Espiritismo para
los niños
por Célia Xavier de Camargo

Año 11 – Nº 531 –27 de Agosto de 2017

 
 

La envidia de la excursión


Ese día, por alguna razón, algunos niños de la clase estaban muy descontentos con la vida, irritados y siempre pensando lo peor. En verdad, los compañeros más grandes de otra clase más adelantada habían planeado hacer un paseo y estaban muy contentos; habían traído loncheras e irían a pasear en ómnibus con la profesora.

Al ver a los compañeros entrar en el ómnibus contentos y risueños, los menores se mostraron fastidiados.

La profesora, al ver el malhumor de la clase, intentó mejorar el ánimo de cada uno afirmando:

- ¡No se pongan tristes! Hoy son sus compañeros lo que irán a pasear, otro día serán ustedes quienes podrán estar como ellos hoy, saliendo y aprendiendo más en la visita a un museo, a una fiesta o a algún bello parque ¡para que jueguen a sus anchas!

Pero los alumnos estaban realmente irritados con la alegría de sus compañeros mayores. La profesora, viendo a la clase infeliz, preguntó:

- ¿Todos aquí piensan de la misma forma? ¿Y si el paseo que hacen hoy no es tan bueno ni tan interesante? ¿Van a estar contentos? Eso tiene un nombre: ¡es envidia!

De repente Pedrito levantó la mano y dijo:

- Profesora, ¡yo no lo veo así! Pienso que todos nosotros debemos tener nuestra oportunidad, ¡que puede ser mejor que la de ellos!

- Exacto, Pedrito. ¿Será ese paseo de verdad tan bueno? ¿Y si llueve? ¿Y si sucede que se revienta una llanta del ómnibus y se tienen que quedar en mitad del camino, esperando que se arregle, en vez de pasear como planearon?

En ese momento otro alumno levantó la mano y se acordó de que una vez su familia salió a pasear y se rompió una pieza del carro, ¡y ellos se quedaron muchas horas parados, sin saber qué hacer, esperando que arregle la pieza para colocarla en el carro!

Otro alumno levantó la mano y estuvo de acuerdo:

- ¡Nosotros también, profesora! ¡La última vez que fuimos a la playa, un carro chocó con el nuestro y fue la dificultad más grande para poder llegar a nuestro destino, que era la playa!

Entonces la profesora miró a toda la clase y dijo:

- ¿Vieron como no todo es alegría cuando se sale de paseo? ¿Quién sabe lo que pueda pasar con ellos? ¡Necesitamos orar por ese grupo que acaba de salir hoy para que nada malo les pase en su excursión! ¿No nos gustaría que hicieran eso por nosotros si fuéramos los que nos quedáramos en el camino?

Los alumnos estuvieron de acuerdo con ella y alguien sugirió:

- Profesora, ¿vamos a hacer una oración por ese grupo que salió hoy?

- Buena idea, Julio. Sí, vamos, será muy bueno para todos ellos ¡y para nosotros también que dejamos nuestra envidia de lado! Como fuiste tú quien se acordó, ¿quieres hacer la oración por nosotros, Julio?

El niño aceptó y, cerrando los ojos, comenzó a orar:

- Señor Jesús, ayuda a nuestros compañeros que salieron hoy de excursión, de modo que todos ellos puedan volver en paz a nuestra ciudad. Que tus bendiciones los envuelvan a todos y que nosotros, cuando nos toque también hacer nuestra excursión, que todo vaya muy bien. Gracias, Señor, por las bendiciones que  hemos recibido en nuestras vidas: el don de aprender, la posibilidad de ver, el aire que respiramos, la bendición de oír, de poder andar y también por poder aprender. Bendícenos a todos los que estamos aquí y también a nuestras familias. ¡Gracias, Amigo Jesús!...  

MEIMEI


(Recibido por Célia X. de Camargo, en 24/07/2017.)

 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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