Entrevista

por Orson Peter Carrara

Geriatría y Espiritismo: la ciencia combina cuidados y estimula la vivencia

Espírita desde los 15 años, Luís Gustavo Langoni Mariotti (foto) nació en São Paulo, capital, y actualmente reside en Botucatu, en el interior de São Paulo. Médico geriatra, trabaja en el área de la medicina paliativa. Graduado en la FMB/UNESP, de Botucatu-SP, con especialización en Geriatría en la Escuela Paulista de Medicina (EPM/UNIFESP), forma parte de la Asociación Médico-Espírita de Botucatu, del Centro Espírita Caminho da Luz y de la Asociación Médico-Espírita de Brasil (AME-Brasil) y también coordina el Departamento de Cuidados Paliativos de AME-Brasil. Lo entrevistamos sobre su área de especialización, a la luz del Espiritismo.

¿Cómo conoció el Espiritismo? 

Soy de una familia católica. Hice catequesis, confirmación y asistí a misas en la Iglesia todos los domingos con mis padres y hermanos. Mi madre tuvo cáncer de pulmón alrededor de 1993-1994. Esto trajo una serie de cuestionamientos y búsquedas para entender todo lo que ocurría y para la confrontación positiva de toda esa experiencia de la enfermedad. Comenzamos a frecuentar una casa espírita en Uberlândia/MG para realizar tratamiento espiritual. Mi madre se sometió a cirugías espirituales y al tratamiento médico regular. Fue una etapa de nuestra vida que recuerdo con mucha gratitud y, sobre todo, estoy seguro de que fue un despertar. Contábamos con la ayuda de personas que no eran tan cercanas o poco conocidas por nosotros. Se formó una corriente de vibraciones de personas de diferentes religiones y creencias que nos ayudó mucho. A partir de entonces, tuvimos un acercamiento y un compromiso cada vez más grande con la Doctrina Espírita.

¿Cómo surgió su interés por la geriatría?

Pues... Siempre me preguntan eso. Fue durante la facultad de medicina. Formé parte de la liga académica en geriatría. Hacíamos actividades de prevención y promoción de la salud con la comunidad local. Siempre imaginé a la geriatría como una especialidad que me permitiría seguir siendo un buen médico general y me capacité para las especificidades de los cuidados dirigidos a los ancianos. He trabajado mucho en UCI, y todavía hoy atiendo turnos en urgencias, además de trabajar en salas de hospitales públicos y privados, además de realizar visitas domiciliarias. Creo que la presencia y el contacto cercano con mis abuelos y mi tía abuela también me influyeron en esta elección.

¿Cómo es la asociación entre el Espiritismo y la Geriatría, considerando las debilidades propias de esa época de la vida?

Bueno, ambos consideran al ser humano en sus múltiples dimensiones. En la geriatría y gerontología, el enfoque está siempre en la evaluación multidimensional del ser. El médico geriatra siempre debe trabaja en conjunto con otros profesionales de la salud. Además de actuar en la prevención de enfermedades, en la promoción de la salud y atender enfermedades o comorbilidades, muchas de ellas crónicas, previamente instaladas, la geriatría y los demás profesionales de la salud gestionan las necesidades y problemas físicos, emocionales, sociales y espirituales no solo del paciente anciano, sino también de sus familiares.

Gerenciar no significa resolver todas las demandas, sino guiar, esclarecer, tratar (cuando sea posible y necesario) y sobre todo cuidar. Es necesario comprender que el proceso de autocuidado multidimensional es fundamental para quienes buscan la atención del profesional de la salud. A veces percibimos que las personas buscan sólo en un determinado medicamento o en una única atención la solución para todos sus problemas. Eso no sucede. El profesional de la salud debe ser un mentor, un cuidador y nunca una bengala.

El Espiritismo también es así: nos guía a través del conocimiento, del esclarecimiento, del apoyo y las prácticas de asistencia (los pases, la atención fraterna, el voluntariado, la caridad), pero el trabajo de curación es individual.

¿Qué es lo que más le llama la atención en el Espiritismo?

El mensaje consolador del amor y la justicia divina, la comprensión racional, religiosa y científica de dónde venimos y hacia dónde vamos, la inmortalidad del alma y nuestra responsabilidad en nuestro proceso de evolución son pilares que me llaman la atención. Cuando era joven, mis pensamientos me aturdían al imaginar un Cielo y un Infierno eternos.

Y en la atención clínica, ¿cuáles son las dificultades que más destacan?

Es posible verificar en la práctica clínica que la falta de autocuidado, los conflictos íntimos y familiares, las dificultades socioeconómicas, la necesidad del uso de muchos medicamentos (polifarmacia), la fragilidad del apoyo social, la soledad, la prevalencia de enfermedades crónicas (como insuficiencia cardíaca, enfisema pulmonar, depresión, ansiedad, demencia, osteoartrosis, diabetes, secuelas de accidente cerebrovascular o cáncer) y pérdida de independencia (pérdida de la capacidad de realizar actividades como salir a comprar, tomar medicamentos, dificultad para vestirse o caminar sin ayuda, por ejemplo) entre la población anciana y sus familias son algunos problemas frecuentemente verificados.

Creo que el médico espírita comprende un poco mejor y trata en la medida de lo posible de acoger y esclarecer a los pacientes sobre la importancia del cuidado del cuerpo, pero también con el cuidado de las emociones, con los pensamientos, tratando de animarlos a mantener la esperanza, la paciencia, la aceptación y los cambios de postura frente a las diversas condiciones de vida. Es importante destacar que actualmente contamos con un cuerpo de evidencias interesantes sobre los efectos positivos de la religiosidad y la espiritualidad en diversos desenlaces en salud. Entender e identificar cómo las concepciones y prácticas religiosas y espirituales ayudan a enfrentar el proceso de la enfermedad es uno de los desafíos. Es necesario ayudar a los pacientes y sus familias a reestructurarse en una mejor conexión criatura-Creador.

¿Percibe los beneficios en los ancianos más frágiles que traen el conocimiento espírita?

Probablemente esto ocurre entre la mayoría, pero no es la regla. Conozco a muchos espíritas ancianos que todavía carecen de un sentido de autocuidado, lidian con mucha dificultad con las limitaciones y pérdidas. Considerarse espírita no es un pasaporte para una aceptación plena y una buena confrontación de los problemas multidimensionales que surgen a lo largo de la existencia física. Existen diversas cuestiones emocionales, creencias disfuncionales y formas de actuar y pensar que incluso entre los espíritas son difíciles de ser trabajadas y superadas.

Sin embargo, creo que el conocimiento, la voluntad y el ejercicio gradual de las enseñanzas de Jesús, a la luz de la Doctrina Espírita, son fuentes de prevención y alivio del sufrimiento en la medida en que nos hace comprender la importancia de nuestra postura mental y emocional para enfrentar mejor las dificultades y limitaciones. Ella nos trae el entendimiento de que Nuestro Padre nunca nos abandona, que la muerte misma es sólo un cambio de estado, que estamos gobernados por leyes de Amor y Justicia, y que todos necesitamos cultivar la paz, la paciencia, el perdón y el amor en nuestros corazones. De esta manera, corregir nuestras posturas mentales y actuar de acuerdo con las enseñanzas de Jesús proporcionan condiciones para la prevención y cura de los procesos mórbidos íntimos, que a menudo se manifiestan a través de procesos de enfermedad física y mental.

¿Cómo lidiar con los ancianos agresivos y resistentes a la ayuda que se les ofrece?

Detrás del comportamiento agresivo y la resistencia a la ayuda puede haber varios factores involucrados: historia de vida personal, aspectos de la personalidad, presencia de enfermedades o trastornos mentales, apoyo familiar o social difícil, proceso de duelo complicado o prolongado, dificultad para lidiar con la pérdida de independencia, limitaciones sensoriales (pérdida auditiva o visual), relaciones familiares complicadas, entre otros.

Un aspecto importante que destacar es evaluar si estas aleraciones en el comportamiento y la resistencia son recientes o más antiguos, si esa persona ha perdido la capacidad de manejar su vida y los actos de la vida civil y si existe un apoyo social adecuado para esa persona. Además, es necesario comprender que ser anciano no es sinónimo de pérdida de independencia, y mucho menos de tener una autonomía reducida. Siempre es necesario evaluar multidimensionalmente las necesidades y demandas de la persona mayor, dentro de una evaluación multidisciplinaria (médico, nutricionista, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, fonoaudiológico, psicólogo, etc.). Es necesario dar cada vez más voz a las personas mayores y garantizarles una mayor seguridad y preservación de la autonomía y la independencia.

En el capítulo sobre desequilibrios y fragilidades mentales, ¿cuál es la recomendación básica?

Ante algún trastorno mental, previamente evaluado y diagnosticado por el médico, es necesario establecer un plan de cuidado. Este es diseñado a partir del grado de deterioro o grado del trastorno (si el individuo es o no incapaz de ejercer la autonomía, si presenta deterioro total o parcial de su independencia), el soporte social/familiar presentado, la posibilidad e indicación médica con respecto al tratamiento farmacológico, el apoyo psicosocial presentado por el paciente, la disponibilidad de un equipo multidisciplinario para ofrecerle cuidados, información y capacitación de los cuidadores y familiares sobre el cuidado a ofrecer al anciano en sus limitaciones. También es necesario establecer un plan de atención para los cuidadores involucrados (familiares o profesionales formales), ya que muchos de ellos con el tiempo se enferman física, emocional y mentalmente por la sobrecarga de los cuidados ofrecidos.

Háblenos un poco sobre su experiencia médica y la contribución del Espiritismo en su vida profesional.

Dentro de los más de 13 años de formación médica, en los últimos 10 años he atendido a personas portadoras de enfermedades crónicas, avanzadas e incurables, así como a sus familiares. Además de ejercer la Geriatría, trabajo en el área de Medicina Paliativa, un área de la práctica médica ya reconocida desde 2012 y todavía poco conocida y comprendida entre los profesionales de la salud y la sociedad en general. Me doy cuenta de que cuidar a estas personas y familias no es un trabajo fácil, aunque es gratificante y se hace con mucho amor. Siempre hay un desgaste emocional, físico, mental y a muchas veces espiritual. La formación médica todavía carece del ofrecimiento de métodos de gestión y apoyo emocional y cuidados espirituales a los futuros médicos. Eso debería suceder.

En la práctica médica y en otras profesiones del área de la salud, es necesario contar con experiencia profesional, con una adecuada formación y capacitación, pero también es necesario que el profesional de la salud se conozca bien, sepa trabajar con humildad, serenidad, teniendo la sabiduría para trabajar en equipo, lidiando con los conflictos que aparecen con los pacientes y sus familiares, dentro de las instituciones de salud en las que trabajan y con los colegas de la profesión.

Sus palabras finales.

Veo que el cuidado con mi espiritualidad a través de mi compromiso en las tareas dentro de la Doctrina Espírita, en la casa espírita y en la divulgación del paradigma médico-espírita, me ayuda en el equilibrio íntimo y el propósito de la vida. Estoy muy agradecido a Dios por conocer y tratar de ejemplificar las enseñanzas de Jesús a la Luz del Espiritismo. 

 
Traducción:
Ricardo Morante
rmorante3@yahoo.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita