Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

 

Navidad con Jesus


Aprovechando la aproximación de diciembre, la profesora hablaba sobre el asunto, ponderando con los alumnos:

- Nuestras aulas están terminando y después vosotros estaréis de vacaciones. La Navidad esta llegando y hoy vamos a hablar sobre ese asunto tan importante para nosotros que somos cristianos. ¡Todos los días debemos acordarnos de Jesús y buscar estar junto a él!  Con todo, la Navidad es un momento especial porque toda la cristiandad conmemora en ese día la venida de Cristo al mundo. Entonces, me gustaría saber: ¿Cómo esperáis vosotros conmemorar la Navidad?

El entusiasmo fue general. ¡El asunto era palpitante! Cada niño habló sobre sus expectativas para la fiesta: Las visitas a los parientes que vendrían de lejos, los preparativos y las compras que estaban siendo hechas para el gran momento y, especialmente, los regalos que esperaban conseguir. 

La profesora oía  con atención las informaciones infantiles, dejando que hablasen a gusto. Después, comento, con una sonrisa: 

     

- ¡Bien! ¡Veo que están animados y saben lo que quieren! ¿Pero será que alguien se acordó de que es el aniversario de Jesús y, por tanto, la fiesta es para El? 

Silencio general. Los alumnos cambiaban entre sí miradas sorprendidas y consternadas. ¡Nadie había pensado en eso! 

Un alumno rompió el silencio, arriesgando: 

- Bien, si el aniversario es de Jesús, entonces debemos pensar como a El le gustaría que preparásemos la conmemoración, ¿no es así? 

Todos estuvieron de acuerdo. Sin embargo, ¿como hacer eso? ¿Preguntando a Jesús? 

Otro muchacho, que oía pensativo, dijo: 

- Bien, profesora, creo que sólo podemos hacer eso buscando en las enseñanzas de Jesús. Mi madre me enseñó que a Cristo le gustaba estar siempre junto a los sufridores y necesitados del mundo.

- Excelente, Juanito. ¿Alguien se acuerda de alguna cosa más? 

Dorita, una niña estudiosa y disciplinada, comentó: 

- Profesora, el otro día abrí la Biblia al azar y leí un trecho en el que decía Jesús, al dar una fiesta, que no deberíamos invitar a los ricos, si no a los que no podrían retribuir la gentileza. 

- Muy bien, Dorita. Tú  probaste que entendiste el mensaje del Maestro. 

Ismael, el menor del grupo, que acompañaba todo con atención, se levantó y dijo: 

- Profesora, mi padre dice que Jesús ama a todos mucho: las personas, los bichitos, las plantas. ¿Es verdad?

- Sin duda, Ismael. El amor de nuestro Maestro se refleja en toda la naturaleza. 

- Entonces, creo que a Jesús no le gustaría llegar a nuestra casa y encontrar la mesa llena de animales muertos. ¡A mí no me gusta! 

Delante de la ponderación de aquel niño, que recordaba el respeto a la vida, los demás se callaron. La profesora pasó la mirada por la sala, donde los alumnos se mantenían en silencio, pensativos, y sugirió: 

- La clase ya se manifestó abordando cosas importantes que deben ser analizadas con seriedad. Me gustaría que el grupo reflexionara sobre el asunto y encontrase la mejor solución para festejar la Navidad de Jesús. Vosotros tendréis hasta el final de esta clase para solucionarlo, ¿está bien? Después de ese tiempo, volveré para saber lo que decidisteis. 

Los niños pasaron a reflexionar en el asunto, cada uno dando una sugerencia. Al final, después de mucha charla, decidieron. La decisión fue unánime y estaban todos entusiasmados. 

Volviendo, la maestra miró para la clase e indagó: 

- ¿Y entonces? ¿Llegasteis a una decisión? 

El líder del grupo, se levantó e informó: 

- Sí, profesora. Después de todo lo que se habló, decidimos que la mejor manera de festejar la Navidad, es hacer visitas a los hospitales. Jesús se acercaba especialmente a los sufridores y enfermos, y ¿dónde encontrarlos en mayor numero que no sea en un hospital? Debe ser muy triste ser niño y tener que pasar la Navidad separado de la familia, ¿no es así? Podemos ensayar un teatro, llevar alegría, músicas, juegos y algunas golosinas que ellos puedan comer. ¿Que piensa la señora? 

La profesora acompañaba conmovida la explicación del alumno, que era interrumpida por los demás con palmas y gritos de alegría. Con lágrimas en los ojos, ella lo aprobó: 

- Felicidades, vosotros decidísteis sabiamente. ¡Por cierto este año tendremos una Navidad diferente! 

A partir de aquel día, con la cooperación de las familias que aceptaron eufóricas la idea de los hijos, buscaron recursos para realizar el proyecto, consiguieron dulces y regalos. Cada alumno contribuiría con sus tendencias, mostrando lo que tenía de mejor. Así, surgieron actores para un pequeño teatro; payasos, magos y, cómo no podría faltar, ensayaron las músicas navideñas. 

Llegó el gran día. 

Era víspera de Navidad. En un gran transporte se dirigieron para el primer hospital. ¡Fue un momento inolvidable! Médicos, enfermeras, cuidadores, todos aprobaron las iniciativa. Los pacientes entonces, ¡ni que decir! Acompañaban con ojos brillantes de animación y alegría las presentaciones variadas y llenas de humor. Recibieron regalos, balones coloridos y dulces. Naturalmente, los alumnos se habían informado antes para saber lo que los pacientes podrían comer, incluso los diabéticos, que recibieron golosinas especiales. 

Notablemente, en el Hospital del Cáncer, la emoción fue mayor, delante de los niños pálidos, abatidos, muchos sin cabellos, con heridas, pero todos demostrando en la mirada la felicidad de aquel momento. 

El ambiente saturado de luz se derramaba en bendiciones de paz, de amor y de alegría para todos. 

¡Ciertamente, tanto los niños enfermos como los alumnos de aquella clase, jamás olvidarían esa Navidad, cuando tuvieron la oportunidad de sentir la presencia de Jesús, tan viva y tan fuerte entre ellos!
    

Tía Célia

 

 
 
Traducción:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

     
     

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 Revista Semanal de Divulgação Espírita