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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 2 - N° 62 - 29 de Junio del 2008

 
                                                            
Traducción
MERCEDES CRUZ REYES - MERCHITA926@telefonica.net


La Luciérnaga

 

Morando en un lindo recanto del campo, entre flores coloridas y perfumadas, árboles frondosos y amigas, Vavá la luciérnaga, vivía siempre insatisfecho. 

Se sentia pequeño e inútil. Volaba sobre las rosas y admiraba la belleza y el perfume, se deleitaba con las mariposas que pasaban vestidas elegantemente de multicolores. Oía con asombro el canto mágico  de  los  pájaros  en las ramas del

arbolado y se entristecía por no conseguir emitir una nota siquiera. En el fondo, tenia una envidia profunda de ellos, de las rosas, de las mariposas y de todos los que eran diferentes de el. 

¿Por qué Dios lo haría así?   ¡El no era bonito como las mariposas, no era perfumado como las rosas y no sabia cantar como los pájaros! 

La única cosa que poseía era aquella incomoda linternita en la parte trasera de su cuerpo y que nadie más tenia. ¡Solo el! 

Si aun fuese una luz bonita y brillante, como la de las estrellas que Vavá contemplaba por la noche, o como aquellos postes de luz que el veía de vez en cuando en la ciudad, seria diferente. Tendría orgullo de ella. ¡Más como! ¡Esa luz debil y oscilante no servia para nada! 

Cierto día, Doña Coelha apareció dando saltos, muy preocupada con su hijo defectuoso. El pequeño estaba enfermo  y ella precisaba de una determinada planta para hacer una infusión. 

Pidió ayuda a la mariposa: 

Más   la   borboleta   respondió,   abriendo  las  alas

coloridas:   

- ¿Como procurar? ¡Esta poniéndose oscuro y no veo nada! 

- Amiga Borboleta, ayúdeme a encontrar el remedio para mi hijo. 

-¡Me gustaría de ayudarla, más, infelizmente, no puedo andar, y, aun mismo que pudiese, con esa oscuridad seria imposible!

Doña Coelha agradeció y, encontrando al pajarillo, le pidió:

-¿Usted que anda por tantos lugares, podría ayudarme a procurar la planta que necesito para curar a mi hijo?

El pajarillo quedó pensativo y después respondió, atento: 

-  Creo que se donde encontrar la planta  que la señora procura, Dola Coelha, más está muy oscuro y no puedo volar, pues toparía en los árboles.  Más Allá de eso, no se el lugar exacto y ahora de noche seria imposible encontrarla. 

La pobre conejilla quedó muy triste y ya se disponía a desistir de su intento y retornar a su hogar sin la planta necesaria. Más los bichitos que se juntaron para analizar el problema, preocupados con la situación de la pobre madre, comenzaron a discutir cual era la mejor solución. 

Doña Coruja, que oía todo en silencio, acomodada en un hueco de un árbol, sugirió:  

- Solo conozco a alguien capaz de ayudar en este momento tan difícil. 

-¿Quien?¡¡ - preguntaron todos al mismo tiempo: 

-¡La luciernaga Vavá! 

Se miraron sorprendidos. ¿Como no pensaron en eso antes? 

- EU???...   

- ¡Claro! ¿Quien más poseía una linterna? – explico la Coruja, satisfecha.  

Se encaminaron, entonces, para la región donde el pajarillo viera la planta, siempre guiados por Vavá, que iba al frente, todo orgulloso, iluminando el camino. 

Caminaron... caminaron.... Caminaron... hasta que, bien escondida, allá estaba ella. 

Doña Coelha, muito feliz y aliviada, no sabia como agradecer:

- ¡Agradecida, Vavá! ¡Si no fuese por usted y su linternita nunca habria conseguido. ¡Que Dios la bendiga! 

Vavá, que, por primera vez se sentía útil y valorizado, quedo satisfecho. Y percibió que el don que Dios le dio era mucho…muy importante, y podría ayudar a mucha gente. 

Ahora ya no se incomodaba más por no ser bello como las mariposas, o perfumado como las rosas, o tener voz melodiosa como los pájaros. 

Ya no se sentía más como un pequeño e insignificante insecto, inútil y despreciado por todos. El era muy importante  y tenía una tarea que solo el podía ejecutar: clarear las tinieblas.  

Y, a partir de ese día, Vavá paseaba siempre por el campo, confiado en si mismo u orgulloso de su luz, agradeciendo a Dios la bendición que le concediera.                                         

                                                                       Tía Celia
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita