Entrevista

por Orson Peter Carrara

La principal causa de la pereza y sus repercusiones es nuestro egoísmo

Nacida en Marília (SP), donde reside, Fernanda Pires García (foto), que es psicóloga clínica, participa en las lides espíritas en las actividades de la Unión Espírita João de Camargo, donde trabaja como conferencista. En esta entrevista, nos habla, entre otros temas, sobre su opción profesional por la psicología y temas como la ansiedad, la depresión y la pereza.

¿Cómo surgió su interés por la psicología?

A menudo bromeo que la Psicología se interesó en mí. Tenía la idea de que iba a ser médico, pero por mucho que estudiara esa puerta siempre estaba cerrada para mí. Por otro lado, siempre fui yo quien acogía, quien comprendía a los amigos. Desde muy joven aprendí a escuchar y ayudar a las personas en sufrimiento emocional; eso era natural para mí. Una amiga psicóloga que asistía a la juventud espírita conmigo insistía en que yo considerase la psicología como una opción. Cansada de los intentos fallidos en medicina, cedí a la invitación de esta amiga y fui a psicología. Cuando llegué a la facultad, supe de inmediato que ese era mi lugar. No tengo ninguna duda de que este era mi camino y siento que la espiritualidad me ayudó conduciéndome a ella.

¿Cómo ve usted el Espiritismo?

El Espiritismo es el consolador prometido, una revelación que vino para contribuir al progreso de la humanidad. Entiendo la doctrina espírita como un vehículo, un medio, por el cual podemos tener acceso al conocimiento que nos orienta en nuestra evolución espiritual y revela las verdades divinas a las que podemos tener acceso en el momento evolutivo terrestre. En consecuencia, todo conocimiento nos trae consuelo para soportar las vicisitudes de la vida.  

Añadiendo el conocimiento espírita, incluso respetando la creencia de los pacientes, ¿considera que esto le ayuda en el ejercicio de la profesión? 

Ayuda y mucho. Hoy sé que cuando atiendo a un paciente no estoy solamente delante de una persona en sufrimiento, sino con todo un bagaje anterior y con hermanos que lo acompañan. Nunca le digo esto al paciente, porque no solo puedo faltar al respeto de sus creencias, comprometiendo la atención, sino que también se considera una falta ética para el consejo de clase. Pero al comprender la dinámica espiritual, las influencias y los compromisos que hemos asumido en vidas pasadas, y cómo esto puede estar presente en un cuadro vivido por el paciente, puedo prepararme antes de las atenciones con oraciones, energizaciones y con sentimientos amorosos. La doctrina me ayuda a ver más allá de lo que es aparente para el paciente, me enseña a ser indulgente y a sintonizar con el propósito amoroso que implica la atención, sin perder de vista la oportunidad de orientar y aliviar a un alma en sufrimiento.

¿Cuál es la mayor causa emocional de los dramas humanos en la actualidad?

Es difícil definir una causa mayor, porque el ser humano es complejo, múltiple, muchas son las demandas y muchas las causas. Solo puedo hablar de mi percepción de los rasgos que tengo hoy. La ansiedad y la depresión son las principales exigencias emocionales que me llegan, y en mi percepción la baja tolerancia al sufrimiento y las necesidades egoicas son parte de los factores causales. Como espírita, entiendo tales demandas como un egoísmo todavía muy presente en nosotros, generando competencias, obstinaciones materiales, poca fe y comportamiento hedonista, donde se quiere evitar el sufrimiento a toda costa y disfrutar del placer sobre todo.

Uno de los enfoques, a la luz del Espiritismo, trajo el tema de la pereza. Esta imperfección moral, ¿afecta mucho al desarrollo intelecto-moral de la criatura humana?

Sí. Afecta considerablemente, ya que nos aliena y nos hace posponer nuestra misión aquí en la Tierra. El individuo que cede a la pereza se convierte en una carga para los que conviven con él, ya que los sobrecarga al no contribuir, así como se victimiza y se lamenta demasiado. Con la pereza, el cuerpo sufre, las relaciones amenguan, el intelecto se estanca, el espíritu se endurece, lo emocional se ve perturbado por la envidia, el pesimismo, la depresión y el aburrimiento.

¿Las causas son meramente físicas o las inseguridades emocionales también afectan a las iniciativas con estas repercusiones de la falta de voluntad o de adaptación? ¿Cómo sucede esto?

No hay causas físicas. La voluntad es un atributo del espíritu, así como la pereza es un vicio. El cansancio y el agotamiento energético del cuerpo se recomponen con noches de sueño con calidad y con distracciones mentales reparadoras, además de una dieta saludable. No considero aquí enfermedades orgánicas, que pueden recibir tratamiento y sacar a la persona del estado de fatiga. Las causas de la pereza provienen del espíritu. Según Joanna de Ángelis, la pereza es el resultado de la falta de horizontes mentales más amplios, de choques emocionales no digeridos y del egoísmo.

¿Hay alguna pista, una sugerencia para superar la pereza?

Joanna de Ángelis nos enseña que los pasos para superar la pereza comienzan cuando la reconocemos en nuestras vidas y abandonamos la identidad de perezoso. Debemos tomar la acción opuesta a la pereza. En ella tendemos al estancamiento, la inutilidad y la alienación; por lo tanto, para combatirla, debemos enfrentar los desafíos de la vida, buscar el autoconocimiento, hacer lecturas edificantes, tener activación física, comportamental, social y afectiva. Dentro de la psicología, aconsejamos que comencemos este proceso progresivamente, pero de manera consistente. Un poco todos los días; ¡lo importante es empezar!

¿Cuáles son las repercusiones más graves que se pueden señalar en términos de comportamiento sociocultural, considerando nuestra evolución espiritual?   

El perezoso es un problema para la sociedad, no produce nada, pero todo lo demanda. La envidia que generalmente acompaña al perezoso puede causar perjuicios significativos, ya que las relaciones se perturban y las acciones negativas pueden ser dirigidas al envidiado. Además, podemos tener servicios de salud hacinados atendiendo las demandas derivadas de los comportamientos perniciosos de los perezosos. Para las relaciones, vemos comportamientos destructivos, agresiones, instalando cuadros depresivos y baja autoestima. A nivel macro, podemos entender que el perezoso, además de no contribuir al desarrollo de la humanidad, cediendo a las pasiones, también fomenta el mantenimiento de productos alienantes, entretenimientos de baja calidad y sostiene el comportamiento egoísta en nuestra sociedad. La parte buena es que el progreso es inevitable, y esas repercusiones negativas en determinado momento se quedarán atrás.

Por su experiencia clínica, ¿está muy presente esta repercusión en el comportamiento humano? ¿Y cómo considerar las causas espirituales en este tema?

¡Sí! El perezoso no quiere pensar, no quiere luchar, quiere las cosas listas, de inmediato, saltando el proceso y yendo directamente a disfrutar del resultado. Hoy vemos una sociedad que tolera poco lo que es diferente, porque no quiere incomodarse, no quiere pensar, no quiere ceder, comprender y acomodar. Queremos que el otro cambie y encaje, exacerbando nuestro egoísmo. Y, en mi percepción, la mayor causa espiritual involucrada en la pereza y sus repercusiones sigue siendo el egoísmo que existe en nosotros. 

Sus palabras finales.

Tengamos en cuenta que nuestra trayectoria es progresiva. Sólo nosotros mismos tenemos el poder de retrasar nuestra evolución. Cuando la pereza llame a nuestra puerta, invitémosla a que retire, dando paso al deber, a la voluntad y a la acción. ¡En la dificultad del cambio, oremos! Oremos mucho, pidiendo fuerza, sabiduría y buenas vibraciones. 
 

 
Traducción:
Ricardo Morante
rmorante3@yahoo.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita