillas)

No puedo ir adelante, sin antes hacer una lectura de la mente humana, según la psicología de Carl Gustav Jung. Para este tema preferimos la visión espírita, que considera el ser en su integridad, cuerpo y alma (en verdad cuerpo, periespíritu y espíritu). La mente como algo inmaterial.

 “Jung, para poder entender a la criatura humana, no teniendo una definición religiosa, aunque descendiendo de un pastor luterano y habiendo vivido en un clima familiar místico, aunque muy conflictivo, resolvió adoptar por algún tiempo esa religión, pro-forma. Recomendaba ser, la religión, fundamental para la salud mental, resaltando que ella, sea cual fuera, auxilia al individuo a mantener el equilibrio de la salud, recuperándose más fácilmente de los trastornos neuróticos, difiriendo de lo que ocurre con los no religiosos o aquellos que desprecian la religión, por desconsiderar esa bengala psicológica que les serviría de apoyo.

De esta forma, Jung comenzó a pensar como habría sido el origen del Universo y de la criatura humana, para no quedar preso a los canones de la Biblia, buscando la razón por la cual tenemos tantos conflictos.

En los otros, consideremos que nuestro psiquismo (más tarde espíritu), del punto de vista espírita, transitó por las diferentes fajas de la evolución: mineral, vegetal, animal… Tracemos toda una carga ancestral, que era típica de nuestras necesidades en aquellas fajas. También, del punto de vista materialista, somos herederos de esa evolución antropológica, ya que el feto repite, en los varios periodos de su desarrollo, las diferentes formas por donde transitó la vida humana. Desde el zigoto hasta el nacimiento, el ser vuelve a representar todas las manifestaciones primarias de la evolución, quedándonos como herencia de esos periodos, tres instintos, que son llamados básicos, para preservar la vida: alimentación, procreación y reposo.

Jung buscó una palabra para encajar la idea de que somos herederos de esas generaciones pasadas. La encontró en las tradiciones del Cristianismo – arquetipos – y que estaba también presente en la cultura griega, proveniente de archaico (antiguo) y typos (forma, marca), marcas antiguas.

También Jung demostró que somos portadores de dos inconscientes: el individual que es herencia familiar y el colectivo, que es herencia universal. Esta última está imbuida en nosotros, y somos inevitablemente conocedores inconscientes de cosas que ocurrieron en las generaciones pasadas. Por tanto, Jung hizo una adaptación del término arquetipo, que ya fue usado por San Irineo y por los griegos antiguos, actualizándolo. El arquetipo pasó entonces a ser una herencia ancestral, que está presente en nuestro inconsciente y que nos lleva a determinadas posturas sin que nos demos cuenta.

Jung comenzó a ampliar este concepto suyo de arquetipo. Hay, uno de ellos, primordial, donde están todos los mitos.

Su psicología es muy bella, en la cual también resalta que nuestra existencia sea fruto de mitos. ¿Cuál es la ciudad o país que no tiene su mito? El mito del Negrito del Pastoreo, del Boitatá, del Saci- Pereré y muchos otros, todos están fijados en nuestro inconsciente.

El arquetipo es el símbolo de donde todo proviene. Jung estableció un arquetipo primordial, repito, como siendo aquel que es básico, que llamaríamos Dios, Causa, Naturaleza; la nomenclatura es secundaria delante de la estructura esencial del hecho.

El arquetipo primordial daría origen a otros tres arquetipos fundamentales, que nos acompañan durante la existencia. El primero de ellos es el Selbst, que fue traducido para el inglés y tomó ciudadanía como Self, el sí mismo, el Yo profundo, afirmándonos que tenemos una personalidad que exteriorizamos el ego. No somos Ego y, sí, el Self. Tenemos un ego, pero somos self. El segundo, animal/animus, el porcentaje femenino y el masculino, que se armoniza en nuestro interior. El tercero, la sombra. La sombra, en la visión de Jung, es el lado negativo de nuestra personalidad, el mal, el lado-ignorancia, que buscamos ocultar, los deseos inconfesables y no es de extrañar autodestructivos.” (Extraído de Notas Complementarias, de “Un encuentro con Jesús”, Divaldo Franco, ed. Leal, 2007, pp. 295-297.)

Pues bien, Aury Lopes Júnior, citando a Lidia Reis de Almeida Prado, en su “El juez y la Emoción – Aspectos de la Lógica de la Decisión Judicial”, usando la lectura de Jung, dice:

“En la actividad del juez, puede ocurrir una ruptura entre los polos arquetipos, donde uno de ellos permanece consciente y el otro reprimido, queda en el inconsciente y es proyectado sobre las partes en el proceso. Es la situación del juez que cree que el crimen no tiene nada en común consigo (como si el y todos nosotros no fuésemos delincuentes…) y que el mal sólo existe en el reo, una criatura que habita un mundo totalmente diverso del suyo. El olvida que tienen “como posibilidad un reo dentro de sí” y pasa a considerarse la propia justicia encarnada. Ese fenómeno se llama inflación de la persona, que ocurre cuando los magistrados de tal forma se identifican con las ropas talares (toga), que no consigue más desvestirlas en las relaciones familiares o sociales”.

 “Falta a ese juez la conciencia de su propia sombra, la capacidad de ser al mismo tiempo juzgador y juzgado. Es también un ejercicio y abstracción o incluso de altruismo, de respetar al otro en su diversidad y asumir su lugar y habla, absolutamente imprescindible para el ejercicio de la magistratura, pero que infelizmente no ha sido debidamente ejercitado”. (op.ci., p. 118.)

Vale aquí citar, por su importancia, al juez del Estado de Santa Catarina, Alexandre Morais da Rosa en un pasaje de su “El extranjero, la excepción y el Derecho” de Albert Camus, bajo la coordinación de Jacinto Coutinho. (Lúmen Júris, 2006, p.59.):

 “Ese ir al encuentro de un juez-humano, portador de una subjetividad que opera dentro de la ‘Institución’, para encontrar emociones, deseos, complejos, es un camino rumbo a la democratización del acto decisivo…”

Comprender con Sergio Alves Gomes (en su maravilloso Hermenéutica Constitucional – Una Contribución a la Construcción del Estado Democrático de Derecho, ed. Juruá, 2008, p. 310) que “la libertad de interpretar, comprender, construir nuevos sentidos en consonancia con nuevos horizontes, mediante el uso responsable de la razón, de la voluntad y de los sentimientos humanos en contraposición al poder de determinar previamente la interpretación y el sentido único a ser obedecidos” – al referirse a la lucha entre el poder y libertad en las múltiples escuelas hermenéuticas – sea esencial en este camino de una nueva postura.

Vale citar del mismo autor la referencia por el hecha a las pp. 314-315 de la obra arriba citada:

 “para el pensamiento fenomenológico, la idea de justicia surge del mundo. El sentimiento de justicia habita el mundo de la vida. El mundo de justicia es pre-categoría, o sea, existente antes que alguien haya proclamado lo que es justo o injusto. Cualquier persona humana normal, por más rudo que sea su espíritu, está dotada de sentimiento de justicia. No es justo que alguien mate a otro, no es justo que alguien castigue a los animales, nuestros hermanos, no es justo inflingir sufrimiento a los niños, y así en adelante. El sentimiento de justicia da origen al derecho. A partir de ese vivir de la justicia es cuando surgen las idealizaciones normativas cristalizadas – u objetivadas – en el orden jurídico. […] El ser de la justicia es indisociable del ser humano. Toda hermenéutica jurídica, todo acto de interpretación y comprensión está vinculado a la abertura del ser humano – que Heidegger llamaría Dasein = ser ahí – la propia vivencia de la justicia. Practicar justicia significa interpretar y comprender. Pero interpretar y comprender es un acto humano dirigido a humanos”. (Aquiles Cortes Guimaraes, Fenomenología y Derecho, p. 57-58.)

Para no excederme: la ausencia de una indagación más subjetiva del juez, sea del reo, sea del juez sobre sí mismo, por las exigencias del tiempo y de las necesidades actuales, será el retrato de la insuficiencia de la jurisdicción – citó Jacinto Coutinho:

 “Nosotros del derecho directo necesitamos aprender con los psicoanalista que eso no es un mero discurso (mucho menos para nosotros) y que ha producido, entre otras cosas, un efecto desastroso, lo que es grave. Y que han producido, entre otras cosas, un efecto desastroso, lo que es grave. Hay, con todo, una distinción. Los psicoanalistas tratan de la oportunidad para que las personas se puedan equilibrar. ¡Nosotros no! Nosotros matamos gente, porque la fuerza de nuestra pluma es muy grande; produce un agujero en el cual tu metes la cabeza y ella se cortará”.

Kelsen inicia su “Lo que es Justicia” citando el diálogo entre Jesús y Pilatos para determinar la cuestión de lo que es Verdad y lo que es la Justicia.

A mi vez, traigo para reflexionar la siguiente lectura:

 “Jesús estaba en Jerusalén. Era un día de sol, y él se dirigía al templo cuando un grupo de fariseos, con otras personas exaltadas, arrastraba por los cabellos a una mujer que fue sorprendida en adulterio. El adulterio practicado por la mujer era, entonces, causa de pena capital.

La mujer era discriminada, y siendo arrastrada para ser llevada al lugar propio de lapidación, era amarrada al poste y apedreada hasta la muerte.

¡Como fuimos ya de bárbaros, y aun tenemos remanentes de ese barbarismo!...

En muchas doctrinas religiosas, aun la mujer es apedreada hasta la muerte, el ladrón tiene la mano cortada y, en los regímenes arbitrarios, es aplicado el fusilamiento sumario, mostrando la predominancia animal que existe en las criaturas, en relación a los valores espirituales.

Los fariseos Lo vieron tranquilo, y fueron tentados para provocarlo. Era una excelente oportunidad de Prepararle una trampa para Sorprenderlo en una equivocación cualquiera, que Lo volviese capaz de un castigo.

Lo llevaron en Su dirección, y llegando próximos lo tiraron a Sus pies.

Suave, un fariseo atrevido se volvió para Jesús, y Le preguntó:

- Y entonces, ¿cómo quedamos? La Ley de Moisés prescribe que toda mujer adultera debe ser apedreada hasta la muerte, y esa que ahí está es una adultera. Ella fue sorprendida por el marido, que aquí está, y que la encontró con un perturbador que le deshonró el lecho conyugal. Él, ultrajado, apelo para la Justicia, pero tú predicas el perdón, y nosotros, atrapados, ¿cómo deberemos obrar? ¿Perdonarla o castigarla?

Como se ve era una trampa que en el día a día de nuestras vidas enfrentamos y no siempre tenemos la claridad de conciencia para dar una respuesta hábil, desprendiéndonos de los pusilánimes con un sentimiento airoso en nuestra personalidad.

Pero la sabiduría de Jesús era inequívoca y, delante de la pregunta directa, vino una inmediata respuesta.

Me pregunto siempre: ¿lo que yo respondería? Entonces descubro la inmensa, colosal diferencia que existe entre mí y Él.

- ¡Que se cumpla la Ley! Que ella sea apedreada. No obstante, que la apedreen solamente aquellos de entre vosotros que estuviese eximido de pecados, que sean personas limpias, sin culpas.

Fue un cshok. Se entremiraron. Querían hacer justicia contra otros, siendo susceptibles también de castigo…

El Evangelio menciona que comenzaron a salir desde los más viejos hasta los más jóvenes.

La mujer lloraba, temiendo el castigo cruel. En breve, Jesús constactó que estaban solos. Se volvió para ella y le preguntó:

- Mujer, ¿dónde están tus acusadores?

Ella miró alrededor. Sintiendo sorpresa, respondió:

- ¡Se fueron, Señor!

- ¿Nadie te condenó?

- No.

- Pues yo tampoco te condeno. Ve y no vuelvas a pecar.

Tenemos ahí una de las más bellas lecciones de ética, de compasión y de justicia, jamás propuesta por alguien. Todos estaban persiguiendo a la adultera. ¿Dónde estaba el adultero? La mujer solamente delinquió porque alguien la empujó hacia abajo. Nadie cae a solas; siempre otros le preparó una trampa, en la cual cayó incauto.

Cuando Jesús reprochaba el adulterio, no era sólo el femenino, sino la falta moral de cualquier persona.

Como nadie se refirió al adulterio, Jesús solicitó a los que estaban excluidos de culpa que la apedreasen.

Esa maravillosa lección, en un diálogo incomparable de franqueza y amor, ha sido motivo de muchas controversias. Los adversarios del Evangelio – que son muchos –dicen que Jesús estuvo de acuerdo y cooperó con el adulterio, absorbiendo a la culpable.

Ciertamente él no la absolvió. Sólo que no la condenó. Él no volvió más infeliz a aquella mujer que ya lo era. Él no asintió que ella tuviese razón.

No condenar es no establecer castigo; no es estar de acuerdo, lo que es muy diferente.

El nuestro es un mundo paradójico.

Lo que debemos tener en mente, padre y educadores, es la necesidad de reconocer los errores de nuestros educados, siendo nuestro deber ampararlos, para prevenir lo que pueda venir aun peor; no condenarlos, no significa que estamos de acuerdo con ellos. Estamos contra lo que hicieron, pero no contra ellos.

La propuesta psicoterapéutica es para liberar al enfermo de la dolencia y no para matar al enfermo”. (3)

4 - CONCLUSIÓN

El juicio legal tiene raíces en las conquistas de la ética y del derecho, del desarrollo cultural de los pueblos y de los hombres, concediendo al reo la oportunidad de defensa en cuanto son tomadas resoluciones hábiles para que sean preservados sus valores humanos, sus conquistas de ciudadano.

Esa diferencia entre la conducta de la civilización en relación a la barbarie, del hombre vencedor de la sombra en enfrentamiento con el sumergimiento en ella.

Se examina la conducta infeliz de alguien que cometió un delito sin duda, pero no perdió la cualidad de ser humano, requiriendo dignidad y misericordia, por más terrible haya sido su crimen, a fin de no equiparársele en rudeza y primitivismo a sus juzgadores.

El juicio, sin embargo, que insensato, arbitrario y contumaz, deriva de la inferioridad del opositor, que apenas ve la propia imagen proyectada y la ondea, sediento de destrucción para liberarse del pesado fardo, hiriendo a otros, es cobarde y cruel.

El análisis del error es siempre una necesidad impostergable, cuando no se hace realizada con perversas intenciones de dominación del ego, totalmente divorciada de la ley de amor y de caridad. Analizar para auxiliar, para corregir, para educar, es una valiosa contribución para la construcción del ser moral, psicológico y espiritual.

De esa forma, es inevitable que, toda vez cuando se es enfrentado por los hechos cotidianos, el propio sentido crítico y de discernimiento proceda al juicio, examine la actitud, la conducta ajena, no asumiendo, no obstante, la postura del censor, de responsable por la sociedad que pensaría estar defendiendo. La sutileza se encuentra en la capacidad de no convertir la apreciación y el examen de la situación en condenación que exige castigo, sino solidaridad o auto-precaución para que no incida en el mismo error.

Gracias a ese comportamiento se manifiesta la madurez del ser humano, que ahora sabe entender lo correcto en relación a lo equivocado, la acción dignificante en enfrentamiento con lo reprochable, la comparación entre lo saludable y lo patológico.

El farisaísmo permanece en las relaciones humanas con sus varias máscaras, hiriendo o intentando dificultar la marcha de los hombres idealistas, de aquellos que están construyendo la nueva sociedad para el mundo mejor del futuro.

La sombra en proyección se vuelve juicio que la sana conciencia y la armonía psicológica diluyen en la perfecta identificación de los valores del Self, triunfando sobre los caprichos del ego.

Delante de los juicios dirigidos por los sentimientos serviles y de los jueces sistemáticos, se considere, pues, con cuidado la advertencia de Jesús:

“Hipócritas, sacáis primero la viga de vuestro ojo y después, entonces, ved como podréis sacar el grano de vuestro hermano”. (S. Mateo, cap. VII, v.5.) (4)

El argumento de Jesús, a mi ver, es filosófico y psicológico y no puede ser despreciado simplemente por el preconcepto académico en relación a la religión, a la existencia de Dios. Sin duda, independientemente de las convicciones personales (y vamos a tener diversidad), la sabiduría y el amor serán el total del juez y de la jurisdicción, dando dignidad al equivocado que comparece en el banco de los reos, de ahí el porqué se destacan las palabras de Sansón, registradas por Allan Kardec, en las páginas de El Evangelio según el Espiritismo.

Cuando digo multidisciplina, me refiero a un estado de espíritu emanado por el juez, donde se revela su singularidad interna y la autonomía hermenéutica de acuerdo con esta singularidad, donde lo racional abarque el Derecho, lo social, lo económico, lo psicológico y filosófico, como también los sentimientos (humildad, tolerancia, paciencia, comprensión, compasión) encajados en un conjunto que se proyecta como un eje único sobre el acto decisivo. “Y el punto delicado del sentimiento es el amor, no el amor en el sentido vulgar del término, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas.” (5)

NOTAS ESENCIALES

Pero a quien las palabras de Jesús, en la simplicidad de un carpintero, no basten, sea por incredulidad, sea por convicción, vale citar la doctrina, la filosofía, en complementación.

 “En el acto de sentenciar, sea que quiera sea que no, él sufre una tensión ético social que viene de su interior, de lo que el siente y sabe por experiencia propia y de los valores sociales que inciden sobre su personalidad. A seguir, recuerda Adam Smith, uno de los fundadores de la Ciencia Económica, para quien el acto de juzgar es muy difícil, porque presupone la capacidad de colocarse en la posición del otro. El juez debe ser imparcial, pero el acierto de su decisión depende, según Reale, de esa capacidad psicológica. Por eso, concluye que el secreto de la justicia está en el hecho del juez saber que la neutralidad no significa huir de las personas en litigio, sino colocarse en la posición de ellas.” […]

Pondera Nalini que “el juez debe proferir la sentencia con sentimiento y no reducirse a un mero burócrata repetidor de decisiones ajenas, con la finalidad de unir a la mayoría”. (6) – Otro jusfilósofo que resalta la influencia de los atributos psicológicos del juez en la sentencia es Joaquín Dualde. Influenciado por Bérgson y por la Escuela de Derecho Libre, Dualde entiende que el universo de las reglas y de los conceptos está, en gran parte, fundado en los sentimientos, olvidados por la lógica tradicional. Por eso, se hace necesario que el juez utilice la sensibilidad y la intuición como un método de penetrar en la realidad, corrigiendo desfiguraciones venidas de la búsqueda del conocimiento a través de conceptos. El autor resalta que: […]

 “El sentimiento tiene interés para la interpretación en cuanto es:

a) un elemento causal de toda nuestra actividad y, por lo tanto, de la producción del Derecho; b) una fuerza constructiva oscurecida en nuestra conciencia por el actuar absorbente de nuestra razón; c) un poder estimulante o deprimente del conocimiento; d) una energía que suele dirimir los problemas de elección; e) en todo caso, una función”. (7)

Bajo otro enfoque:

- “Así es que, en pocas palabras, la enseñanza ética de Sócrates reside en el conocimiento y en la felicidad. En primer lugar, ética significa conocimiento, teniéndose en cuenta que, al practicar el mal, se cree practicar algo que lleve a la felicidad y, normalmente, ese juicio es falseado por impresiones y apariencias puramente externas. Para saber juzgar acerca del bien y del mal, es necesario conocimiento, este, sí, verdadera sabiduría y discernimiento. El conócete a ti mismo es ese mandamiento que inscribe como necesaria la gnosis interior para la construcción de una ética sólida. En segundo lugar, la felicidad, la búsqueda de toda la ética, para Sócrates, poco tiene que ver con la posición de bienes materiales o con el confort y buena situación entre los hombres; ella tiene que ver con la semejanza con el que es valorado por los dioses, pues parecen estos ser los más beatos de los seres. El cultivo de la verdadera virtud, consistente en el control efectivo de las pasiones y en la conducción de las fuerzas humanas para la realización del saber, es lo que conduce al hombre a la felicidad”. (8)

- Fray Betto fue muy feliz en su artículo “Alternancia”, que transcribo del site

www.adital.com.br:

“¿Qué es alternancia? Es ser capaz de aprender el otro en la plenitud de su dignidad, de sus derechos y, sobre todo, de su diferencia. Cuanto menos alternancia existe en las relaciones personales y sociales, más conflictos hay. Nuestra tendencia es colonizar al otro, o partir del principio de que yo sé y enseño para el. El no sabe. Yo sé mejor y sé más que el. Toda la estructura de enseñanza en Brasil, criticada por el profesor Paulo Freire, es fundada en esa concepción. El profesor enseña que el alumno aprende. Es evidente que nosotros sabemos algunas cosas y aquellos que no fueron a la escuela saben otras tantas, y gracias a esa complementación vivimos en sociedad. Como dijo un operario en un curso de educación popular; “Sé que, como todo el mundo, no sé muchas cosas”.

En una sociedad como la brasileña en que el apartheid es tan arraigado, predomina la concepción de que aquellos que hacen el servicio agrícola no saben. No obstante, nosotros que fuimos formados como ángeles barrocos de la Bahía y de Minas, que sólo tienen cabeza y no tienen cuerpo, no sabemos lo que hacer con las manos. Pasamos años en la escuela, salimos con Ph. D., sin embargo no sabemos cocinar, coser, cambiar un enchufe o un interruptor, identificar el defecto del automóvil… y nos consideramos eruditos. Y lo que es peor, no tenemos equilibrio emocional para luchar con las relaciones de alternancia. De ahí el porqué, ahora, sustituyeron el Q.I. para el Q.E., el Coeficiente Intelectual para el Coeficiente Emocional.

¿Por qué? Porque las empresas están constatando que hay, entre sus altos funcionarios, unos niñitos infantilizados, que no consiguen luchar con el conflicto, discutir con el compañero de trabajo, recibir una advertencia del jefe y, mucho menos, hacer una crítica al jefe. Bien, no necesitamos hablar de empresa. Basta cotejar en la relación entre matrimonios. Que haya reacciones infantiles… Quien diría que fuese llevada a la práctica la idea de, por lo menos cada mes, un sector de la empresa hiciera una evaluación, dentro de la metodología de crítica y autocrítica. Y que nadie quedase exento de esa evaluación. Como Jesús un día hizo, al reunir un grupo de doce y preguntó; “¿Qué piensa el pueblo de mí?” Y después añadió; “¿Y que pensáis vosotros de mí?” Quien, en la cultura occidental, mejor enfatizó la radical dignidad de cada ser humano, incluso la sacralizada, fue Jesús. El sujeto puede ser paralítico, ciego, imbecil, inútil, pecador, pero el es templo  vivo de Dios, e imagen y semejanza de Dios. Eso es una herencia de la tradición hebraica. Todo ser humano, dentro de la perspectiva judaica o cristiana, es dotado de dignidad por el simple hecho de estar vivo. No sólo el ser humano, todo el Universo. Pablo, en la Epístola a los Romanos, señala; “Toda la Creación gime de dolores de parto por su redención”. De entre ese cuadro, el desafío que se coloca para nosotros es como transformar esas cinco instituciones pilares de la sociedad en que vivimos; familia, escuela, Estado (el espacio del poder público, de la administración pública), Iglesia (los espacios religiosos) y trabajo. ¿Cómo volverlos comunidades de rescate de la ciudadanía y del ejercicio de la alternancia democrática? El desafío es transformar esas instituciones en aquello que ellas deberían ser siempre; comunidades. Y comunidades de alternancia. Aquí entra la perspectiva de la generosidad.

Sólo existe generosidad en la medida en que percibo al otro como otro y la diferencia del otro en relación a mí. Entonces soy capaz de entrar en relación con el, por la única vía posible porque, si cojo esa vía, caigo en el colonialismo, voy a querer ser como el o que el sea como yo – la vía del amor, si quisiéramos usar una expresión evangélica; la vía del respeto, si quisiéramos usar una expresión ética; la vía del reconocimiento de sus derechos, si quisiéramos usar una expresión jurídica; la vía del reconocimiento de sus derechos, si quisiéramos usar una expresión jurídica; la vía del rescate del realce de su dignidad como ser humano, si quisiéramos usar una expresión moral. O sea, eso supone la vía más corta de la comunicación humana, que es el diálogo y la capacidad de entender al otro a partir de su experiencia de vida y de su interioridad”, (*Fray Betto es escritor, autor de “Alfabeto – autobiografía escolar”, Ática, entre otros libros.)

- “Una de las características del ser humano es la posibilidad de comunicarse consigo mismo en su conciencia y con los otros seres. El hombre es hilo de comunicación entre lo real objetivo y subjetivo, eje y flecha de las transformaciones del ser.”

“Tal como la idea hegeliana el hombre en un primer momento se auto-conoce y, en un segundo momento, se proyecta en el otro mientras objetiva el ser como algo exterior. Finalmente, vuelve a sí mismo como auto-conciencia, el ser que se desaliño y conoce a sí mismo.” (9)

Para finalizar:

- “Todo sentimiento tiene raíces profundas en la estructuración mental, ofreciendo a la personalidad un conjunto de actos, actitudes, hábitos y tendencias que definen el comportamiento mental del Espíritu. La personalidad, por tanto, es el conjunto de esos actos que merecen atención. A través de ella se verifica la construcción de la postura del Espíritu, que pasa a identificar sus dificultades, percibiendo el movimiento de las vibraciones que se procesa en sí mismo.”

 “Los sentimientos son responsables por las definiciones y transformación de la personalidad. Esas definiciones desarrollan valores que son actuantes en el orden de los sentimientos, sirviendo de base del entendimiento de la moral del Espíritu.” […]

 “Los sentimientos son energías emanadas por el pensamiento, originario de los actos trabajados por la voluntad y conciencia.” (1)

Reflexión

Y entonces volvemos para Aristóteles, en la cita de las pp. 5-6 de este trabajo, y concluimos que los sentimientos son uno de los ingredientes que determinan no sólo la acción, sino la interpretación del mundo y de las situaciones que la anteceden – generando como consecuencia natural la responsabilidad de la imputación (motivación y conciencia), en fin, de las elecciones del Ser, que sufriendo las obligaciones de su vida vivencia, de sus elecciones, le permite el autoconocimiento, el doblarse sobre sí mismo, percibir su sombra, la trampa del ego, el movimiento equivocado del alma. Y, finalmente, me pregunto ¿cuál es el remedio (sanción) para los malos sentimientos (del reo y también del juez), aquellos que están contra la finalidad de la creación, el objetivo de la existencia?

Sea por la Filosofía, sea por la Psicología y aun por el enfoque jurídico como primando de la interpretación del ser, no puedo huir de las palabras de Sansón en el epígrafe al inicio y ni de la lección amorosa de Jesús.

Él fue inequívoco.

Notas:

(1) Sentimento a força do Espírito, Alzira Bessa França Amui e Luciano Sivieri Varanda (Obra Mediúnica), Ed. Grupo Espírita Esperança e Caridade, 1ª ed. 2004.

(2) O Livro dos Espíritos, Allan Kardec, resposta à pergunta 1009, por Paulo, Apóstolo.

(3) Um encontro com Jesus, Divaldo Pereira Franco, compilado por Délcio Carlos Carvalho, ed. Leal, cap. 9, pp.81-88.

(4) Jesus e o Evangelho à Luz da Psicologia Profunda, Divaldo Franco, Joanna de Ângelis (obra mediúnica), Livraria Espírita Alvorada – Leal, 2ª ed.2007, p.81-87.

(5) O Evangelho segundo o Espiritismo, Allan Kardec, cap. XI, item 8.

(6) O Juiz e a Emoção – Aspectos da Lógica da Decisão Judicial, 4ª ed.2008, Ed. Millennium, pp.26-27.

(7) Op.cit., p.22, citando Dualde Joaquim. Una revolución en la lógica Del Derecho, Barcelona, Bosch, 1933, pp.214-223.

(8) Curso de Filosofia do Direito, Eduardo C.B.Bittar, Guilherme Assis de Almeida, Ed. Atlas, 2ª ed.2002, p.67.

(9) Aulas de Introdução ao Direito, Luiz Fernando Coelho, Ed. Manole, 2004, p.2.

(10) Sentimento a força do Espírito (obra mediúnica), Alzira Bessa França Amui e Luciano Sivieri Varanda, Editora Espírita Esperança e Caridade, Ed. 2004, pp.17-19.


R
eferências bibliográficas:

AMUI, Alzira Bessa França, e VARANDA, Luciano Sivieri, Sentimento a força do Espírito, (Obra Mediúnica), ed. Grupo Espírita Esperança e Caridade, 1ª edição, 2004.

BITTAR, Eduardo C.B., e ALMEIDA, Guilherme Assis de, Curso de Filosofia do Direito, ed. Atlas, 2ª ed., 2002.

COELHO, Luiz Fernando, Aulas de Introdução ao Direito, ed. Manole, 2004.

COUTINHO, Jacinto Nelson de Miranda, Segunda Jornada de Direito e Psicanálise – Interseções a partir de “O Estrangeiro” de Albert Camus, Lúmen Júris, 2006. 

FRANCO, Divaldo, e CARVALHO, Délcio Carlos, Um encontro com Jesus,  ed. Livraria Espírita Alvorada – Leal, 2007. 

FRANCO, Divaldo, e ÂNGELIS, Joana de, Jesus e o Evangelho à Luz da Psicologia Profunda (obra mediúnica), Livraria Espírita Alvorada – Leal, 2ª ed., 2007. 

GOMES, Sérgio Alves, Hermenêutica Constitucional – Um Contributo à Construção do Estado Democrático de Direito, ed. Juruá, 2008. 

JÚNIOR, Aury Lopes, Direito Processual Penal e sua Conformidade Constitucional, vol.1, 2ª ed., 2008, Lúmen Juris. 

KARDEC, Allan, O Livro dos Espíritos, resposta à pergunta 1009, por Paulo, Apóstolo. 

KARDEC, Allan, O Evangelho segundo o Espiritismo. 

PRADO, Lídia Reis de Almeida, O Juiz e a Emoção – Aspectos da Lógica da Decisão Judicial, 4ª ed., 2008, ed. Millennium. 
 


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