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Año 2 – Nº 69 17 de Agosto del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El aborto delictuoso y sus consecuencias

 

Ante el nuevo intento de los defensores del aborto para que esa práctica acabe siendo liberada en Brasil, es preciso recordar que el aborto es, en el entendimiento unánime de los Espíritus superiores, un doloroso crimen. Arrancar a un niño del seno materno de su madre es infanticidio confesado. Una madre o quien quiera que sea cometerá un delito siempre que quite la vida a un niño antes de su nacimiento, porque estará impidiendo al reencarnante pasar por las pruebas a que serviría de instrumento el cuerpo que se estaba formando.

Tres errores se destacan en el procedimiento en causa. El primero: impide que un Espíritu reencarne y, por consiguiente, progrese. El segundo: repudia a una persona que tal vez se constituyese en el instrumento que iría a auxiliar a la madre en su jornada evolutiva por medio de cuidados, de las renuncias, de las preocupaciones y trabajos que tendría. El tercero: transgrede el divino mandamiento “No matarás”, quitando la vida de un ser frágil absolutamente incapaz de defenderse. El aborto delictuoso es la negación del amor. Abatir una vida que despuenta, plena de esperanza; impedir al alma a reintegrar en el mundo corpóreo; negar al Espíritu la enseñanza del reajuste, representa, en cualquier lugar, situación y tiempo, un acto innombrable, de prolongadas y doloras consecuencias para el psiquismo humano.

En muchos países, el aborto sin causa justa puede encontrar amparo en la ley, pero, de acuerdo con  la Doctrina Espírita, no encontrará jamás justificación delante de Dios, a no ser en casos especialísimos en que el médico consciente entienda que la continuación del embarazo pone en peligro la vida de la gestante.

De acuerdo con las enseñanzas dadas por varios Espíritus, el aborto delictuoso es uno de los grandes causantes de las molestias de etiología oscura y de las obsesiones catalogables en la patología de la mente, que ocupan vastos departamentos de hospitales y prisiones de la Tierra.

La mujer que lo promueve o que venga a contribuir a semejante delito es obligada por leyes irrevocables, a sufrir alteraciones deprimentes  en el centro genésico de su alma, se predispone a dolorosas enfermedades, como la metralgia (inflamación del útero), el vaginismo (contracción espasmódica del músculo  constrictor de la vagina), la metralgia (dolor en el útero), el infarto uterino o la tumoración cancerosa, flagelos esos con los cuales muchas veces desencarna, demandando el Más Allá para responder, delante de la Justicia divina, por el crimen practicado. Es entonces que se reconoce rediviva, pero enferma e infeliz, porque, por la incesante recapitulación mental del acto abominable, a través del remordimiento, retrendrá por largo tiempo la degeneración de las fuerzas genitales.

La mujer que corrompió voluntariamente su centro genésico – enseña André Luiz en su libro “Acción y Reacción – recibirá en el futuro almas que viciaron la forma que les es peculiar, y será, así, madre de criminales y suicidas, regenerando las energías sutiles del periespíritu a través del sacrificio noble con que se dedicará a los hijos torturados e infelices de su carne, aprendiendo a orar, a servir con nobleza y a mentalizar la maternidad pura y sana, que acabará reconquistando al precio de sufrimientos y trabajos justos.

Las consecuencias espirituales del aborto están descritas igualmente con claridad por Suely Caldas Schubert en el capítulo 9 de la 3ª Parte de su libro “Obsesión/Desobsesión”, publicado en el año de 1981 por la Federación Espírita Brasileña.
 
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita