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Año 2 – Nº 6015 de Junio del 2008


 

Traducción
MERCEDES CRUZ REYES - MERCHITA926@telefonica.net
 

  El poder y su fuerza corruptora

 
La frase “el poder corrompe”, atribuida al historiador ingles John Emerich Edward Dalberg, también  conocido  como lord Acton,  es siempre invocado cuando se descubren  actos de corrupción y abuso de poder como esos que las CPIs han investigado en nuestro país en los últimos años. 

La tesis de que el poder tiene la capacidad de corromper es interesante, más, examinada a la luz de la doctrina de la reencarnación, presenta facetas que probablemente escapen al observador común. Poder, riqueza, proyección social componen la lista de las llamadas pruebas a que  el ser humano se somete en sus múltiples existencias corporales. La Tierra es un mundo modesto  y atrasado y, como tal, clasificado por el Espiritismo en la categoría general de planeta de pruebas y expiaciones. 

Pruebas, como el propio vocabulario indica, son pruebas, en todo semejantes a las pruebas que la criatura  y el joven han de enfrentar en su pasaje por los cursos  escolares, del preescolar   a la facultad. Como nadie ignora, solo asciende a la enseñanza media quien enfrento  el fundamental y en este fue aprobado. 

Constituyendo una de las pruebas más difíciles que se presentan a la criatura humana en su peregrinación  terrenal, el poder puede efectivamente fascinar y llevar a la caída  de todos aquellos que no disponen  de la calificación necesaria para vencerlo. Se da  lo mismo con relación a todas las pruebas. La riqueza, por ejemplo, es, de entre ellas, una de las más difíciles, como el propio Cristo advirtió al afirmar que es más fácil que camello entre por el agujero de una aguja que un  rico entre en el reino de los cielos. 

En un interesante mensaje que el lector puede conferir en el Cáp. II, segunda parte, de el libro El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, aquella que se llamo en la Tierra condesa Paula, desencarnada a los 36 años de edad en 1851, declaró lo siguiente: 

“En varias existencias pase por pruebas de trabajo y miseria que voluntariamente había escogido para fortalecer y depurar mi Espíritu; de esas pruebas tuve la dicha de triunfar, viniendo a fallar no en tanto en una, por ventura de todas la más peligros: la de la fortuna y bienestar materiales, un bienestar sin sombras de disgusto. En eso consistía el peligro. Y antes de intentarlo, yo quise sentirme lo suficiente fuerte  para no sucumbir. Dios, teniendo a la vista mis buenas  intenciones, me concedió la gracia de su auxilio. Muchos Espíritus  hay que, seducidos  por las apariencias, presurosos escogen es prueba, más, débiles para afrontarles los peligros,  dejan que las seducciones del mundo triunfen por su inexperiencia.” 

Después de la revelación contenida en el mensaje, la ex condesa Paula acrecentó: 

“Como yo, también vosotros tendréis vuestra prueba de la  riqueza, más no os apresuréis  en pedirla muy temprano. Y vosotros, ricos, tened siempre en la mente que la verdadera fortuna, la fortuna imperecedera, no existe en la Tierra; procurar antes saber el precio por el cual podréis alcanzar los beneficios del Todopoderoso.” 

De lo que por encima expusimos, se tornan claras dos cosas: 

1ª. El poder corrompe, si, más apenas corrompe a las criaturas que se seducen con los bienes del cargo y se olvidan de que la vida es corta y que nadie se encuentra en la Tierra de paseo. 

2ª. El conocimiento de la doctrina de la reencarnación y de las leyes divinas que rigen nuestra vida haría un bien inmenso  a nuestros políticos y gobernantes, que entonces sabrían que a cada acción corresponde una reacción de igual intensidad y sentido contrario, o sea, para valernos de la conocida frase de Jesús: “Quien mata con la espada morirá bajo la espada”.
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita