Editorial 

Ser buen médium, y no más que un médium, es lo que importa


Con la claridad y la objetividad de siempre, Claudia Gelernter examina en el Especial de la presente edición el tema mediumnidad, médium y conexión mental entre los seres.

Ya vimos en esta revista, en innúmeros artículos y entrevistas, la información de que, según las enseñanzas espíritas, la mediumnidad, antigua como la propia Humanidad terrestre, se encuentra en todas las religiones, en todos lugares y en todas épocas.

Moisés, como nadie ignora, fue un médium poderoso y de eso la Biblia nos ofrece innúmeros ejemplos.

Mahoma, en sucesivos transes, psicografó las suratas que compone el Corán.

Daniel, Eliseo y Esteban marcaron su presencia en el mundo a través de fenómeno patentes que en nada se quedan a deber a los médium más famosos y bien dotados de nuestra época.

La cuestión, sin embargo, como bien nos acordó Allan Kardec, no es ser médium, pero sí ser un médium seguro y confiable, que coloque la mediumnidad a servicio del bien y del progreso de la Humanidad, una vez que esa es su finalidad.

No podemos, después de tantos libros y estudios publicados alrededor del asunto, reducir la mediumnidad a una simple cuestión técnica, olvidados del factor moral, inherente a la buena práctica mediúmnica.

Es obvio que, del punto de vista del mecanismo de la comunicación, la mediumnidad, en sí misma, no depende de la condición moral de quien la práctica; no obstante, del punto de vista de la asistencia espiritual dada al médium y de la cualidad de la comunicación mediúmnica, el factor moral es y será siempre elemento preponderante.

El motivo de eso es fácilmente explicable.

Médium moralizados cuentan con el amparo de Espíritus elevados. Y nos referimos aquí al médium que sigue su existencia como un auténtico hombre de bien, buscando ser una persona humilde, sincera, paciente, perseverante, bondadosa, estudiosa, trabajadora y desinteresada.

En este sentido es una enseñanza que nos fue dada por Allan Kardec: “Nadie podrá tornarse buen médium si no lograr despojarse de los vicios que degradan la Humanidad”. (Revista Espírita de 1863, p. 213.)  

Emmanuel fue, por lo tanto, inspirado cuando escribió, en una de sus obras, que la primera necesidad de un médium es evangelizarse a sí mismo, antes de entregarse a las grandes tareas doctrinarias, evitando con esa actitud el peligro de resbalar con el fantasma del personalismo y, de ese modo, perjudicar el cumplimiento de su misión.

Por todo lo que fue dicho anteriormente, a los que se dedican a la tarea de la mediumnidad y a los que ahora se inician en ese importante momento, nunca será demás acordarse y divulgar la siguiente advertencia que Allan Kardec, el codificador de la doctrina espírita, nos legó:

“Todo hombre puede tornarse médium; pero la cuestión no es ser médium; es ser buen médium, lo que depende de las cualidades morales.” (Revista Espírita de 1863, p. 213.) 

 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita