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Año 2 – Nº 636 de Julio del 2008


 

Traducción
MERCEDES CRUZ REYES - MERCHITA926@telefonica.net
 

Los ancestrales del hombre
y el
Espiritismo

 

Las últimas informaciones divulgadas en la gran prensa  dicen que las semejanzas entre el genoma del hombre y del chimpancé son de 96%, hecho que ha llevado a varios científicos a la conclusión de que el hombre y el chimpancé tuvieron un ancestral común que habría vivido hace 6 millones de años. 

Al tratar del surgimiento del hombre en la Tierra, Allan Kardec afirma en su ultima obra, “La Génesis”, Cáp. XI, que, cara a la semejanza existente entre el cuerpo del hombre y del macaco, algunos fisiologistas concluirán que el primero es apenas una transformación del segundo. “Bien  puede darse – escribió Kardec  en el capitulo mencionado – que cuerpos de macaco hayan servido de vestidura  a los primeros Espíritus humanos, forzosamente poco adelantados,  que viniesen a encarnar a la Tierra, siendo esa vestidura más apropiada a sus necesidades  y más adecuadas  al ejercicio de sus facultades, que el cuerpo de cualquier otro animal." “En vez de hacerse para el espíritu un involucro especial, el habría hallado uno ya pronto. Se vistió entonces de piel del macaco, sin dejar de ser Espíritu humano, como el hombre no raro se reviste de la piel de ciertos animales, sin dejar de ser hombre."  

El codificador del Espiritismo dejo, sin embargo, bien claro que así escribía por hipótesis, de modo alguno posta como principio más formulada apenas para mostrar que el origen del cuerpo en nada perjudica al Espíritu, que es el ser principal, y que a semejanza  del cuerpo del hombre  con el del macaco no implica paridad entre su Espíritu y el del macaco.  

Concluyendo el pensamiento, Kardec dijo que es probable que los primeros hombres aparecidos en la tierra poco difieran del macaco por la forma exterior y no mucho  también por la inteligencia. “En nuestros días – acrecentó –  aun hay salvajes que, por el comprimente de los brazos y de los pies  y por la conformación de la cabeza, tiene tanta  parecido con el macaco, y que solo les falta ser peludos, para tornarse la completa semejanza.”  

En 1938, setenta años después de la publicación de “La Génesis”, Emmanuel trajo informaciones  nuevas – y no apenas hipótesis – para el entendimiento del asunto.  

Resumidamente, aseveró el mentor espiritual de Chico Xavier en su libro “A Camino de la Luz” , pp. 30 a32, que los primeros antepasados del hombre remontan  al periodo terciario, donde se encontraban, bajo la orientación de las esferas espirituales, algunas razas de antropoides, en el Plioceno inferior.  

Esos antropoides y los ascendentes de los simios tuvieron su evolución en puntos convergentes, de ahí los parentescos sorologicos entre el organismo del hombre moderno y el del chimpancé. No hubo, sin embargo, propiamente hablando, una “descenso del árbol”, en el inicio  de la evolución humana. Las fuerzas espirituales que dirigen  los fenómenos terrestres, bajo la orientación de Jesús, establecieron un linaje definitivo para todas las especies, dentro de las cuales el principio espiritual encontraría el proceso de su acrisolamiento, en marcha para la racionalidad.  

Los antropoides de las cavernas se apartaron, de los grupos, por la superficie del globo, a lo largo de los siglos, sufriendo las influencias del medio y formando los pródromos  de las razas futuras. Extraordinarias experiencias fueron realizadas  entonces por los mensajeros de lo invisible, hasta quedar en “primate”  los característicos aproximados del hombre futuro.  

Los siglos corrieron, hasta que un día los Espíritus operaron una definitiva transición en el cuerpo periespiritual preexistente de los hombres primitivos, surgiendo así los primeros salvajes de complexión mejorada, tendiendo a la elegancia de los tiempos futuros.  

Estas informaciones traídas por Emmanuel no hacen, evidentemente, parte del cuerpo doctrinario del Espiritismo, por el simple hecho de ser revelaciones singulares, más es bueno considerarlas con la debida atención, en respecto a su autor  y al médium utilizado, cabiendo, todavía, al tiempo – y solamente al tiempo – confirmarlas o desmentirlas.  
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita