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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 2 – 101 – 5 de Abril del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

La cometa de corazón

 
 

Gabriel era un apasionado de las cometas.

Desde pequeño su padre le enseñó a hacer cometas  y a soltarlas.

Era con inmensa alegría que él llevaba la cometa para el campo y corría, soltando el hilo, hasta verla subir en el aire, cada vez más alto.

Margarida, una amiga de Gabriel, siempre pedía:

- Gabriel, ¿me dejas soltar tu cometa? ¡Sólo esta vez!

Pero él respondía:

- No. Eso no es cosa de niñas. Además de eso, tú no sabes, y vas a estropear mi cometa.

Y la niña, no conforme, protestaba:

- ¡Pero yo te dejo andar en mi bicicleta! ¡Y leer mis libros!

Cierto día Gabriel había hecho una linda cometa nueva y la chica volvió a pedirle a el que la dejase soltarla.

- No sirve, Margarida. Tú no vas a poner la mano en mi cometa nueva.

La niña se apartó de el y se fue, muy enfadada y rebelde.

Después de las clases, pasando cerca de la casa de Gabriel, Margarida vio que el estaba divirtiéndose en un columpio, junto a otra amiga. Vio también que el había dejado la cometa nueva apoyada en un árbol.

Ella se aproximó y, sin que el lo notase, cogió la cometa y salió corriendo.

Llegando a la casa, fue pronto a soltar la cometa. Con satisfacción vio que ella subió y soltó más hilo. De repente, intentó tirar y no lo consiguió: la cometa estaba presa en una rama. Con miedo de que Gabriel, buscando la cometa y no encontrándola, viniese detrás de ella, empujó con fuerza y la cometa se rasgó, cayendo al suelo, toda estropeada.

Margarida, asustada,recogió los restos y corrió a esconderlos en su cuarto.
 

No tardó mucho, apareció Gabriel.

- Robaron mi cometa, Margarida. ¿Tú viste quién fue?

- No, no lovi.

Ella entró en su casa y lo dejó en la calle, solo.

La madre notó que Margarida estaba extraña. A la hora de dormir le pregunto a ella:

- Tú no estás bien, hija mía, pareces triste. ¿Quieres contarme qué ocurrió?

La niña comenzó a llorar y contó a la madre lo que había ocurrido.

-No tuve intención de estropear la cometa de él, mamá. ¡Sólo quise tener el gusto de jugar un poco con ella! ¡Ahora no sé qué hacer!

La madre la abrazo cariñosa:

-Yo lo sé, hija mía. Sin embargo tú cometiste un gesto feo: cogiste el juguete de él sin pedirlo. Y después, acabaste estropeándolo.

- ¿Qué debo hacer, mamá?

-Haz una oración y pide que Jesús te ayude. Acuérdate de todo lo que ya aprendiste. Consulta tu cabecita, piensa bien. Mañana tengo la seguridad que tú despertarás con la solución. Ahora, buenas noches. Duerme bien, hija mía.

Margarida pensó… pensó… pensó…

Se acordó de que coger la cometa del amigo sin permiso de él, incluso teniendo la intención de devolverla, fue una falta de respeto y que, en una situación semejante, no le gustaría que hicieran lo mismo con ella.

Al día siguiente, había decidido qué hacer.

Después de las clases, compró papel, se hizo con lo necesario e hizo una cometa. Muchas veces Gabriel trabajaba y sabía como hacerlo.

Más tarde, armándose de coraje, buscó al amigo y le contó lo que había ocurrido, terminando por decir:

- Te pido disculpas, Gabriel. No tuve intención de estropear tu cometa. Pero, para compensarte, aquí esta otra que hice especialmente para ti.

- Aquí está, Gabriel. ¡Espero que te guste! – cogió la cometa y se la entregó al chico.

El niño quedó conmovido al ver su cometa nueva. Tenía el formato de un corazón.

Después, él abrazó a Margarida con cariño:

- Margarida, yo reconozco que siempre fui muy impertinente contigo. Por eso, también tengo que pedirte disculpas. De hoy en adelante, todo va a ser diferente. 

- ¿Amigos?
 

- ¡Amigos!  

De ahí en breve, Gabriel ya estaba probando su cometa nueva, todo feliz de la vida, mientras Margarida lo observaba, satisfecha por haber resuelto el problema.

Gabriel se volvió para Margarida y sugirió con una sonrisa:

- Buen trabajo. ¡Ella quedó muy bien! ¿Quieres probar?

                                                                  Tía Célia 

 
 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita