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Año 2 – Nº 6627 de Julio del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El fantasma de la Asociación Comercial

 

Según un reportaje publicado por el Periódico de Londrina, es común, durante la noche, que las personas oigan jaleos extraños en la sede de la Asociación Comercial e Industrial de Londrina, en cuyo auditorio muchos temen entrar solos. El motivo: algunas personas han visto a un señor sentado en la última fila de sillas, el cual, de repente, desapareció. 

Cierta noche, revela el reportaje, uno de los guardias de la casa escuchó algo semejante al ruido de una máquina de escribir y de alguien golpeando el billete de entrada. Al entrar en el recinto, vio que no había nadie y, por eso, salió corriendo. En otra ocasión, una funcionaria sintió un figura detrás de sí que parecía estar barriendo el suelo, pero, al volverse, no vio a nadie. 

Hechos como esos ya pertenecen al folklore, pero nos acaban llevando a la pregunta inevitable: ¿Se trata de la manifestación de Espíritus o todo no pasa de la imaginación?  

En la Revista Espírita, que Allan Kardec dirigió de 1858 hasta su fallecimiento en marzo de 1869, hay numerosos relatos de acontecimientos semejantes al de la Asociación Comercial de Londrina. En muchos de ellos, la presencia de un agente invisible quedó indiscutiblemente comprobada. 

Los Espíritus pueden efectivamente actuar en el mundo en que vivimos y provocar fenómenos que el Espiritismo llama como “efectos físicos”. Fue con fenómenos de ese orden que nació el Moderno Espiritualismo, cuyo advenimiento se conmemora el día 31 de marzo, fecha en que en el sencillo pueblo de Hydesville (Estados Unidos) se manifestó el Espíritu de Charles Rosma, valiéndose de las facultades mediúmnicas de dos adolescente, Kate y Margareth Fox. Corría entonces el año de 1848. 

Enseña el Espiritismo que no debemos asustarnos cuando fenómenos de naturaleza trascendental ocurrieran en nuestro medio. Es obvio que debemos primeramente verificar todas las posibilidades de que tengan ellos causas naturales, como la acción del viento, el movimiento de insectos o de pequeños animales y hasta juegos provocados por los amigos. 

Cuando el fenómeno es producido por un Espíritu, debemos procurar saber, por medio de un médium idóneo, qué motivo lo provocó. En muchos casos los Espíritus obran así en la esperanza de transmitir una petición o algún aviso. Si se tratara de algo razonable que no cause perjuicio a otros, no hay porqué dejar de atenderlos. 

Una oración, un pensamiento elevado, una corriente mental positiva ayudarán mucho en los casos en que se verifique que el agente invisible no se encuentra bien, lo que no es difícil notar examinando las acciones que él practique y verificando si esas acciones causan perjuicios a las personas.  

No hay, por fin, motivo para el miedo: los Espíritus son personas como nosotros mismos, apenas sin el cuerpo material que un día nosotros también dejaremos.
 
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita